Goce de letras

Narrativa que florece del amar y ser amado, del gozar y ser gozado, circula en una nueva colección, El Altar de Venus, editada por el sello Colofón.

Esta serie de libros eróticos surge debido "a la carencia de una colección mexicana de ese género en nuestro país", explica Javier Gutiérrez Ruvalcaba, editor de dicha colección junto con Ramón Cifuentes.

La mayoría de los libros que se pueden encontrar en México sobre literatura erótica provienen de España o llegan traducidos con términos propios del habla española "que muchas veces no significan mucho al lector de nuestro país; no le atraen ni lo excita", dice Ruvalcaba.

Debido a que se consideró que había una carencia de literatura erótica mexicana, ''nos propusimos -a partir de mayo del 2001- competir, por qué no, con La Sonrisa Vertical, una de las colecciones más famosas".

El nombre fue tomado de una frase recurrente del Marqués de Sade para referirse al pubis: "Entonces, separándole las piernas hasta donde era posible, se sentó frente a ella y apuntó al altar de Venus..."

Y la serie se estrena con cuatro títulos: Hadas de mar, de Niña Yhared (1814); Por qué me quite del vicio, de Jorge Luis Sáenz; Tras el falo, de Anabel Ochoa, y Guarradas light, de Josu Iturbe.

La razón de esa carencia de textos eróticos en México, expresa el editor, "es quizá por el tabú que existe en la sociedad mexicana, por esa doble moral mal llevada.

"Nosotros, por supuesto, no estamos descubriendo el hilo negro, no obstante tenemos la intención de retomar toda la experiencia del siglo XIX, respecto a la concepción erótica que se tenía en ese entonces, lo cual consideramos representa un desafío para los tabúes que marcan el eros del mexicano".

En nuestro país, agrega Ruvalcaba, sí existen escritores de literatura erótica, más que textos publicados de ese género, eso debido quizá "a una autocensura. Casi puedo asegurar que muchas personas tienen sus textos escondidos debajo del colchón".

Según Ruvalcaba es difícil hablar de esa línea invisible entre el erotismo y la pornografía, "porque mientras para alguien lo que está leyendo es un fino erotismo, para otras puede ser algo pornográfico. Lo que sí puedo señalar es que vamos a tratar de ser flexibles en encontrar ese fino tejido que divide entre el amar y ser amado y el gozar y ser gozado".

Respecto a la existencia de una literatura erótica mexicana, el editor de Colofón considera que tenemos "un campo mucho más amplio que los mismos españoles, ya que cuántos términos -por ejemplo, los de la picardía mexicana- se utilizan tan sólo para las partes íntimas. En ese sentido, el vocabulario que existe en México es demasiado amplio. Si se manejan y escriben bien esas palabras, adjetivos y sobrenombres de las partes íntimas, creo que sí puede haber una erótica a la mexicana".

Los cuatro volúmenes son muy diferentes entre sí, concluye Ruvalcaba, ya que "el erotismo cada quien lo cuenta como le va en la feria". CARLOS PAUL