Gira órdenes de localización para
que declaren sobre presunto desvío de recursos de Pemex
La PGR va tras ex coordinadores priístas de
elecciones en estados
Montemayor, Juaristi y Domené pudieron haber
incurrido en el delito de lavado de dinero
GUSTAVO CASTILLO Y ENRIQUE MENDEZ
La Secretaría de Finanzas del PRI, a cargo de Jorge
Cárdenas Elizondo, utilizó en 2000 toda su estructura para
mover los 500 millones de pesos que el Sindicato de Trabajadores
Petroleros de la República Mexicana (STPRM) le entregó mediante
10 cheques de su cuenta en Banorte 559-02069-9 para financiar el último
mes de la campaña de Francisco Labastida, de acuerdo con los documentos
integrados en la averiguación previa PGR/UEDO/182/2001.
Además de Alonso Bretón, Alonso Veraza,
Melitón Antonio Cázares y Andrés Heredia, participaron
en los movimientos financieros Joel Hortiales y Elpidio López, que
trabajaron como coordinador administrativo y secretario técnico,
respectivamente, en la Secretaría de Finanzas con Cárdenas
Elizondo.
La Procuraduría General de la República
(PGR) giró ya una orden de localización contra algunos de
los ex coordinadores de elecciones del PRI en los estados, con el propósito
de que sean interrogados acerca del presunto uso de recursos públicos
durante la campaña presidencial de ese partido político.
De acuerdo con las investigaciones, los 500 millones de
pesos entregados al Revolucionario Institucional fueron obtenidos del préstamo
que por 640 millones de pesos otorgó Petróleos Mexicanos
(Pemex) al STPRM el 8 de junio de 2000.
Los otros 140 millones los cobró en forma directa
el secretario de Finanzas de esa organización, Ricardo Aldana Prieto.
Entregas irregulares
El
19 de enero pasado La Jornada publicó una investigación
periodística que puso al descubierto que la PGR investigaba el desvío
de recursos de Pemex al PRI, vía entregas irregulares de dinero
al STPRM, y que la suma ascendía en términos globales a mil
100 millones de pesos.
Los recursos liberados por Pemex bajo autorización
de su ex director, Rogelio Montemayor Seguy; el ex director corporativo
de Administración, Carlos Juaristi Septién, y el ex director
corporativo de Finanzas, Juan José Domené Berlanga, se entregaron
en dos partidas, una por 640 millones de pesos y otra de 460 millones.
Las declaraciones ministeriales de Heredia Jiménez,
Cázares Castro ?testigos protegidos? y Veraza López ?todavía
bajo arraigo? son consideradas "fundamentales" por la Unidad Especializada
en Delincuencia Organizada (UEDO), porque a través de ellas ha podido
dar seguimiento al dinero que el STPRM recibió de Pemex, la forma
en que se transfirió al PRI y a cuentas de esa organización
sindical, una de ellas en Houston, Texas.
Desde mayo de 2000 ?según la declaración
ministerial de Alonso Veraza, ex coordinador administrativo de la Secretaría
de Elecciones del PRI? tanto Jorge Cárdenas Elizondo como Alonso
Bretón, subsecretario de Finanzas, comenzaron a construir la ingeniería
financiera que operaría los recursos que, supuestamente, llegaron
vía financiamiento privado al PRI.
A finales de ese mes Bretón mandó llamar
a Veraza López, Andrés Heredia, Joel Hortiales Pacheco, Elpidio
López López, Antonio Cázares y Gerardo Trejo Mejía,
para informarles que estaban incluidos en una "lista de personas que recogerían
dinero en efectivo para el partido". No hubo mayores explicaciones.
Pasaron los días y entre el 1 y el 7 de junio de
2000 Cárdenas Elizondo los volvió a convocar a su despacho
para que cada uno por separado, ante él y otra persona que no ha
sido identificada en la averiguación previa, firmaran un documento
?del que, según Veraza, no se les permitió conocer su contenido?,
"una especie de registro de firmas", similar al que se utiliza en cuentas
bancarias para autorizar a las personas que pueden realizar retiros en
ventanilla.
Veraza López, Cázares Castro y Heredia Jiménez
señalaron en sus declaraciones ministeriales ?formuladas por separado
ante el Ministerio Público? que días después de haber
firmado, Alonso Bretón les dio instrucciones de "ir a recoger dinero".
El primer retiro le correspondió a Veraza López
y a Joel Hortiales. Ambos se trasladaron al estacionamiento ubicado detrás
del edificio 3 ?donde tiene sus oficinas la Secretaría de Finanzas?
del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, que da a la calle Luis Donaldo
Colosio. Ahí abordaron una camioneta que los condujo a las instalaciones
de Cometra en la colonia Doctores.
El 9 de junio de 2000 Heredia Jiménez y Hortiales
Pacheco ?que tenía su despacho en el segundo piso del edificio 3?
cambiaron en la ventanilla de Cometra el cheque 051 que había entregado
al PRI el secretario de Finanzas del STPRM, Ricardo Aldana Prieto, por
la cantidad de 43 millones de pesos.
Ese día, horas más tarde, las mismas personas
solicitaron la entrega de 57 millones de pesos; esta vez hicieron efectivo
el cheque número 052.
Los retiros de dinero se fueron sucediendo desde entonces
al 20 de junio ?faltaban 12 días para las elecciones presidenciales,
que ganó Vicente Fox?, hasta sumar 500 millones de pesos.
