La musa negra celebró ayer sus
75 años
Llegué a la chanson por casualidad, dijo
la cantante gala Juliette Gréco
DPA
Paris, 7 de febrero. "Sólo soy un pequeño
grano de arena", dijo alguna vez Juliette Gréco. "Llegué
a la chanson por pura casualidad, como un pájaro que se posa
en una rama." La casualidad desempeñó un papel muy estimable
en la turbulenta vida de la última gran chansonette de Francia.
Una
foto tomada al pasar convirtió a la cantante, hace más de
cinco décadas, en símbolo de los jóvenes rebeldes
en el París de la posguerra. Había nacido una señal
de identidad, y una gran carrera comenzaba a perfilarse.
La musa negra de los intelectuales de la orilla
izquierda del Sena celebró ayer sus 75 años.
Melancolía en los ojos oscuros, el rostro pálido,
rodeado de una melena negra, unos pantalones estrechos y un pullover
negro. Así estaba sentada Juliette Gréco, cuando tenía
20 años, en la foto casual tomada delante de la iglesia Saint-Germain-des-Prés.
Ante Sartre
"¿Cómo es esto, Gréco? ¿Ahora
canta?", le preguntó Jean-Paul Sartre a la joven de Montpellier,
que se había unido poco antes al círculo existencialista.
También Albert Camus y Francois Mauriac escribirían más
adelante canciones para ella.
Y la Gréco salió de los ahumados sótanos
de los existencialistas de la rive gauche hacia la luz de los escenarios.
Muy pronto títulos como Si tu t'imagines, L'eternel féminin
y Déshabillez-moi se conocerían en todo el mundo.
La delicada diva de la chanson y leyenda viva,
que destaca cada canción con su particular gestualidad corporal,
y sobre todo con las manos, no tuvo una vida fácil.
Su tendencia a la melancolía le viene de una infancia
complicada, que describió abiertamente en su autobiografía
Jujube, editada en 1983. A su padre, un comisario de la policía
corso, apenas lo conoció. Su madre, que trabajaba en la resistencia
y que fue deportada por la Gestapo, no la quiso, escribió alguna
vez.
En tanto, la obstinación y lo inaccesible en su
voz, que tanto pegaban con el lema existencialista del asco por la existencia,
parecen tener su origen en sus experiencias juveniles.
Cuando en los cincuenta era menos demandada, Juliette
Gréco participó en algunas películas, hasta el primero
de una serie de regresos a los escenarios en 1957. Dos años después
fue invitada como primera cantante francesa a la Alemania de posguerra.
Ascensos y fracasos
Los ascensos y fracasos en su carrera artística
se correspondieron con una turbulenta vida amorosa. Primero estuvo casada
con el actor Philippe Lemaire, luego, entre 1966 y 1977, con Michel Piccoli.
Entre sus primeros amores figuró además
el legendario trompetista Miles Davis. En los años noventa su regreso
triunfal fue impulsado, sobre todo, por el pianista Gérard Jouannest.
Con su acompañante musical durante años se casó en
1988.
El Saint-Germain-des-Prés de la Gréco y
los existencialistas ya son cosas del pasado. Ahora la cantante vive en
una granja cerca de París.
En 1999 volvió a salir de gira, pero un ataque
cardiaco sobre el escenario le mostró en mayo del año pasado
los límites de su energía. Sin embargo, sus canciones ?grabó
más de cincuenta discos? siguen fascinando y entusiasmando, sobre
todo, gracias a la interpretación tan personal que de ellas hizo
la lady in black.