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Ť Asignatura olvidada en las primarias, igual
que en los presupuestos oficiales y de empresas, dicen
Proponen expertos una reforma educativa que revalore
la ciencia
Ť Los maestros comparten los conceptos incompletos y a
veces erróneos de sus alumnos: investigador
CLAUDIA HERRERA BELTRAN
La enseñanza de las ciencias es la asignatura olvidada
en las primarias mexicanas. Los investigadores ubican carencias en los
programas de estudio, enfoques erróneos en los libros de texto,
profesores que no manejan conceptos elementales de la ciencia y que tampoco
fueron preparados para despertar la curiosidad de sus alumnos, además
de la ausencia de recursos básicos, como pequeños laboratorios
escolares.
El
entorno social tampoco es favorable. Así como el desarrollo científico
y tecnológico está desvalorizado en los presupuestos que
destinan el gobierno y las empresas (que representan apenas 0.4 por ciento
del PIB, cuando en otros países llega a 2 por ciento), y en los
magros salarios de los científicos, ocurre lo mismo en las aulas
y en el entorno familiar. Los mexicanos carecen de una cultura científica
en tiempos de la supremacía del conocimiento.
Las consecuencias de esta situación son promedios
bajos en las evaluaciones de los educandos y un problema que desde hace
décadas está presente en las aulas universitarias: la falta
de vocaciones científicas.
Actualmente, la enseñanza de las ciencias tiene
presencia marginal en los planes y programas de estudio de las primarias
mexicanas. La materia de ciencias naturales se imparte a partir de tercer
grado, y los alumnos le dedican apenas tres horas semanales, mientras que
a otras destinan 10. Los temas fundamentales que estudian son: los seres
vivos, el cuerpo humano y la salud; el ambiente y su protección;
materia, energía y cambio; ciencia y tecnología, y sociedad.
Pero el objetivo central no es la enseñanza de
la ciencia, y el propio programa de estudios lo señala: "El estudio
de las ciencias naturales en este nivel no tiene la pretensión de
educar al niño en el terreno científico de manera formal
y disciplinaria, sino la de estimular su capacidad de observar y preguntar,
así como de plantear explicaciones sencillas de lo que ocurre en
su entorno".
Angel López, investigador de la Universidad Pedagógica
Nacional, especializado en educación de la ciencia, explica: "en
los últimos ocho años la Secretaría de Educación
Pública avanzó mucho en la enseñanza de temas relacionados
con el cuerpo humano y la salud, como es el caso de la sexualidad, que
cada vez tiene un tratamiento más profesional y científico.
Sin embargo, dejó huecos enormes en el campo de las ciencias".
Esas insuficiencias se reflejan en los resultados de las
recientes pruebas. La evaluación del Programa Internacional para
la Evaluación del Estudiante (PISA 2000), dirigida por la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), ubica
a México en el penúltimo lugar en el grupo de 31 países
más ricos del mundo que fueron evaluados en el área de ciencias.
El Tercer Estudio Internacional de Matemáticas
y Ciencias (TIMMS, por sus siglas en inglés), que se basa en pruebas
aplicadas en 1995 y 2000, ubica también a México en el último
lugar en el grupo de los 30 países más desarrollados del
mundo. Aunque en el caso del TIMMS, la SEP señaló en 2000
que hubo avances en la evaluación de ciencias. El último
informe de labores de la administración de Ernesto Zedillo indica
que el año pasado el porcentaje de acierto se incrementó
3.8 por ciento respecto al primer examen.
No es problema exclusivo del país
El problema de la enseñanza de las ciencias no
es exclusivo de México, es una preocupación permanente en
países que han visto cómo se han ido vaciando sus facultades
en esa área. En las pasadas tres décadas esto ha provocado
la aparición de diversos modelos que se han propuesto despertar
en los niños el interés por los asuntos científicos.
La investigadora Verónica Kauffman refiere que
hasta finales de los 60 la enseñanza de las ciencias consistía
en que los alumnos se supieran de memoria los conceptos científicos
que el profesor o el texto les habían explicado.
En los 70 ese modelo hizo crisis, y en Estados Unidos
nació un movimiento pedagógico que en respuesta a esa visión
"enciclopédica" propuso enseñar a los alumnos de acuerdo
con el método de trabajo de los científicos. La respuesta
en ese momento fue convertir el método científico en una
especie de receta. Observación, elaboración de hipótesis,
experimentación, confrontación y conclusiones se convirtieron
en ritual obligado.
