La Jornada, 25 de septiembre de 1996

Sección de Cultura


Se inició el Quinto Coloquio Latinoamericano de Fotografía en el CNA

Pedro Meyer: factible, conseguir que la tecnología sea nuestra aliada

``Para formar sus opiniones, las sociedades se apoyan cada vez más en una cultura pictográfica''


Merry Mac Masters #&164; A casi 20 años del Primer Coloquio Latinoamericano de Fotografía ni ``la fotografía'' ni ``Latinoamérica'' son las mismas, sostuvo ayer el fotógrafo Pedro Meyer.

Incluso, ``el término `fotografía latinoamericana' ha perdido esa nitidez conceptual con la que originalmente la habíamos trazado''. A medida que pasa el tiempo, ``tendremos que ir encontrando nuevas fórmulas que presenten el tema de la identidad de manera más actual''.

``Tendremos que ampliar el espacio que da cabida a lo que consideramos como `latinoamericano' y al mismo tiempo responder a las necesidades particulares de identidad que se presentan distintas para cada individuo y para cada región''.

HISTORIAS DEL REY CHIQUITO Trino

Meyer, quien en los últimos años se ha preocupado por ``las fronteras, tanto tecnológicas como territoriales'', dictó la ponencia magistral, ``Tres carabelas rumbo al próximo milenio'', al inicio del Quinto Coloquio Latinoamericano de Fotografía que se efectuará hasta el día 27 en el Centro Nacional de las Artes (CNA).

Si algo une ambas reuniones, en la de 1978 ``México, nuestro anfitrión, pasaba por una de sus peores crisis económicas de las últimas tres décadas'', frase que sigue teniendo ``vigencia'', porque las crisis aún peores se han reflejado en la forma esporádica en que se han llevado a cabo esas reuniones.

En estos 20 años el ``acelerado ritmo'' del fenómeno de las migraciones, por otro lado, llevó a Meyer --actualmente radica en Los Angeles donde en dos décadas la población hispana ha aumentado de 1.5 a 4.5 millones, 80 por ciento de los cuales son de origen mexicano-- a indicar que en esta era de la tecnología digital la velocidad y facilidad con que se recibe información ha hecho más accesible la posibilidad de migrar.

Y ``tanto los fenómenos migratorios y demográficos como las transformaciones producto de la era digital, trastocan necesariamente, como toda realidad social, el quehacer del artista y su relación con el mundo que le rodea''.

Por lo tanto preguntó, si hablamos de ``fotografía latinoamericana'', ¿a cuál fotografía nos estaremos refiriendo?, ¿a la que se origina en un determinado territorio?, ¿a la que sólo retrata las caras de América Latina? Mi pregunta sería:

¿Qué condición debe reunir una obra para adquirir la carta de ciudadanía latinoamericana?

Siguieron más interrogantes: un peruano que ahora radica en Houston y fotografía esa ciudad en donde vive, ¿es menos ``latinoamericano'' en su fotografía que un peruano que vive en Lima y que va a retratar las ruinas de Machupichu?

¿Es más cubana la fotógrafa que capta sus imágenes en La Habana, que aquélla que lo hace en Miami o Nueva York?, y ¿qué decir del fotógrafo mexicano que va a Texas, o al desierto del Sahel o a China para captar sus imágenes?, ¿cómo comparar tales obras en cuanto a su condición ``latinoamericana'' con la de un sueco, por ejemplo, que viene ocho años seguidos a fotografiar en la Ciudad de México y vive entre nosotros? ¿Es la nacionalidad del autor la que aporta la esencia de lo hecho en América Latina?, ¿es el contenido de la imagen?, en otras palabras, ¿es el rostro de nuestra América lo que tiene que aparecer para reunir su condición de latinoamericano?

Después de ejemplificar cómo se ha transformado la interacción entre medios de comunicación y acontecimientos: el levantamiento armado en Chiapas, la Guerra del Golfo Pérsico y el desembarco de los marines norteamericanos en las playas de Somalia y las recientes Olimpiadas de Atlanta, Meyer dictaminó:

``Para guiar y formar sus opiniones, las sociedades se están apoyando más y más en una cultura pictográfica''.

