José Cueli

Del sol a la sombra

Espléndido panorama la plaza México llena hasta el reloj. šQué escenario de encanto y pasión! šCómo su luz derramaba sobre su ruedo el sol que le daba el ser! En este escenario hicieron el paseíllo las cuadrillas y el ole inicial retumbó en la ciudad. Luego la plaza cantinera de mugre y cante con solemne desplante seguía el ritual de aniversario. El Juli enloqueció a la parroquia y después borrachos ondulantes de cerveza se repartían el silencio y el aburrimiento en la interminable corrida que sabía a cosas inciertas. Al fin que en los toros, como en el amor, el desmadre y el tedio es lo seguro y el amor y las fechas antológicas lo incierto.

Tan incierto que desfilaron nueve torillos por el redondel, descastados, débiles y sólo uno de Reyes Huerta resultó to-reable. Correspondió al Juli, que ni tardo ni perezoso agitó el multiespacio de guitarras que se perdían en el redondel. Las palmas en el tendido echaban humo y se escuchaban en Madrid al rematar sus series con pases de pecho de antología. Pasado el tercio de banderillas metió al torillo en la muleta vía los redondos y se la puso en la izquierda y le ha dado una tanda de cuatro pases naturales, šque pases naturales! Hondura y torería. Cuatro pases deletreados y bien rematados debajo de la cadera, en los que paró, templó y mandó. Con el toro dominado, la estocada volapié, citando en la vertical al torillo, se entregó y arrancó para hacer la cruz y vaciar a perfección, dándole la salida perfecta.

Cuatro pases naturales y la estocada volapié en los que vivió y murió, cual se debe... y la apoteosis, orejas, rabo y lo demás. El ambiente vibrado como en las grandes tardes del sol a la sombra.