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Negocios y empresas

Banco central de Argentina

L

os bancos centrales, como el Banco de México, juegan un papel fundamental en el desarrollo de un país. Hay bancos subordinados al gobierno federal y otros autónomos. Además, hay instituciones que tienen dos mandatos: el control de la inflación y el crecimiento de la economía.

Los que mejor funcionan son los autónomos con un solo mandato: controlar la inflación. La razón es que cuando el banco es independiente frena la emisión monetaria sin sustento. Si el banco no es autónomo, crea dinero sin respaldo y genera inflación. Quien pierde en este proceso es el pueblo, ya que todo se encarece. Por desgracia, esta es una forma típica de empobrecer a un país.

Argentina es un ejemplo de esta situación. Su banco central emitía dinero sin sustento para resolver las necesidades gubernamentales. Por ello, ha pasado en forma recurrente por periodos de hiperinflación. Una etapa crítica se vivió entre 1989 y 1990, cuando los niveles llegaron a 3 mil 80 por ciento y a 2 mil 314 puntos porcentuales, respectivamente. Ahora no se encuentra en esos rangos, pero se mantiene como uno de los graves problemas del país. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina (Indec) la inflación en 2023 fue de 211.4 por ciento y en 2024 de 117.8.

Para frenar el aumento de precios se han realizado reformas con el objetivo de limitar la emisión monetaria. Ahora se habla de “autarquía”, más que de autonomía, de la institución. Sin embargo, mantiene obligaciones múltiples y una autonomía relativa, ya que no sólo contempla la estabilidad monetaria, sino también el desarrollo económico.

Con Milei la inflación se ha reducido, al situarse en agosto de este año en 1.9 por ciento mensual, frente a niveles superiores a 10 por ciento cuando tomó el poder. Este logro se debe a un fuerte recorte del gasto y a la disminución del déficit público. El problema es que se frena la inflación por medio de un tipo de cambio controlado y manejado políticamente. Aún con créditos del FMI y de Estados Unidos, las reservas de divisas son limitadas porque se importa más de lo que se exporta.

La libre flotación es la solución, pero al soltar las amarras del peso se daría una fuga de capitales y una mayor inflación. Un círculo vicioso difícil de resolver.