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Llama a exigir la liberación de presos políticos
Estimada Carmen: Aprovecho para desearles lo mejor
en el año que viene.
Con qué dignidad las presas políticas en
México, desde la cárcel, rompen los barrotes alzando su voz
para exigir la vigencia de un estado de derecho. Con qué integridad,
desde prisión, denuncian que la herida social de los desaparecidos
políticos no podrá cerrar, o que el ombusman nacional
no debiera de omitir acciones de tortura o ejecuciones extrajudiciales
realizadas por el Ejército.
¡Cuánta insensibilidad! ¡Cuánta
impunidad! ¡Cuánta cobardía refleja el gobierno actual
al mantener en cautiverio a Erika, a Gloria, a Felícitas, así
como a más de 100 prisioneros por motivos políticos en el
país.
Estas mujeres de patria han conocido de cerca el hambre,
la desnutrición y la muerte por enfermedades curables de muchos
mexicanos. Han conocido de cerca el analfabetismo y paradógicamente
la sabiduría de muchos de los nuestros. Así como muchos otros,
ellas han recorrido, junto al pueblo, un camino de lucha lleno de ideales
y utopías para alcanzarlas y construir otras nuevas.
Por qué los hombres del poder, en lugar de luchar
contra fantasmas y aplicar todo el peso de la "ley" contra las luchadoras
y luchadores sociales, no orientan todo el peso de la Constitución
para que se respeten las garantías individuales, se acaben los asesinatos
como el de Digna Ochoa, las desapariciones, los encarcelamientos políticos
y todos contemos con pan, techo, abrigo y trabajo?
No cabe duda que todos tenemos una cuota de responsabilidad
en la problemática que envuelve al país y al mundo. Por supuesto
que hay muchas cosas
por hacer. Considero que un punto importante es el de
opinaar y hacerla respetar.
Mientras consideremos que nuestra voz no vale, que no
tiene sentido tomar posición ante cada uno de los aspectos que afectan
a la nación, no tenemos futuro.
Hoy, que desde las celdas se escuchan las voces de las
presas y presos políticos, exijamos su libertad
y démonos a la tarea de construir un México justo y democrático,
sin hambre ni represión.
Ana María Vera S., ex presa política,
militante de Izquierda Democrática Popular
Propone al gobierno acciones ante la escasez de recursos
Señora directora: Ante la escasez de recursos
financieros que el mismo gobierno reconoce, propongo las siguientes acciones
concretas que están al alcalde de la propia voluntad política
del gobierno.
--Repartriación de los capitales mal habidos como
consecuencia de las privatizaciones realizadas en los gobiernos pasados.
--Revisión exhaustiva y detallada del Fobaproa-IPAB,
evitando que se quede incompleta la auditoría que ya se practicó.
--Renegociación de la deuda externa.
--Ampliación de la base gravable.
--Recuperación del capital defraudado por los banqueros
y otros grupos, ya se trate de toda clase de activos bancarios o patrimonio
personal, cuando efectivamente se compruebe el desvío indebido de
los cursos.
--Cambiar la política económica y financiera
del país en beneficio del pueblo de México, orientando el
financiamiento a actividades productivas.
--Reglamentar que las instituciones financieras de primer
piso funcionen realmente como banca de desarrollo.
--Eliminación de privilegios fiscales en algunos
sectores, empresas y bancos.
--Establecimiento de impuestos progresivos, según
ganancias.
--Utilización de los recursos y bienes confiscados,
producto del narcotráfico, contrabando, frau de, corrupción,
peculado, etc.
--Resignación de recursos financieros para rubros
realmente prioritarios.
--Reducción drástica de recursos para la
compra de armas y equipo bélico.
--Utilización razonable del Fondo de Estabilización
Petrolera (si es que todavía existe).
--Evitar razonablemente las presiones inflacionarias.
--Contribución voluntaria de empresas y particulares.
--Incremento de la eficiencia y la productividad, como
consecuencia de una disminución en los costos de operación.
--Supresión de plazas detentadas por aviadores
burocráticos y jubilaciones indebidas.
--Reducción de sueldos y prestaciones en funcionarios
y recorte razonable en la burocracia.
--Llevar a cabo la creación de un banco nacional
de primer piso, que sea ejemplo de eficiencia y salud financiera. Tal propósito
se puede lograr mediante nacionalización, fusión, adquisición
o restructuración de la banca actual.
