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Iván Restrepo
El derrumbe de un gigante
Hace un mes, el mundo financiero internacional se estremeció con la bancarrota de la gigantesca empresa estadunidense Enron, que ocasionó por doquier pérdidas multimillonarias en dólares. Tenía bajo su control una quinta parte de la comercialización de energía en Estados Unidos, Europa y diez países de América Latina. Fue arrastrada a la crisis por sus cuantiosas deudas, por maquillar delicadamente sus finanzas, por los negocios personales de sus ejecutivos y por mentirle a sus accionistas y a las autoridades al presentarse como un conglomerado líder en su tipo cuando el abismo era su próxima parada. No hay forma de rescatarla y el efecto de su bancarrota se dejará sentir a lo largo de muchos años. Ahora enfrenta cientos de demandas y es objeto de investigaciones judiciales. Todos quieren saber quiénes fueron los culpables del mayor derrumbe empresarial en la historia de la economía mundial, y qué personajes de las finanzas y la política tuvieron relaciones perniciosas con dicha compañía.
La debacle de Enron ilustra la forma de actuar de los grandes consorcios en el mundo y los efectos nocivos que dejan a su paso en las economías y la sociedad de muchos países. En México es conocida en el medio empresarial y gubernamental. Detenta 20 por ciento de una planta generadora de energía que se construye en el área metropolitana de Monterrey y que surtirá del insumo a cuatro grandes complejos industriales de la zona. También en el comercio de gas. Sus mejores días estaban por venir con la apertura del sector eléctrico y los nuevos campos de gas natural en Veracruz y Tabasco. Otras empresas de Estados Unidos construyen ductos para la explotación de nuestro gas natural y una planta de energía en Baja California.
La que se ufanó de llamarse "la principal empresa mundial" deja sin empleo a miles de personas y deudas por doquier; como sucede en estos casos, y nos enseña la experiencia de quiebras famosas, los tiburones de las finanzas y la industria se encargarán de apoderarse ventajosamente de lo que quede de Enron. El gobierno estadunidense buscará que no llegue más sangre al río.
Pero no hay mal que por bien no venga y esa bancarrota sirve para ilustrar los peligros de efectuar en México una apertura del sector eléctrico a gusto del gran capital y de la derecha política, reformando para tal fin los artículos 27 y 28 constitucionales, así como la legislación secundaria correspondiente.
Las reformas que propone el PAN son en el sentido de que las empresas de los sectores social y privado puedan participar en las tareas que antes correspondían exclusivamente al Estado, pero sin privatizar la Comisión Federal de Electricidad ni la Compañía de Luz y Fuerza, además de respetarse los derechos laborales de sus trabajadores. En pocas palabras: apertura al gran capital.
Pero un personaje de gran peso, que nadie puede calificar de izquierda, recomienda a México no abrir dicho sector a intereses privados "a menos que tenga asegurado 15 por ciento más de la energía que necesita". Se trata de Gray Davis, gobernador de California, la sexta economía más importante del mundo. En su reciente visita a la ciudad de México dijo que su estado ha sufrido graves problemas de abasto y costos de la energía y que las empresas privadas "trataron de vaciar nuestras arcas el año pasado" al tratar de cobrar por la electricidad siete veces más que en 1999. No se anduvo por las ramas de la diplomacia y reveló los problemas que le han causado a la población las dos compañías privadas que se quedaron con el pastel energético en California. Ofrecieron las perlas de la virgen: precios más bajos para los consumidores, abasto seguro para la industria y los servicios, salarios dignos a sus trabajadores, ingresos elevados al fisco. Ocurrió lo contrario, y México ha tenido que vender excedentes a California para enfrentar sus déficit energético.
Nuestros legisladores, el presidente Fox y su gabinete saben muchas otras cosas sobre el triste papel que han jugado las empresas privadas de energía en California, Argentina, Brasil, Escandinavia, India y Australia, para citar algunos casos. Así que sobre aviso no hay engaño.
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