Al final del milenio, agregó, ``estamos entrando a una era que será eminentemente de imágenes''. Aunque dudó si eso resulte realmente beneficioso para la sociedad en general.

Pero, ``lo que sí les puedo asegurar es que habrá muchísimo trabajo para los fotógrafos, camarógrafos y creadores de imágenes. Además, a juzgar por los avances tecnológicos, cada día será más fácil y barato producir y distribuir imágenes fijas y en movimiento. Por esta razón nuestro quehacer como fotógrafos se está viendo transformado de manera irreversible.

``A la par de estos cambios que no tienen marcha atrás, es preciso contar con una visión que permita comprender el rumbo hacia donde nos perfilamos''.

Al retomar la vieja discusión sobre la autenticidad de la foto fija como documento, el ponente reflexionó: ``Mientras que los reporteros pueden alegremente hacer lo que les venga en gana con las cintas magnetofónicas en sus grabadoras, a los fotógrafos se les amenaza con cortarles las manos si se atreven a usar la computadora para corregir algo de la imagen fotográfica cuando ésta es de tipo periodístico''.

Si se supone que un reportero tiene la capacidad para editar su material de una manera responsable y el fotógrafo no, será que los ``inquisidores aún no han caído en cuenta que el fotógrafo siempre ha editado su material antes de disparar el obturador''.

Mientras los fotógrafos debaten sobre si la foto puede hacerse de una manera u otra, o si tiene credibilidad o no, la sociedad civil ya va mucho más adelante de la discusión: en estos últimos años el video y no la fotografía es la que ha estado presente en los momentos de mayor toma de conciencia pública, aseveró.

``Tal vez estamos tan enamorados de nuestro quehacer fotográfico que nos cuesta trabajo asimilar que ya hay cámaras de video que son del mismo peso, costo y movilidad que las cámaras de imagen fija''.

Seguramente, apuntó, para el año 2000 tendremos cámaras digitales que van a poder registrar imágenes de buena calidad tanto en formato fijo como en movimiento, por supuesto además de sonido.

Ese hecho, continuó Pedro Meyer, invita a una profunda reflexión en cuanto a nuestras opciones para trabajar y expresarnos con creatividad en un contexto totalmente transformado. Pero este cambio no debe resultarnos difícil si pensamos que la fotografía, desde su nacimiento, ha estado inmersa en un proceso natural de desarrollo.

Al reflexionar sobre los procesos de distribución de las obras dijo: ``lo primero que viene a la mente es la importancia del Internet para la obra pictográfica''.

Responsable del espacio llamado ZONAZERO en la red electrónica, Meyer sentenció:

``El hecho de que alguien deliberadamente se excluya de usarlas (las nuevas tecnologías) no significa que éstas dejen de tener una creciente influencia en las actividades de la sociedad''.

Además, ``es fundamental que nuestras culturas se hagan presentes en las redes de comunicación mundial. No podemos ni debemos perder nuestras voces, nuestra lengua y manera de soñar...''

De nuevo vaticinó que en este mundo de culturas cada vez más pictográficas, los fotógrafos ``tendremos muchas más oportunidades creativas y económicas que en el pasado''. Hizo votos para que ese ``privilegio de que gozamos nos sirva, además de prosperar en lo personal, para llevarle inspiración y bienestar a nuestras comunidades latinoamericanas en donde sea que éstas se encuentren''.

Si al iniciar estos coloquios, ``nos habíamos propuesto la meta común de hacer presentes nuestras voces en todos los foros, tanto nacionales como internacionales'', Meyer aseguró que hoy nos toca nuevamente cerrar filas y darnos cuenta de que sólo mediante un esfuerzo colectivo es posible asegurar que la tecnología resulte nuestra aliada''.

Ahora la cita que tenemos es para llevar la cultura latinoamericana a todos los confines del planeta, a las tierras conocidas y a los mundos que aún falta por descubrir.

(Anoche, dentro del Quinto Coloquio Latinoamericano de Fotografía, Pedro Meyer también presentó el libro de su autoría, Verdades y ficciones).


Miguel Barbachano Ponce
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Kiyoshi Takahashi, escultor