Sábado 25 de octubre de 2025, p. 9
A falta de Checo, Pato., No hay un impacto notable por la ausencia este año de Sergio Pérez sobre la pista, pues la presencia de Patricio O’Ward funciona muy bien con los aficionados. Esto es un fenómeno cuyo termómetro son las ventas de productos y las indumentarias en el Autódromo Hermanos Rodríguez.
En las tiendas de productos de Fórmula 1 en la Magdalena Mixiuhca, este año no es Red Bull el equipo que más vende, según cuentan quienes atienden. Si Checo abando-nó los colores del equipo del Toro Rojo, los seguidores se decantan por las prendas color naranja de McLaren, donde el regiomontano O’Ward es el piloto de reserva. Un mexicano en F1 es al parecer la mejor estrategia de mercadotecnia.
Y Ferrari se consolida como otro consentido del público aficionado. El rojo encendido del Cavallino Rampante seduce a los consumidores como toros ante el capote. Entre esas tonalidades, las carteras mexicanas se desbordan por prendas que pueden costar desde 2 mil pesos por una playera tipo Polo, hasta 5 mil por una sudadera. Las gorras oficiales también circulan entre los asistentes, que a pesar de ser día de prácticas, ya pululan en el autódromo y alrededores.
No se trata de simple moda, advierten varios asistentes. Eso tal vez antes, pero los años de seguir este Gran Premio han convertido al aficionado promedio en un conocedor de la Fórmula 1. Si Checo se fue de Red Bull, ahora sí se diversifican los gustos, aunque hay claras preferencias.
“Creo que Ferrari está instalado en el corazón de los aficionados mexicanos porque es un equipo clásico y por Alain Prost, quien ganó aquí. Es como Dallas o Pittsburgh en la NFL para el público mexicano, porque representa una época de cuando crecía el gusto por el futbol americano en los años 70 y 80”, cuenta el señor Rodríguez, quien acudió con su esposa e hija, una familia muy enterada sobre la Fórmula 1.
“Así ocurre con Ferrari. Por supuesto que esto no existiría sin Checo Pérez, porque hizo que muchos llegaran al automovilismo e incluso el Gran Premio de México no existiría sin ese boom que provocó”, agrega el señor Rodríguez.
Lana, de 19 años, observa las prácticas ataviada toda de naranja McLaren, porta un afiche y una diadema de Pato O’Ward, todo lo mandó a fabricar. Ella también pudo ser parte de ese público que arrastró al automovilismo el entusiasmo por Checo Pérez, pero ahora es devota del regiomontano, a quien espera ver en el futuro en un puesto fijo en F1.
“Mi papá fue quien me contagió el gusto por el automovilismo. Pero no hizo tanto, porque desde que lo vi una vez quedé enganchada y es una afición que disfruto mucho y sigo el campeonato con atención”, comenta Lana, quien viene desde Guadalajara para disfrutar de su espectáculo deportivo favorito.
A un costado de ella, un grupo de jóvenes ruidosos se emocionan cada que pasa frente a ellos el auto que conduce O’Ward. Se sabe que se avecina porque todos empiezan a prevenir con un “ahí viene el Pato, ahí viene”. Sólo dura un instante que para ellos bien vale la pena.
“Si no está Checo, tenemos a Pato. Lo importante es que haya un mexicano en la pista, porque eso es lo que nos emociona para venir. Aunque yo creo que a estas alturas, con o sin ellos, los aficionados vendríamos por ver la competencia por sí misma”, dice uno de estos jóvenes que lleva encima una camiseta de Checo de cuando aún estaba en Red Bull.
Hay que ver cómo responde el público hoy cuando empiece la verdadera batalla por el campeonato de pilotos que se mantiene muy cerrada. No habrá mexicanos en la pista, pero qué más da, el boleto está pagado, el título en disputa y el próximo año Checo estará de vuelta.












