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Ť Siete mil policías vigilarán festejos en Times Square
Entre terror y recesión esperan la llegada de 2002 en Nueva York
DAVID BROOKS CORRESPONSAL
Nueva York, 30 de diciembre. Esta ciudad, donde se siguen encontrando restos de víctimas de los atentados del 11 de septiembre en las Torres Gemelas casi todos los días, y donde la recesión económica nacional tiene su epicentro, está preparándose para festejar dos sucesos: el Año Nuevo y el cambio de gobierno municipal.
Pero Humberto no participará en las celebraciones, tampoco Eloísa, Félix o José. Ellos son algunos mexicanos indocumentados que podrían haber fallecido en el desastre del World Trade Center. Lo peor es que nadie sabe si están vivos, si lograron escapar, o si son parte del desconocido número de víctimas que tal vez nunca serán identificados por vivir en las sombras del mundo de los "ilegales". Casi tres mil más, tampoco estarán presentes, según el total oficial de muertos y desaparecidos entre los escombros de esta gran manzana herida. Tampoco celebrarán las más de 200 víctimas, en su mayoría dominicanos, del vuelo 587 de American Airlines que se estrelló en Queens.
Y todo festejo será acompañado del sonido sin piedad de los tambores de guerra. De niños con pesadillas de desastre incomprensible, tanto aquí como en Afganistán. De temores creados por hombres que insisten que luchan por la paz, por la libertad, por el futuro de los niños. Cada vez que lo explican, sólo dejan más interrogantes. Esta ciudad siempre tiene prisa, pero nunca como ahora. Prisa para dejar atrás este año lo más rápido posible. Y sólo con la frágil esperanza de que 2002 ofrezca otro tipo de futuro.
Times Square, sede del festejo del Año Nuevo más famoso del país, será convertido en una zona de intensa seguridad. Siete mil policías en las calles establecerán un perímetro de seguridad, no se permitirán vehículos entre las calles 34 y la 59, y de la Sexta hasta la Octava Avenida para eliminar toda amenaza de un coche- bomba, y habrá francotiradores de la policía en azoteas y calles de la zona. Los que deseen ingresar a esta área tendrán que pasar por puntos de inspección. Algunos agentes policiacos también tendrán, por primera vez, detectores de radiación.
Los restaurantes, hoteles y comerciantes de esta ciudad no esperan, entre el "terror" y la recesión, el mejor Año Nuevo que hayan visto. Menos reservaciones en los restaurantes de lujo donde en años recientes no faltaban clientes dispuestos de pagar desde 300 a 2 mil dólares para festejar el fin de año, y muchos hoteles informan que clientes de años pasados han señalado que este piensan quedarse en casa. Los servicios dedicados a organizar fiestas también reportan menos pedidos que en años anteriores.
Al mismo tiempo, Rudy Guiliani se presentará en Times Square y poco después de la medianoche entregará el mando de esta ciudad, después de cumplir ocho años como alcalde, a su sucesor Michael Bloomberg. Giuliani empezó su último año en la alcaldía como una figura política desgastada, envuelto en controversias políticas y personales, debilitado. Concluye como "la persona del año" (coronado así por la revista Time) y percibido como una de las figuras políticas mas destacadas y respetadas no sólo de esta ciudad, sino del país.
Su sucesor, el novato político y empresario de medios Bloomberg, quien invirtió 69 millones de su propia fortuna para ganar la elección (algunos lo acusaron de comprarla) estableciendo un nuevo récord nacional para la elección municipal más cara de la historia, comenzará su primer día con ceremonias a las que asistirán el trompetista Wynton Marsalis, la cantante Bette Midler, el músico Willie Colón y el cardenal Edward Egan, entre otras figuras.
Así, una ciudad que ha perdido más de 100 mil empleos, donde por fin hace un par de semanas se lograron apagar los últimos incendios en los escombros de las Torres Gemelas, donde miles de familiares de víctimas provenientes de unos 80 países siguen intentando secar sus lágrimas, donde bomberos ahora coronados como los nuevos héroes nacionales siguen buscando los restos de sus compañeros, donde más de 12 mil niños no cuentan con vivienda, donde 8 millones de habitantes siguen sufriendo, cada uno a su modo, por una herida gigantesca en el perfil de esta urbe, y donde los inmigrantes construyen el futuro de esta metrópolis, un año difícil de festejar por fin concluye.
La nobleza, el heroísmo, la solidaridad humana que estallaron el 11 de septiembre ofrecen esperanza para 2002, si no se pierden entre los escombros de esta ciudad donde el dinero, la avaricia, la ambición, la rudeza, y la soledad a veces destruyen, más que un ataque terrorista, el futuro de Nueva York.
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