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¤ Advierte la filósofa sobre el riesgo
de crear una generación de "seres mutantes"
El conocimiento genómico, posible umbral a la
manipulación del alma: Juliana González
¤ Llama el investigador Rubén Lisker a usar la
tecnología para curar enfermedades, no mejorar gente
KARINA AVILES
El conocimiento del genoma humano podría ser el
umbral de una "nueva humanidad" o el inicio de la era de los "mutantes",
cuya consecuencia sería no sólo la de producir seres a la
carta ?altos, güeros, musculosos y de ojos azules, como lo impone
la estética occidental? sino la de entrar, incluso, al alma.
Aunque esto parezca recordar a los hombres Alfa, Beta,
Gamma, Delta y Epsilón de Un mundo feliz, el clásico
de ciencia ficción de Aldous Huxley, la posibilidad de que los avances
científicos lleguen en un futuro hasta esos extremos no puede descartarse.
De hecho, en países como México y otros tantos en similar
situación no existe una ley que lo impida.
La filósofa Juliana González Valenzuela,
quien ha dedicado gran parte de sus numerosos estudios al análisis
de los problemas éticos contemporáneos de la ciencia y la
tecnología, se detiene en el pórtico del conocimiento del
genoma humano y expresa que es necesario mantener los ojos abiertos ante
lo que pueda pasar.
"No solamente puede darse la posibilidad de curar sino
la de mejorar razas, entre comillas y con subrayado. Pero más allá
de ello, lo que más me preocupa es que no sólo sea mejorar
la talla, el color de la piel, de los ojos, es decir, de los rasgos físicos,
sino también las características de orden psicológico,
intelectual, emocional y moral.
"¿Qué pasa si hay programas genéticos
para la conducta humana?, ¿qué pasa si dentro del mapa genómico
de algunos pueblos nos encontramos no sólo con rasgos negros, de
baja estatura, etcétera, que la estética occidental considera
negativos, sino con que además son indolentes, propensos a la agresividad,
a la violencia, sin ánimos de transformación moral y política,
sumisos, sin ningún espíritu de lucha y capaces de someterse
políticamente a cualquier régimen por genética?
"Entonces qué, ¿los condenamos?, ¿los
dejamos ahí? Tendríamos una fotografía no sólo
del cuerpo sino del alma. Los mismos científicos se preguntan si
el genoma humano y todas estas partes que se están descubriendo
no son un nuevo nombre secular de lo que se llamaba alma".
El secreto de la vida
La
profesora emérita de la Facultad de Filosofía y Letras de
la UNAM y ex directora de esa dependencia sostiene en su teoría
que lo que fue el descubrimiento del secreto de la materia en el siglo
pasado -cuando aconteció la gran revolución de la física-,
hoy lo es en la biología, "el descubrimiento del secreto de la vida".
Pero lo de menos, considera, es el hallazgo de dicho secreto
sino el poder de intervenir en él. "Junto con el saber está
el poder, el control y la manipulación". ¿De quiénes
son las manos que van a manipular este universo de la vida?, ¿con
qué fines y con qué intereses?, pregunta la filósofa.
La autora de El ethos, destino del hombre expone
que si la genética manipulara no sólo lo físico sino
lo psíquico del ser se acabaría la humanidad en un sentido
estricto y se daría paso a la creación de mutantes. Se trataría
de seres programados para ser "el bondadoso, el tranquilo, el servicial,
el altruista, el amoroso o el justo". Esto no tiene otro nombre más
que el de mutación de la naturaleza humana, destaca.
Hoy día ya existen imágenes sugerentes al
respecto. A raíz del anuncio realizado en febrero pasado sobre el
mapa del genoma humano no faltaron las revistas científicas en donde
aparecieron fotografías de seres manipulados. En una de ellas, cuenta
Juliana González, salió un hombre negro, guapo, cargando
a su hijito güerito de ojos azules.
Dicha imagen "me dejó en shock", confiesa. "¡Es
programar una nueva humanidad!" Pero sobre todo, es necesario analizar
qué se pretende decir con ello, porque "ya desde ahí empiezan
las distorsiones".
Rubén Lisker, el único mexicano que participó
en el Comité Internacional de Bioética de la UNESCO, el cual
coadyuvó a la Declaración Universal sobre el Genoma Humano
y los Derechos Humanos aprobada en 1997, es contundente al hablar sobre
el tema: "Esta tecnología debe usarse para curar enfermedades y
no para mejorar gente".
Mejorar personas, indica, implicaría que un grupo
decida cómo debe ser la gente. "Vamos a suponer que haya tecnología
para que la gente mida 1.80 o más, o para que las personas sólo
tengan ojos cafés".
El investigador nacional emérito expresa que "toda
tecnología para mejorar es muy mala, porque hace juicios de calidad
y es discriminatoria. En el momento en que es buena la talla 1.80, todos
los que medimos menos seremos objeto de discriminación, porque no
somos como los otros".
Todo método que se utilice para mejorar, incluso
la inteligencia, no debe buscarse. "Considero que es sano que persista
la variabilidad que tenemos. Tratar de mejorarnos llevaría a muchos
problemas".
