Alumna marroquí, ausente de clases 4 meses, podrá regresar al colegio "sin condiciones"
Fin a controversia por velo islámico; autoridades educativas aceptan su uso en escuela española
La prenda, parte de la identidad cultural, sin carácter religioso o discriminatorio: migrantes magrebíes
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 16 de febrero. Fátima, la niña de origen marroquí de 13 años que no iba a clases desde octubre al impedirle asistir a la escuela con el pañuelo islámico hiyab, podrá regresar "sin condiciones" a su colegio de la localidad de El Escorial a partir de lunes, informó este sábado el consejero de Educación regional, Carlos Mayor Oreja.
En el momento en que se originó la polémica por el velo que la escolar quería llevar a la escuela, la ministra de Educación, Pilar del Castillo, manifestó su rechazo a prendas que considera discriminatorias y apoyó a la directora de un colegio católico de San Lorenzo del Escorial al prohibir a la niña a asistir a clases con velo.
Pero Mayor Oreja señaló que la decisión de permitir a Fátima usar su hiyab en la escuela se justifica en el hecho de que "hay otros precedentes en Madrid de niñas escolarizadas con velo", y en que no existen "normas legales" que prohíben el acceso a la escuela a alumnos con pañuelo.
La familia de Fátima exigía el derecho de la niña de asistir a la escuela con lo que consideran una seña de identidad cultural, pero dentro del gobierno conservador del presidente José María Aznar, varios sectores dijeron que la costumbre del velo era "un atentado contra los derechos de la mujer". Esta postura fue respaldada por el opositor Partido Socialista Obrero Español y buena parte de los medios de comunicación.
El padre de Fátima, Alí E Haid, emigró hace 13 años a España, donde después de trabajar en la hotelería y la construcción logró finalmente, reunir en octubre pasado en el país a su esposa y sus cuatro hijos, en su domicilio de San Lorenzo de El Escorial, a unos 40 kilometros de Madrid.
Tras la llegada de la adolescente, Alí inició los trámites para su escolarizacion ante la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, institución que remitió a Fátima a un centro católico concertado, dirigido por una orden de monjas, al alegar que dado que la petición se había hecho en la mitad del calendario no había plazas en los colegios públicos.
La escuela exigió a Fátima, como al resto de los alumnos, usar uniforme, e informó a la familia que la niña podía quedar exenta de asistir a clase de religión si sus padres así lo solicitaban, pero el problema surgió cuando Haidi se negó a aceptar que Fátima fuera a las clases sin el hiyab.
La religiosa directora del colegio, entonces, denunció a Alí ante las autoridades educativas por negarse a dar educación a su hija. Cuatro meses después de la denuncia, las autoridades decidieron trasladar a Fátima al instituto público Juan Herrera; sin embargo, su directora, Delia Duro, dijo que "obligar a una niña a llevar hiyab es inconstitucional y atenta contra los derechos de las mujeres y es un símbolo de discriminacion sexual", por lo que pidió al Consejo Escolar prohibir su uso.
En prácticamente todos los medios de comunicación se confundió al hiyab con el chador, una prenda que cubre el cuerpo hasta las rodillas y que se usa sobre todo en Irán, e incluso se llegó a decir que se trataba de la burka impuesta por los talibanes y que cubría a las mujeres de pies a cabeza.
Sobre la polémica, Del Castillo dijo que "eso ocurre con toda situación nueva", en alusión a la masiva llegada de migrantes musulmanes. Añadió que "esta niña tendrá que ir al colegio como las demás". El ministro del Trabajo, Juan Carlos Aparicio, sostuvo que "hay costumbres que son en cualquier caso inaceptables y se pueden citar dos ejemplos, como puede ser la utilización de ropa discriminatoria o de sumisión, y otro bien claro es la ablación genital femenina. No lo puedo entender como concepto cultural ni religioso, sino como una salvajada".
La oposición socialista también estuvo de acuerdo en prohibir el chador o el hiyab, y señaló que la continuidad de las niñas marroquíes en la secundaria es inferior a la de los varones, por criterios discriminatorios que atentan contra los derechos constitucionales.
El diario El Mundo, próximo al gobierno, advirtió en un editorial que tanto el chador como el hiyab eran "un símbolo de discriminación sexual de las mujeres, y por ello debe ser repudiada en un país en el que la Constitución garantiza la igualdad de sexos".
Varios colectivos de migrantes magrebíes consideran que esta polémica parte del "desconocimiento" de su cultura, pues el hiyab no es una indumentaria de carácter religioso que discrimine a la mujer, sino que es una prenda de identidad cultural.
Abdelhamid Beyuki, presidente de la Asociación de Trabajadores e Inmigrantes Marroquíes (ATIME), una asociación laica, explicó que en "este mal llamado caso del chador, ha habido mucha confusión y errores, lo que ha derivado en un ataque a una identidad, y haremos todo lo posible porque la presencia de estos signos no puedan servir de motivo para impedir el derecho a la escolarización".
Qamar Fazal, vocero de la comunidad islámica Ahmedia, reclamó el uso del hiyab como "un derecho de la mujer musulmana", mientras que Malika Abdelaziz, emigrante argelina y profesora en la Universidad Autónoma de Madrid, advirtió que el hecho de que "las niñas lleven un pañuelo en la cabeza no es en sí una señal de opresión de las mujeres en el Islam, muchas feministas del Magreb lo llevan como muestra de la conquista del espacio público de las mujeres".
Tomás Calvo, el director del Centro de Estudios sobre Migración y Racismo de la Universidad Complutense de Madrid, se preguntó: ƑPorqué deberían dejar de llevar pañuelo estas niñas si las cristianas llevan su crucecita?"