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Ritmos evocan a Veracruz, estado invitado

Entre sones y fandangos, arranca la edición 53 del Festival Cervantino
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▲ En el concierto participaron más de 80 niñas y niños integrantes de cuatro Semilleros Creativos.Foto Carlos Alvar / Acervo Histórico FIC
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Periódico La Jornada
Sábado 11 de octubre de 2025, p. a27

Guanajuato, Gto., La edición 53 del Festival Internacional Cervantino (FIC) arrancó anoche con una velada en la que las agrupaciones musicales consiguieron aplausos de sentido reconocimiento, en un ambiente de multitudinario gozo convocado por el espectáculo colectivo Fandango Monumental: fiesta de son y raíz en la Alhóndiga de Granaditas.

“En esta noche de sones, la emoción se me incrementa y la gente me llega a los tendones. Siento tantas emociones, que hasta la piel se me enchina”, versó Mauro Gutiérrez, de Mono Blanco.

A pesar del frío y algunas gotas que amenazaban lluvia, los admiradores se mantuvieron con firmeza por más de dos horas.

Fue una velada en la que reinó la alta cultura del son, con temas emblemáticos como El mundo se va a acabar, Adiós morena, El torito abajeño, Las chaparreras (en lengua tenek) El Colas, Balajú y El Siquisiri.

Los asistentes más entusiastas estuvieron formados desde la una de la tarde, en una fila que a las 15 horas ya era de un centenar de personas quienes esperaban disfrutar de la que consideraron una parte de la cultura nacional de gran fuerza.

Provenientes de Guanajuato y estados vecinos, contaron su gusto por la música, el baile y el canto originario de Veracruz en el recital que comenzó a las 20 horas.

Una de ellas comentó que nació en el puerto jarocho, y pese a haber vivido en la capital guanajuatense, no ha perdido su amor por las expresiones artísticas de su tierra.

En el fandango participaron las agrupaciones Caña Dulce y Caña Brava, Mono Blanco, Son de Madera y el Ensamble de Arpas Andrés Huesca, entre otras.

A la poética oral le siguió la evocación de las marimbas, con más de tres que las percutieron evocando sueños de ribera y fueros en pueblos de sombras provectas.

Las escenas jarochas de blancas iglesias, aguas fluyentes y personas alegres respaldan el tapanco. Los bosques albergan ancestral patrimonio y presente. Suena algo como “yo tenía mi cascabel”. Grita el público: “¡Viva Veracruz!”

Suben las diestras bailarinas y lucen coloridos atuendos. Canta una mujer a la belleza morena. ¡Qué ganas de bailar tan bien como ellas¡ “Veracruz y su derroche de música y tradición cantan en el corazón de la Alhóndiga esta noche”, recita una de las artistas quien dice logra escuchar a Agustín Lara junto a José Alfredo, a Emma Godoy y Virginia Soto. Llegan los intérpretes niños, de cuatro Semilleros Creativos existentes en Veracruz, estado invitado de este encuentro.

Roberto Rentería, del Sistema Nacional del Fomento Musical, informó en conferencia que se trata de integrantes de los semilleros de Zozocolco de Hidalgo, San Andrés Tuxtla, Naranjos Amatlán y Cosoleacaque. Son alrededor de 80, con mayoría de niñas, quienes interpretaron las piezas de son en lenguas como totonaco y tenek.

Carlos Barradas, director del ensamble Andrés Huesca que integra cuatro generaciones de artistas, comentó horas antes que se trató de abarcar los distintos estilos que existen alrededor de ese instrumento en el estado, con respeto a cada uno pues todos son valiosos.

En esa charla, Mauro Gutiérrez, de Mono Blanco, versó: “Hoy que Veracruz se vino, para repartir calor, nos representa un honor estar en el Cervantino”.

Por su parte, Gilberto Gutiérrez, de la misma agrupación de son jarocho, detalló que el fandango es una “fiesta de la música” y cuya recuperación también prohijó el resurgir del género tradicional, pues los viejos músicos regresaron a tocar y en el que los jóvenes se incluyeron.

“El fandango es una cosa que genera una energía colectiva, positiva y felicidad; genera convivencia multigeneracional, participación muy amplía y ha sucedido que el son jarocho y el fandango se volvieron muy incluyentes”.

El recital significa una colaboración de la variedad de instrumentos, estilos y generaciones que confluyen en una expresión artística centenaria, un diálogo que además de pervivir ha vuelto a ser un fuerte vínculo entre comunidades.

Se trasladó a la ciudad del Bajio la calidez humana de una cultura donde la sensualidad del baile y la evocación y humor jarocho. Al cierre, de la edición continuaba el muestrario amplio del son jarocho.