Doctor honoris causa por la Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla, Rubén Lisker recuerda que la intención
de estos conocimientos es mejorar la terapia, la sobrevida del hombre.
Por ello, hace énfasis en que no debe desviarse el objetivo de dichos
avances científicos.
"Los perros finos surgen de cruzas para mejorarlos. Esto
tal vez se pudiera hacer con esta tecnología y sería muy
negativo. Seguro va a haber quien piense en esa posibilidad. De hecho,
Platón lo planteó hace muchos años. La sociedad debe
estar preparada para no aceptar cosas que no tiene".
El también investigador del Instituto Nacional
de la Nutrición Salvador Zubirán afirma que la sociedad no
tiene garantías para protegerse de posibles desviaciones que pudieran
hacerse a partir del conocimiento genómico. Lo anterior, en razón
de que declaraciones como la de la UNESCO no tienen obligatoriedad legal
para los países. "Como su nombre lo indica, se trata de declaraciones
de buenas intenciones y no de garantías, porque no tienen ninguna
penalidad en el caso de que los países firmantes no acaten lo que
aceptaron".
Incluso, advierte, los gobernantes no entienden bien en
qué consiste el genoma humano y "toman decisiones que no son inteligentes".
Pero garantías de que todo sea un mundo rosado y feliz no existen:
"Hay que vivir lo mejor que se pueda".
Fines benéficos
El investigador insiste en que estos conocimientos pueden
utilizarse con fines benéficos para la humanidad, como por ejemplo,
hacer una medicina predictiva. Pero para que no se usen de manera inapropiada
la sociedad debe estar informada de la influencia que tendrá la
nueva genética en nuestra vida.
Uno de los pioneros del estudio del genoma en México,
Antonio Velázquez, establece en la ponencia titulada "La genómica
en la comprensión de lo humano" que "si deseamos comprender mejor
lo humano, no debemos mutilarlo; habrá que considerar las relaciones
entre su genoma, lo epigenético, su entorno, la autoconciencia,
la alteridad, su libertad, su capacidad de crear y de contribuir a la cultura".
En el texto, apunta que el hombre "es unidad, pero no
podemos ni debemos hacer caso omiso de su biología. Como ente inacabado,
en continua construcción, sólo es posible conocerlo por su
historia. Es también, entre los seres vivos, el único que
puede participar activa y conscientemente en la construcción de
su destino..."
Precisamente Juliana González manifiesta que lo
importante es que los seres humanos se hagan dueños de este conocimiento
y no al revés. "Ese es el gran reto".
Para la profesora emérita los avances tecnológicos
no representan el crack de la historia, pero tampoco son la panacea
para resolver todos los problemas de la humanidad. Firme en que el "conocimiento
como tal no es ni bueno ni malo sino que lo bueno o malo depende del uso
que se le dé", expresa que todo lo que tiene que ver con la curación
y con mejorar la salud del hombre es incuestionable éticamente.
Pero el ser humano debe tener la absoluta libertad y responsabilidad
para conducir los hallazgos que realiza. No obstante, "lo que vemos así
de golpe es que en vez de que este conocimiento nos ayude a caminar hacia
una mayor igualdad, estamos abriendo nuevos abismos de desigualdad, lo
cual es aterrador", expresa.
Juliana González resume: "La ciencia ficción
no le ha llegado nunca a lo que verdaderamente podría ser la realidad".
La clonación de humanos, el fomento de una raza superior, la creación
de mutantes o la discriminación por motivos genéticos son
algunos de los temores a los que sólo el tiempo podrá dar
una respuesta...
Puntos relevantes de la Declaración de 1997
La Declaración Universal sobre el Genoma Humano
y los Derechos Humanos de la UNESCO fue aprobada el 11 de noviembre de
1997, constituyendo el primer instrumento universal en el campo de la biología.
La misma está integrada por 25 artículos, algunos de los
cuales se reproducen a continuación:
Artículo 6. Nadie podrá ser objeto de discriminaciones
fundadas en sus características genéticas, cuyo objeto o
efecto sería atentar contra sus derechos humanos y libertades fundamentales
y el reconocimiento de su dignidad.
Artículo 8. Toda persona tendrá derecho,
de conformidad con el derecho internacional y el derecho nacional, a una
reparación equitativa de un daño del que pueda haber sido
víctima, cuya causa directa y determinante pueda haber sido una
intervención en su genoma.
Artículo 11. No deben permitirse las prácticas
que sean contrarias a la dignidad humana, como la clonación con
fines de reproducción de seres humanos. Se invita a los Estados
y a las organizaciones internacionales competentes a que cooperen para
identificar estas prácticas y a que adopten en el plano nacional
o internacional las medidas que correspondan, para asegurarse de que se
respeten los principios enunciados en la presente declaración.
Artículo 15. Los Estados tomarán las medidas
apropiadas para fijar el marco del libre ejercicio de las actividades de
investigación sobre el genoma humano respetando los principios establecidos
en la presente declaración, a fin de garantizar el respeto de los
derechos humanos, las libertades fundamentales y la dignidad humana y proteger
la salud pública. Velarán porque los resultados de esas investigaciones
no puedan utilizarse con fines no pacíficos.
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