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Otra cara de la F1 en la capital

Entre baches, franeleros y el recuerdo de Fabbio, el piloto canino
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▲ Así lucen las calles aledañas al Autódromo Hermanos Rodríguez, las cuales han sido cerradas, mientras los franeleros hacen su agosto con los lugares en la vía pública.Foto Alberto Aceves
 
Periódico La Jornada
Sábado 25 de octubre de 2025, p. a10

Las llantas, los botes y barreras improvisadas que colocan los vecinos de la alcaldía Iztacalco para indicar que en las calles hay un bache o la renta de un lugar de estacionamiento son parte del paisaje del Gran Premio de México. Hay algunos hoyos a los que les han puesto nombre. “El de Sur 2 es-tá por cumplir un año”, afirma un vendedor de periódicos en la colonia Agrícola Oriental, una de las vías principales para el paso de cientos de automóviles hacia Ciudad Deportiva. Los conductores intentan orillarse, pero la grava está tan hundida que patinan y el golpe provoca algunas fugas de aceite. El problema se agudiza con el tránsito, pues las malformaciones quedan ocultas y aumenta el riesgo de accidentes.

“¿Busca un lugar de estacionamiento?”, preguntan varios metros a la redonda franeleros que abren el zaguán de sus casas para ofrecer un espacio en 200 o 300 pesos, según la cercanía de las puertas, por el tiempo que dura la sesión de prácticas. Otros rentan sus baños, ganan entre 10 y 20 pesos por el uso de lavamanos y papel higiénico, además de vender productos de la Fórmula 1 con diseños de mochilas y playeras nunca antes vistos. “Gorras de Checo Pérez en 350”, responde una comerciante a un grupo de aficionados que busca entre decenas de modelos el de la escudería Cadillac, nuevo equipo del piloto mexicano en 2026. Desde Avenida 8 hasta el Viaducto Río de la Piedad, las banquetas están tapizadas de negocios, cuidacoches y de patrullas de tránsito.

Al cruzar hacia la entrada del Hermanos Rodríguez, el ciclista y dueño de un taller de carpintería Jorge Alvarado, quien solía remolcar a su perro Fabbio en un pequeño monoplaza de madera que simulaba alerones y neumáticos, como el coche que conducía Checo Pérez en Red Bull, muestra una imagen de cartón en la que aparece su mascota con gafas de piloto. “Fabbio murió en abril pasado. Tenía 16 años. Estuvo hospitalizado tres días, pero se le complicaron los intestinos y nos dejó. Venimos juntos a tres Grandes Premios. Esta es una manera de recordar que aún está con nosotros”, comparte a La Jornada todavía conmovido, con un gafete colgado sobre el cuello en el que se lee el nombre y número del French poodle que hizo carrera en la F1. 

La gente mira la figura de Fabbio por varios minutos. Toma fotos, videos, pregunta qué pasará con el remolque común para mascotas que su dueño convirtió desde 2022 en un coche de carreras y con el que intentó promover refugios para la adopción de perros en situación de calle. “Tammy seguirá con su legado, ahora como la única perrita piloto de Fórmula 1”, indica Alvarado sobre la otra integrante de la familia canina. Mientras se acerca la hora de la carrera, la expectativa por otro Gran Premio de México marca al mismo tiempo dos realidades en una misma alcaldía: de un lado la opulencia y el glamour de un espectáculo que produce millones de pesos y, del otro, colonias que naufragan entre baches. Lo mismo en Iztacalco que en la Venustiano Carranza.

“En 11 años que tengo viviendo en la Granjas México, nunca me habían impedido el paso por la Fórmula 1”, cuestiona la señora Alejandra Martínez, vecina de la demarcación; “salí de mi edificio y había patrullas en ambos lados de la calle Vainilla, donde vivo. Los policías no me dejaban pasar, hasta que les expliqué que tenía que llevar a mi hija a la escuela”. El despliegue de más de 3 mil 900 policías y 400 unidades oficiales refuerza la seguridad en los accesos, pero también produce diversas problemáticas, incluida la entrada y salida de residentes a sus destinos. En el mercado de la colonia Puebla, un mural del mexicano Checo Pérez, todavía con los colores de Red Bull, resguarda un pequeño estacionamiento para bicicletas, utilizado por aquellos que prefieren evitar el tránsito y pagar por un lugar a los franeleros.

Algunos taxistas hacen base sobre el Viaducto, pero sólo mientras aparece algún oficial de tránsito. “Avánzale, taxi, avánzale”, les piden las autoridades, aunque no sucede lo mismo con quienes usan la vía pública para apartar lugares. La carrera de F1 celebra 10 años tras su regreso en 2015 con una mezcla de ambientes: desde la renta de lugares, el zigzagueo de automovilistas para evitar ponchaduras por los baches o la molestia de los vecinos que salen a su trabajo, hasta la nostalgia por viejos amigos caninos que ya no están.