Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 9 de febrero de 2002
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Cultura

En la continuación de la charla con La Jornada, habla de Buñuel, el teatro y la ciencia

Carrière: el guionista debe saber que su talento y conocimiento se quedarán en el anonimato

Trabajar con el director español era vivir con él; en 19 años comimos juntos más de 2 mil veces Ahora se reúne con un físico francés para explicar un nuevo conocimiento en lenguaje coloquial

CARLOS PAUL

carriere_jean_claude_jkEn la continuación de la charla exclusiva con La Jornada, el guionista Jean-Claude Carrière, uno de los creadores más singulares en el ámbito teatral y cinematográfico, habla de su relación de 19 años con Luis Buñuel -de la cual surgieron cintas célebres como Bella de día, El discreto encanto de la burguesía y Ese oscuro objeto del deseo, entre otras-, de su trabajo en teatro y de su nuevo interés por la ciencia.

-ƑCómo se da esa relación palabra-imagen, inherente a su labor como guionista?

-Eso es un capítulo inmenso. Acabamos de vivir un siglo que es el único en la historia reciente que ha inventado nuevos lenguajes. En el siglo XIX un hombre como yo sólo podía escribir un libro o hacer teatro. Eran los dos únicos medios para expresarse. Después se inventaron, el cine mudo y con sonido, la radio y la televisión, lo que trajo como consecuencia que cada nueva técnica necesitara de un nuevo lenguaje. Eso es una circunstancia que me ha apasionado toda mi vida.

''No se puede escribir un guión de cine como se escribe una novela. Ambas, por supuesto, se escriben con palabras; sin embargo, en el caso del guión se debe saber que es (una obra) provisional, que va a desaparecer, pero que va a dar nacimiento a otra creación que es la película. Esa es la razón por la cual muchos novelistas no logran escribir un guión, porque escriben como si fuera un libro. En un guión cada vez que se escribe una frase se debe, en el mismo momento, saber cómo el director va a poner esa frase en una secuencia cinematográfica; cuáles son los medios que va a utilizar, cuánto tiempo va a durar la acción, e incluso cuánto va a costar. Todo eso es absolutamente necesario para en un momento determinado dar vida a lo escrito.

"El guión no tiene en realidad una existencia propia. Es un medio de transmisión. Va de la nada a la película. Al final del rodaje de una cinta usualmente el guión se encuentra en la basura. Su vida termina ahí. Se necesita humildad para trabajar en esto. No existe en la historia del cine un guión que haya provocado la realización de dos o tres películas. Aun cuando se hace un remake siempre cambian el guión.

"Para escribir se necesita, por decirlo de alguna manera, tres fundamentos: un cierto talento, una cierta disposición natural -lo cuál se requiere en todas partes-, un trabajo tremendo -lo cuál también es necesario en todos lados-, pero los dos últimos son singulares para un guionista de cine. Lo primero es, como se mencionó, un conocimiento particular de la técnica cinematográfica, y en segundo lugar, que es lo peor de todop, que el guionista necesita ser humilde.

"Este creador, aunque es un colaborador esencial, debe saber que todo su talento y conocimiento va a servir a la obra de otro. Esto se debe conocer desde el principio. Y por esas razones a mí me encanta -como decía al principio- la relación entre el guionista y el contador de historias, porque el máximo de la gloria es el anonimato.

"Creo también que un autor en la actualidad tiene el deber de elegir el medio apropiado a la historia que va a contar. La cuestión de la adecuación de la historia y el medio es muy importante. Creo que esta problemática va a ser la número uno del nuevo siglo".

-Luego de tantas preguntas que habrá tenido que contestar acerca de su relación con Buñuel, quisiera que sólo destacara algo de esa relación.

-Bueno, cada vez que vengo a México mi primer pensamiento es para Buñuel. Cuando llego aquí mi primer sentimiento es que no voy a verlo, que ya se fue hace mucho tiempo. Luego, más allá de esa tristeza, trato de recordar los maravillosos momentos que vivimos, de manera especial, los que pasamos en San José Purúa, Michoacán, que para nosotros era el lugar sagrado y adonde fuimos quizá 15 o más veces. Era como un ritual.

''Solos, los dos, tomábamos un coche con un chofer; llegábamos siempre sin amigos, sin mujeres, sin vino. Nos concentrábamos mucho en el trabajo, aunque había veces, después de cuatro o cinco semanas con Buñuel, que quería huir, pero también él. Por momentos me gustaría regresar ahí con él.

''Trabajar con Buñuel era vivir con él. Desayunar, comer y cenar con él, para llegar ambos a la misma imagen, a la misma concepción de la película. Por esa razón no se podía invitar a nadie. Calculé que a lo largo de esos 19 años de trabajo con él, luego de haber escrito nueve guiones y un libro, Mi último suspiro, habíamos comido juntos más de 2 mil veces, cifra de la que muchas parejas no pueden ufanarse.

''Buñuel era de cierta manera mi padre, mi maestro, y por otro lado, como yo tenía 30 años menos que él, buscaba en mí otras emociones, otra forma de humor, la percepción de otra generación.

"Con otros directores he trabajado unas semanas y mantenemos nuestra vida aparte. Con Buñuel no era así. En esos 'rituales' primero era el desayuno, luego un paseo, de las 9 de la mañana al mediodía, trabajo; después una interrupción ritual en la que tomábamos un café con bizcochos. La comida y un descanso. Después otras tres horas de trabajo concentrado. Un paseo y un aperitivo, donde realizábamos el famoso entrenamiento de la mente y la imaginación. Cada día teníamos la obligación de contar una historia, inventada en la media hora antes del aperitivo, como un ejercicio atlético de la mente. Para mí realizar esos ejercicios con Buñuel era como ir a los Juegos Olímpicos".

-ƑCómo es su relación con el teatro?

-Esencial. Es la manera más directa y honesta de encontrar un público y ver sus reacciones. También es la posibilidad de cambiar cada día, de poder modificar una obra hasta su última representación. En Francia se habla de un teatro-filme, pero para mí eso no tiene ningún sentido. Desde el momento en que una obra de teatro queda filmada es una película. Lo que hace al teatro, su condición, es la presencia viva de los actores. Ahora, hablar de Peter Brook sería todo un capítulo aparte.

-ƑTiene algún interés en particular además del cine y el teatro?

-Una de las cosas que me preocupan más en la segunda parte de mi vida es la ciencia. Aunque no tengo ninguna formación científica, empecé a trabajar hace 15 años con distintos científicos. Ahora más y más me intereso por lo que la ciencia moderna representa como una aventura de la mente. No me refiero a los descubrimientos puramente científicos, sino al desafío que la ciencia presenta a la mente y al espíritu. En estos momentos estoy trabajando con un destacado físico francés, quien nunca ha podido escribir un libro, porque el problema de las palabras de un científico para decir lo que sabe, con las palabras que usamos todos, es casi imposible. Esa es la razón por la que estamos trabajando juntos, para ver si así podemos encontrar una manera de transmitir un nuevo conocimiento, totalmente extraordinario, con un lenguaje que puedan entender todos. Eso es un desafío increíble.

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