MEDIO ORIENTE: LA UE COMO FACTOR DE PAZ
En
lo que resultan claros seguimientos a las declaraciones formuladas la semana
pasada por el canciller francés, Hubert Vedrine, en las que, en
nombre de Europa, tomó distancia de las políticas de Washington
en Medio Oriente y contra el terrorismo, diversos representantes del viejo
continente han abundado en señalamientos sobre la improcedencia
de las estrategias internacionales estadunidenses y en la insistencia de
una percepción europea propia --y distinta a la del gobierno de
George W. Bush-- para resolver la incesante, creciente y exasperante violencia
entre los extremismos israelí y palestino.
El sábado, el comisario de la Unión Europea,
Chris Patten, pidió a los gobiernos europeos oponerse a la "marcha
unilateral" de Washington, y criticó la política exterior
"peligrosa, absolutista y simplista" de Estados Unidos.
Ayer, los cancilleres de la UE, reunidos en Extremadura,
expresaron su disposición a cooperar para la creación de
un Estado palestino, medida que consideraron un paso obligado en la consecución
de una paz estable en Medio Oriente. En esta perspectiva, Europa formulará
una serie de propuestas que serán presentadas dentro de una semana
por España, país que ocupa, por ahora, la presidencia rotatoria
de la UE.
En momentos en que la violencia se recrudece en Israel
y la martirizada Palestina, y cuando la descalificación al presidente
de la Autoridad Nacional Palestina, Yaser Arafat, por parte de Ariel Sharon
y de George W. Bush, hace imposible cualquier avance en el proceso de pacificación,
las voces oficiales europeas parecen ofrecer una alternativa para destrabar
el conflicto.
Desde que el actual mandatario estadunidense se estrenó
en el cargo, Washington abdicó a su condición de factor de
paz en Medio Oriente. Bush hijo hizo evidente y descarada su alianza política
y militar con los sectores más belicistas de la clase política
israelí --de los que el actual premier Sharon es el máximo
exponente-- y eliminó con ello toda posibilidad de que su país
siguiera siendo mediador en el conflicto. Por su parte, Sharon decidió
mantener a su interlocutor palestino como rehén en un local de la
ANP en Ramallah; así, por mucho que Washington y Tel Aviv se lo
exijan, Arafat se ve objetivamente imposibilitado de ejercer algún
control en los sectores palestinos que, exasperados por la ocupación,
los abusos y las atrocidades de Israel, no ven más salida que el
terrorismo estéril y devastador.
En tales circunstancias, cabe esperar que el viejo continente
sea capaz de introducir, en Medio Oriente y en el mundo, un factor de racionalidad
y sensatez y un contrapeso a la errática, delirante y violenta política
exterior de Estados Unidos.