La colección de Ediciones de El Animal lanza tres nuevos títulos; ya son cinco
Aérea Palabra promueve a jóvenes escritores indios
YANIRETH ISRADE
Jóvenes indígenas y mestizos de Chiapas formados en la Escuela de Escritores del Espacio Cultural Jaime Sabines de San Cristóbal de las Casas hallan en la literatura uno de los mejores medios para combatir el racismo.
Estudiosos del lenguaje y de las estructuras narrativas y poéticas aprenden también el oficio de promotores culturales. A los alumnos, explica José Antonio Reyes Matamoros, director de ese pluriétnico centro de enseñanza, no les interesa sólo escribir y desentenderse de lo que ocurre en sus comunidades.
Su proyección tiene otra vertiente: "planteamos un modo distinto de ser humanos. No queremos vivir en la lógica de la masacre ni acostumbrarnos a Acteal, El Bosque u Ocosingo".
El trabajo de los autores que cursaron allí el diplomado en creación literaria se recoge en parte en la colección Aérea Palabra, de Ediciones de El Animal, con tres nuevos títulos de su serie; dos de ellos son volúmenes de cuentos: Tierra de dioses, de Alejandro Aldana Sellschopp, y en presentación bilingüe La última muerte (Ti slajebalxa lajele), del tzotzil Nicolás Huet Bautista. Otro más es el poemario DiSFracEs, de Ulises Córdova.
Reyes Matamoros funge además como responsable de la editorial, a la que define como microempresa cultural que no por pequeña tiene vocación de marginada.
Los grandes corporativos no suelen ocuparse de difundir la producción literaria de los jóvenes escritores indios y mestizos chiapanecos. Esa indiferencia -continúa el entrevistado- motivó la iniciativa de Ediciones de El Animal.
La Escuela de Escritores, fundada en octubre de 1993 y merecedora en tres ocasiones del apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), suma 12 diplomados en creación literaria e igual número de generaciones. Se imparten además talleres de fomento a la lectura, de composición y de revisión de cuentos y poemas, entre otros textos literarios. Adscrita a la Sociedad General de Escritores de México (Sogem), recibe alumnos mestizos y de las etnias tzotzil, chol, tzeltal, entre ellos dos miembros del coro Acteal incorporados recientemente.
Los estudiantes de minorías étnicas son ahora mayoría en ese sitio académico que, de acuerdo con su director, ofrece "un espacio de expresión para una generación que tienen mucho que decir de la realidad en sus comunidades, y lo hace apropiándose de las estructuras clásicas de la literatura. Al poseerlas aportan su cosmovisión sin que ésta sea injerto".
Refuerza la idea: "Hay quien ha escrito y dicho que con las herramientas literarias 'occidentales' los intelectuales indios perderán su cosmovisión; ese juicio se sustenta más en un racismo embozado que en el análisis respetuoso de la interacción cultural".
Este trabajo formativo es asimismo una "práctica de autonomía" y "evita la tergiversación", precisa Reyes Matamoros.
La literatura se convierte pues en "una manera de derrotar el racismo que persiste en los mexicanos y que no termina de aflorar ni de extinguirse".
Los escritores indígenas, a partir de su concepción del mundo, "descubren una realidad que tal vez había sido ya dicha, pero ellos no lo hacen con el característico punto de vista antropológico o sociológico".
Cuentistas y poetas en un primer nivel, luego dramaturgos y novelistas recurren a temas como el apego a la tierra, a la vida, la magia como acto de maldad y la desmitificación de las comunidades como pequeños paraísos, propuesta en la que se inscriben las cuentos de Nicolás Huet Bautista.
Otros títulos de Ediciones de El Animal: Años de Carnaval (o Apuntes para una historia de cinismo), novela corta de Alejandro Aldana, y Tiro de gracia (o Ya no queda nada por traicionar), poesía de Córdova.