--Establecer en la Construcción las figuras de
juicio político, rendición de cuentas, revocación
de mandato, referéndum, plebiscito e iniciativa popular, a efecto
de depurar el quehacer político y dignificar a la República.
--Establecer procedimientos para candidaturas independientes
para puestos de elección popular, directamente sin pasar por partido
político alguno.
A través de estas acciones quienes votaron por
un nuevo gobierno de verdadero cambio, lo constatarán fehacientemente;
sino, ingresarán al grupo de los deplorantes del voto estéril.
José Guerra R.
Habla de la verdadera guerra de Luis Echeverría
en los 70
Señora directoria: La descarnada entrevista
conferida a La Jornada por el general Alberto Quintanar Aguirre,
acerca de la "guerra limpia" y el libro La charola, del historiador
Sergio Aguayo Quezada, respecto a la guerra sucia, que documenta
apoyado en el general Jorge Carrillo Olea, son pertinentes e impresionantes
versiones sobre tiempo, modo y circunstancia de la verdadera guerra decretada
por Luis Echeverría Alvarez en contra de los enemigos del Estado,
en un sexenio en que tal presidente encarnaba al Estado; son dos versiones
de una misma guerra librada entre la presidencia de la República
y mis coetaneos-coterráneos insurgentes de los años 70, con
la lista negra de 532 desapariciones forzadas. De ambas pruebas
testimoniales es posible constatar que los propios oficiales, otrora en
el frente guerrero jefaturada por LEA, están llevando a dicho titular
del Ejecutivo federal al banquillo de los acusados; siendo paradójico
que pase de la silla presidencial a la silla eléctrica virtual,
consignado por los mismos militares-favoritos que lideraba el presidente
Echeverría en esa guerra injustificada e inútil. Un saludo
atento y respetuoso.
Lic. Raúl Domínguez Domínguez
No quiere olvidar la matanza de Acteal
Señora directora: Cuando en febrero de 1998,
estando solo en mi departamento de Montreal, vi por primera vez el video
sobre la masacre de Acteal, lloré como hacia años no lo había
hecho, lloré o ahullé cual animal mal herido, de dolor, de
rabia y de impotencia. Fue tan grande mi impresión y tan enorme
mi tristeza, que para desahogarme llamé en esos momentos a una amiga
y por teléfono le platiqué lo que veían mis angustiados
ojos. Hacía apenas en agosto de 1996 habíamos estado mi esposa
y yo en los Altos de Chiapas, en la inauguración del primer Encuentro
Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, llevado a
cabo precisamente en la región tzotzil, y fue tan grande la lección
que nos dieron y fue tan inmensa su dignidad, que esta impresión
quedaría marcado en mis adentros por el resto de mi vida. Y ahora
aquí, desde tan lejos, los tenía ante mí, abatidos,
desconsolados, golpeados una vez más por un sistema que los ignora,
por un sistema que si le levantan la voz los mata, que si le protestan
los asesina, y si se organizan los masacra.
Y al hablar de esto no quiero hacerlo como algo que ya
pasó y que quedó en el olvido, que nos partió el corazón
y que apenas lo recordamos. ¡No! Quiero dejar constancia de la pesadilla
que fue y sigue siendo. Quiero señalar a los asesinos, quienes valiéndose
del poder aniqulan, torturan y amenazan. Quiero denunciar a quienes como
de costumbre hacen las investigaciones como quieren e imparten la justicia
que quieren y a quien quieran. A los culpables por acción y omisión.
A quienes siendo garantes de la seguridad del país, han participado
o permitido estas masacres.
Nunca voy a olvidar a Zenaida, la pequeña de cuatro
años que perdiera la vista a causa de las balas que mataron a sus
padres o a Jerónimo, niño tzotzil a quien de un machetazo
le emputaran los dedos de su mano.
Quiero se nos quede grabado el dolor de los sobrevivientes
que nos narran, entre muchas cosas, cómo le fue abierto el vientre
a una mujer embarazada para extraerle a su bebé y tirárselo
a su lado. O de cómo se encontraban rezando cuando comenzaron a
caer cuerpos cual lágrimas derramadas por un Dios que sufre al igual
que ellos, pero que no ha podido ayudarlos. Quiero recordar el rojo tzotzil,
el rojo sangre de sus bordados.
También quiero cargar en mi conciencia, en mi incómoda
conciencia, la imagen de aquellos 45 humildes e incómodos féretros.
Benjamín Ortiz E.
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