El affaire Sloterdijk
En julio de 1999 Peter Sloterdijk dictó en el castillo de Elmau (Bavaria) la conferencia Reglen für den Menschenparkse, que un año después se editó en español con el título Normas para el parque humano (Siruela).
El planteamiento central de Sloterdijk es que son insuficientes los intentos humanistas por amansar las tendencias brutales de los seres humanos. Debido a que éstos son los únicos animales que se organizan en parques e inventan reglas para su domesticación es necesario revisar las normas para operar ese parque humano.
Meses después, en septiembre, varios suplementos literarios de Alemania denunciaron que el autor elevó la tecnología genética a dominante cultural de estos tiempos mediante un discurso fascistoide. Thomas Assheuer, reconocida pluma de la revista Der Spiegel, acusaba que el conferenciante había reflexionado ante una elite de intelectuales judíos acerca de la posibilidad de que un grupo de filósofos e ingenieros genéticos hiciera realidad el sueño de Friedrich Nietzsche del superhombre.
Sloterdijk, en ejercicio de su derecho de réplica, rechazó por medio de una misiva que se publicó a la semana siguiente en Die Zeit la lectura pronazi y eugenésica que se hizo de su conferencia; su intención, explicó, había sido advertir sobre la necesidad de un código moral que definiera límites entre las alteraciones genéticas legítimas en el ámbito individual y las biopolíticas ilegítimas en el ámbito colectivo. Además atribuyó los ataques en su contra y los problemas de interpretación de sus postulados a una campaña promovida por Jürgen Habermas.
"Que usted -decía Sloterdijk a Habermas en la misiva-, el comunicador, el defensor de la ética, el enemigo del fascismo, manipule los medios de esta manera me permite mostrar cómo se le cae la máscara liberal".
Habermas, a diferencia de otras polémicas, como la emprendida con Derrida, cuya producción filosófica calificó de ilegible, decidió no responder. En su lugar lo hicieron simpatizantes del representante de la Escuela de Francfort, como Ernst Tugendhat, padre de la ética discursiva. La polémica se extendió en las páginas de los suplementos culturales por Alemania, Suiza, Austria y España, donde participó Fernando Savater.
El de Josu Landa es el primer texto hecho en México que se inscribe en la polémica desatada por el escritor alemán.