Anabel Ochoa

Intenciones opuestas

El machismo es el sistema bajo el que todos hemos vivido en estos lares y la mayoría del mundo que conocemos, salvo raras excepciones. El machismo es una creencia y una forma de vivir en la que se considera al varón un ser superior a la hembra, con capacidades que ella no posee, por encima de las mujeres en la toma de decisiones, desde domésticas hasta políticas, con poder en definitiva, y siempre que hay un poderoso hay un sometido, la hembra humana en el caso que nos ocupa. Esto hoy en día parece una broma, porque sabemos que las decisiones del mundo exterior no se toman con el pene ni con los testículos, porque sabemos que tampoco el útero o los ovarios obnubilan, porque estamos ciertos de que el cerebro es algo que ambos sexos y géneros tenemos completo en la cabeza más allá de lo que nos ocurra de la cintura para abajo. Sin embargo esto no acaba de ser bien entendido en toda la extensión de la palabra y mucho menos se pone en práctica en la vida cotidiana.

El machismo entre nosotros ya no está de moda, de hecho es un rótulo peyorativo, como todo lo que acaba en "ismo" porque parece una tendencia abusiva y deformante: racismo, sexismo, clasismo, etc. Digamos que no es "políticamente correcto". Pero esto es frivolidad y fachada que no llega al fondo. Cuando se rozan las modernidades a medias es casi peor que cuando se desconocen por completo. Me refiero a aquellos que piensan que el feminismo, por acabar en "ismo", es algo semejante al machismo pero al revés, es decir que tienden a creer que se supone prepotencia de las mujeres. No es así, y mejor lo aclaramos de una vez por todas para no seguir diciendo idioteces como las que oímos a diario en los medios confundiendo las cosas. El machismo es un abuso de poder del macho sobre la hembra. El feminismo no es exactamente la vuelta de la tortilla sino que, a pesar de su nombre, es una lucha de las mujeres por lograr su reivindicación como personas de pleno derecho, como humanos que son, al igual que los hombres. Nada más, no hay guerra ni pretensión alguna de abuso de poder de las hembras respecto al macho, entre otras cosas porque es imposible y apenas recientemente se consiguen derechos tan elementales como votar en unas elecciones a pesar de no tener pene (šqué risa!), pero así es. Por tanto no nos hagamos bolas con las palabras ni le tengamos miedo a cosas que no son amenazantes para nadie sino pura justicia, y el justo nada tiene que temer.

Es aberrante cuando hablan con cierta precaución del "feminismo radical" como si fuera una amenaza social; Ƒde qué están hablando?, Ƒcuál "feminismo radical" en estos tiempos? Que yo sepa, en el mundo sí hay machismo radical, sí se les corta el clítoris a las mujeres para que no gocen y obedezcan, sí se las mata por no ser sumisas; pero en cambio (šno inventen!) no sé de ningún movimiento en el mundo que se dedique a cortar penes a los hombres para que sean bien portados. Este temor al feminismo como palabra, más bien parece ser un fantasma que una realidad cultural en nuestros días. Y no sólo de ellos sino también, por desgracia, de las mismas hembras atemorizadas con los cambios. Hay muchas mujeres llenas de cicatrices en su cuerpo y en su alma por esta desigualdad de géneros y, sin embargo, a la hora de hablar, disculpan su discurso con frases como: no vayas a creer que soy feminista (como si fuera depravación o delito), o repuntan: sin necesidad de ser feminista (como si no fuera necesario), o alegan: no hay por qué ser feminista sino femenina (con miedo a que les crezca el clítoris), o de plano: tampoco hay que ser radical. ƑDe qué radicalidad o de qué miedo están hablando?

Ser feminista no es un delito porque no es un abuso de poder, es una reivindicación justa y debiera ser un orgullo, no una amenaza. El feminismo no te roba el maquillaje ni te obliga a ser "marimacha", al contrario te da un lugar honesto y humano. No sólo es cuestión de mujeres sino de pensar al respecto y emplear la cabeza. Muchos hombres son ya feministas -más aún entre los jóvenes por reflexión al respecto- sin que se les caiga la virilidad por ello; al contrario, šmis respetos caballeros! Eso es pensar con la cabeza grande y no solo con la chiquita. Lo demás es puro cuento timorato y convenenciero.

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Fragmento extraído del libro Mitos y realidades del sexo joven