Ť Un ex policía, responsable de las muertes que provocan protestas en un barrio porteño

šJusticia!, claman argentinos con firmeza luego del asesinato de tres jóvenes en un bar

STELLA CALLONI CORRESPONSAL

Buenos Aires, 30 de diciembre. Cantaron el himno nacional abrazados y luego gritaron con firmeza: šJusticia! "Ustedes los vecinos nos enseñaron que no todo está perdido en el país, que hay solidaridad y que unidos el dolor es otro". Fueron las palabras del padre de uno de los tres jóvenes asesinados el sábado por un ex policía que cumplía servicios en una comisaría del lugar.

La imagen del asesinato seguía en los ojos de los testigos: a Maximiliano Tasca, de 25 años, lo mató un disparo en la sien; a Cristhian Gómez, también de 25, le dispararon en la nuca, y Adrián Matassa, de 23 años, recibió disparos en el vientre.

Encontraron la muerte en un bar, sólo por comentar los sucesos de la madrugada del 29 de diciembre en Plaza de Mayo. Estaban apoyando la respuesta de los manifestanes contra un agente de policía.

Pero el ex comisario los oyó, disparó y a los ojos de todos arrastró los cuerpos hacia afuera y colocó un cuchillo cerca de uno de los cuerpos, para simular un enfrentamiento. Esto sucedió en el popular barrio porteño de Floresta, y es algo que sucede en las zonas más pobres, sin que nadie se entere, dice el padre de Maximiliano. Un cuarto joven logró escapar.

Estos episodios de gatillo fácil han sido la razón por la cual organismos internacionales han demandado a Argentina en tiempos democráticos.

Sin embargo, esta vez no hubo silencio. El crimen generó protestas en todo el barrio de Floresta y los vecinos salieron a protestar frente a la comisaría donde quedó detenido el ex agente, y cientos de vecinos acompañaron hoy el entierro de los jóvenes.

La bronca y la pueblada ya estaban en las calles, cuando desde ayer los vecinos se lanzaron a exigir justicia, mientras la policía de la comisaría 43 no tuvo mejor respuesta que la represión. Los enfrentamientos, que duraron hasta esta tarde, dejaron vidrios rotos en la sede policía, dos veces atacada. Los jóvenes de Floresta armaron lo que aquí algunos ya llaman la intifada argentina, pero esta vez barrial.

Al mediodía cayó la cúpula policial de la comisaría de Floresta, pero la gente ya exige otras justicias postergadas de jóvenes que fueron víctimas del gatillo fácil. La gente no se fue y la vigilia sigue. Esta noche algunos vecinos bloquearon la calle Gaona; nadie quiere volver a la casa, a pesar de que habían logrado en horas lo que hace años pedían ; acabar con una cúpula policial corrupta.

Algo cambió en Argentina. Ahora la gente exige que la policía sea transferida, bajo la autoridad de la Intendencia de la Ciudad de Buenos Aires. Los cambios que se piden van para todo el arco: políticos, policías, sindicalistas corruptos y especialmente la Corte Suprema. El país entero está hoy poniendo punto final a muchas cosas.

En sólo una semana los también llamados argentinazos llevaron a la renuncia de un gobierno, el de Fernando de la Rúa, y después a la de un gabinete interino, advirtiendo que ya la vieja clase política tradicional está desgastada. Esta vez la rebelión fue en un barrio tranquilo de casas bajas y árboles añejos, aunque se siguen fermentando rebeliones no sólo en esta capital, sino también en el olvidado interior del país.

También la realidad estalla ante los pies de un justicialismo (peronismo) que creía llegada su hora del regreso tras la caída de De la Rúa.

Las cifras hablan de la tragedia de este final de un enorme país que, a pesar de contar con todos los recursos y con escasa población, se desmorona. "Para los argentinos ocurrieron las inundaciones, los pobres al minuto, estallidos, default (cese de pagos de la deuda), otros corralitos en bienes y ahorros, muertos, dolores que se desencadenaron a partir de la gran depresión más prolongada de su historia, que terminó con un gobierno que ya estaba ciego -como en los mitos griegos- y con la política herida de mortandad", escribe hoy María Seoane en el diario Clarín.

Y añade, en referencia a una foto sobre las protestas: "Es la imagen de una sociedad que no guarda silencio y que no sólo rasca la sobrevivencia en el fondo de sus cacerolas. Es lo que ocurrió en Plaza de Mayo, una tarde de diciembre, con una liturgia de desesperación y violencia. Es la imagen de un país en su laberinto".

En este país donde las últimas proyecciones indican que más de 16 de los 39 millones de argentinos vive por debajo de la línea de pobreza, y hay ocho mil 250 nuevos pobres cada día.