Una década después, este modelo también
se puso en cuestión, y apareció un novedoso enfoque, que
consiste en detectar las ideas previas que los estudiantes tienen sobre
determinados conceptos científicos, y que por lo general suelen
ser incompletas, parciales y, en muchos casos, erróneas. Lo más
grave es que si no se detectan a tiempo, la escuela sirve de poco para
que los alumnos las desechen.
En México, la reforma educativa más reciente,
la de 1993, omite en los planes y programas de estudio el concepto de ideas
previas. Algunos materiales que elaboró la SEP las mencionan, pero
este enfoque no ha permeado en las escuelas mexicanas, afirma el físico
Fernando Flores Camacho, coordinador de la Unidad de Pedagogía Cognitiva
y Aprendizaje de la Ciencia, del Centro de Instrumentos de la UNAM.
Este tema de las ideas previas se refleja en la propia
formación de los maestros. Flores Camacho explica que, por lo general,
los profesores comparten los conceptos incompletos o erróneos de
sus alumnos. "Por tanto, resulta muy difícil que los alumnos tengan
concepciones mucho más acabadas y explicativas de la ciencia si
sus profesores no las tienen."
El principal problema es que la escuela da una visión
de la ciencia basada en inventos, en productos acabados. "No enfatiza la
parte de la elaboración, que los estudiantes también pueden
hacer sus hipótesis, representar sus modelos y confrontar sus ideas",
explica el investigador Angel López.
Pero los alumnos de primarias públicas tampoco
cuentan con herramientas elementales, como un microscopio o un termómetro,
porque en estas escuelas no existen laboratorios. "Los maestros que son
más creativos tratan de suplir estas carencias con botecitos, con
agua, pero eso no es suficiente."
A fin de cuentas, estas carencias son producto del contexto
nacional. Flores lo explica: "la ciencia es uno de los grandes problemas
del país. No se aprecia, no se valora y no se hace, ¿qué
podemos esperar de la escuela?"
Pero existe una luz al final del túnel. Los expertos
coinciden en que se debe promover una reforma educativa que revalore la
ciencia no sólo como una asignatura importante, sino como un detonador
fundamental en el desarrollo conceptual de los estudiantes.
Y en esta tarea es importante que la ciencia deje de considerarse
como asunto de iniciados y se convierta en una experiencia cotidiana con
la que los niños convivan desde el nivel prescolar.
Pero los especialistas insisten en que ninguna transformación
del currículum tendrá resultados si los maestros no son tomados
en cuenta ni se mejoran las condiciones materiales de las escuelas.
Ideas previas, nueva forma de aprender
La idea equivocada de que los seres humanos podemos movernos
gracias a la circulación sanguínea y no a los músculos
está extendida entre algunos niños y adultos, sin importar
que hayan cursado y aprobado asignaturas como ciencias naturales y biología.
Este es un ejemplo de lo que pueden generar las llamadas
ideas previas, concepto que proviene de la teoría constructivista
y que en las dos décadas pasadas comenzó a provocar una revolución
en los modelos de enseñanza de las ciencias en países como
Estados Unidos, Inglaterra y España.
Según este modelo, los alumnos no llegan a sus
clases con la "mente en blanco", sino que tienen una serie de concepciones
sobre los fenómenos de la física, la química y la
biología.
Por lo general, desde el conocimiento científico
las ideas previas suelen ser incompletas, parciales y, en muchos casos,
erróneas. Lo más grave es que si la escuela no las detecta
a tiempo, los niños pueden terminar sus estudios y convertirse en
adultos y no desecharlas.
Según esta teoría, la misión de los
maestros es detectar las "ideas previas" de sus alumnos. La mejor forma
es mediante la realización de experimentos muy sencillos para que
los propios estudiantes analicen críticamente sus concepciones y,
en caso de ser equivocadas, las hagan a un lado para que puedan construir
su conocimiento científico.
Los profesores, los padres de familia o los alumnos a
quienes interese tener más información sobre este tema podrán
encontrarla a partir de enero próximo en una nueva página
de internet del Centro de Instrumentos de la UNAM (http://www.ideasprevias.cinstrum.unam.mx:2048).
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