En la cuenta 559-02069-9 de Banco Mercantil del Norte
(Banorte) le quedaban al sindicato petrolero 140 millones de pesos. Ricardo
Aldana Prieto, secretario de Finanzas del STPRM, los retiró con
la misma mecánica que los funcionarios priístas: recibió
el dinero en las instalaciones de Cometra. Para ello cambió en esa
empresa de resguardo de valores los cheques 061, 062, 063 y 064.
Aldana Prieto cobró el 21 de junio 32 millones;
el 22, 38 millones; el 23, en dos operaciones distintas, recibió
primero 33 millones y después 37 millones más.
En la averiguación previa a cargo del fiscal especial
Ricardo Martínez Chávez ?el mismo que integró las
acusaciones contra León Alberto Schietekat Ballesteros y Eugenio
González Sierra, por lavado de dinero, desechadas por un
juzgado de primera instancia? se precisa que en la página 18 de
la denuncia presentada por la Procuraduría Fiscal Federal (PFF),
Aldana Prieto y los funcionarios de la Secretaría de Finanzas del
PRI utilizaron instituciones del sistema financiero mexicano para efectuar
"una conducta probablemente constitutiva de un delito distinto al que generó"
el desvío de recursos de Pemex al sindicato petrolero.
La PFF, de acuerdo con las documentales de la averiguación
previa, señala que Montemayor Seguy, Juaristi Septién y Domené
Berlanga "previeron como posible (incurrir en una conducta ilícita)
sin importar sus consecuencias delictivas, de lo que se derivan indicios
suficientes que hacen posible su responsabilidad en el nuevo delito".
Esto es, que habrían participado en el delito de
operaciones con recursos de procedencia ilícita, mejor conocido
como lavado de dinero, pues las autoridades federales consideran
que con el cobro de los 640 millones de pesos "se ocultó el numerario
producto del pago ilegal" que Pemex realizó al STPRM.
En la PGR se sostiene la hipótesis de que el préstamo
de 640 millones de pesos y el pago de supuestos adeudos por 460 millones
al STPRM fueron operaciones ilegales, pues la denuncia interpuesta por
la Secodam acredita documentalmente que no sólo no había
suficiencia de recursos, sino que una decisión personal de Montemayor
rompió el tope presupuestal de Pemex para 2000.
La denuncia de la Contraloría resume así
los resultados de una auditoría iniciada el 22 de enero de 2001
al ejercicio presupuestal de Pemex Corporativo, en los periodos de 1997
y 2000:
El 5 de junio de 2000 Montemayor Seguy firmó el
convenio 9399 con el STPRM, a través del cual se otorgó un
préstamo al gremio petrolero por 640 millones de pesos, que supuestamente
se pagaría "mediante 20 exhibiciones mensuales a partir de noviembre
de ese año".
El 8 de junio de ese año Pemex expidió el
cheque 0008648 de la cuenta 00102135752 de Scotiabank Inverlat, con el
supuesto "propósito de atender gastos y costos originados por demandas
judiciales interpuestas contra el STPRM, pero no fueron especificadas".
Asimismo, la auditoría detectó que el 11
de septiembre de 2000, la paraestatal y el sindicato suscribieron un nuevo
convenio administrativo, esta vez bajo el número 9442, por 850 millones
de pesos, "que serían destinados a cubrir presuntos incumplimientos
laborales que habían sido acordados en revisiones del contrato colectivo
de trabajo de 1997 a 1999".
En ese mismo acuerdo, con la anuencia de Montemayor Seguy,
Domene Berlanga y Juaristi Septién "se determinó entregar
otros 250 millones de pesos para atender una demanda entablada contra el
STPRM por la empresa Arriba Limited por incumplimiento de contratos".
El 19 de octubre de 2000, la organización que dirige
el diputado federal del PRI Carlos Romero Deschamps recibió el cheque
15185 por la cantidad de 460 millones de pesos, con el que se cubría
el total del adeudo que Pemex tenía con el STPRM, por mil 100 millones
de pesos.
La empresa y su sindicato realizaron una negociación
para que de esta última cantidad se "descontaran" los 640 millones
que se le habían prestado al gremio en junio de ese año,
y de los cuales 500 millones fueron a parar al tricolor. El 10 de
diciembre de 2001, la Contraloría presentó su denuncia formal
ante la PGR por considerar que los ex funcionarios de Pemex y los líderes
sindicales incurrieron en actos ilícitos que debían ser castigados
penalmente.
De Montemayor Seguy, Juaristi Septién y Domene
Berlanga, la Secodam señala que realizaron una negociación
con la finalidad de "distraer recursos públicos de la paraestatal,
utilizando como justificación obligaciones presuntamente inexistentes".
En la denuncia de la Secodam no se señala participación
alguna de la Secretaría del Trabajo; sin embargo, el convenio de
pago por 460 millones de pesos fue avalado por el coordinador general de
Funcionarios Conciliadores de esa dependencia, Emilio Gómez Vives,
el 11 de septiembre de 2000.
El dato es aportado por el director corporativo de Administración
de Pemex, Julio Camelo Martínez, en el oficio 0126, que el pasado
primero de febrero le envió al presidente del Consejo General del
Instituto Federal Electoral, José Woldenberg Karakowsky, y del que
este diario tiene copia.
Para la Contraloría, la entrega de los mil 100
millones de pesos se realizó "no observando diversas disposiciones
presupuestarias, ya que (Pemex) no contaba con recursos para cubrir la
obligación, lo que no constituyó un obstáculo para
disponer del numerario en beneficio de terceros".
Las operaciones y su diseño fueron calificadas
por la Contraloría como "un conjunto de actos urdidos por el ex
director general de Pemex y los directores corporativos de Administración
y de Finanzas, utilizados para distraer fondos públicos al amparo
de la relación obrero-patronal que no estaba debidamente justificada".