Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 26 de febrero de 2002
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Sociedad y Justicia

REPORTAJE

En juego, la eventual relección de De la Fuente

Apuesta contra la violencia en la UNAM

La elección que se realizará hoy en la universidad es el primer paso hacia el congreso en el que estará en juego desde la defensa del proyecto humanista y nacionalista representado por la máxima casa de estudios hasta la permanencia del rector, consideran diferentes miembros de la comunidad. La contienda de este día, cuando se elegirán 22 académicos y alumnos que integrarán la Comisión Especial para el Congreso Universitario (CECU), forma parte de un largo proceso que comenzó con la exigencia estudiantil de realizar un acto de esta naturaleza con las características de democrático y resolutivo. Este fue uno de los seis puntos del pliego petitorio que abanderó el movimiento de huelga entre 1999 y 2000.

KARINA AVILES

Desde que el rector Juan Ramón de la Fuente aceptó la demanda de realizar un congreso universitario democrático, a principios de enero de 2000, hasta hoy, el camino no ha sido fácil, y uno de los principales obstáculos es la falta de participación de la comunidad, luego de un conflicto que mantuvo cerrada a la institución casi diez meses, a lo que se suma el cuestionamiento de algunos sectores al proceso actual. Hoy la situación no es del todo sencilla, pues grupos de lo que fue el Consejo General de Huelga (CGH) -que antes demandó la realización del congreso- amenazan con boicotear la elección por considerar que "está controlada por las autoridades".

Los comicios se realizarán en 82 dependencias universitarias, donde se instalarán 550 casillas y 750 urnas. Las contienda comenzará a las nueve de la mañana y concluirá a las 19 horas. El número oficial de candidatos inscritos es de 308 para ocupar 22 de los 48 lugares de la CECU. El 6 de marzo se realizará la elección de los candidatos de difusión cultural, eméritos y egresados; el 7 se llevará a cabo la de los trabajadores administrativos y el 19 se elegirá a los representantes de rectoría.

Carola García Calderón, académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPS), establece que los universitarios tendrían que defender en este congreso el espacio que ha representado la UNAM no sólo para la construcción del proyecto de país, sino a la educación humanista y nacionalista por la que se ha significado.

Tanto en el contexto nacional como internacional, puntualiza, ha habido una campaña para minar lo público y uno de los blancos ha sido la UNAM. La falta de políticas de apoyo, el dejar morir a las entidades públicas y los escasos presupuestos que se destinan a éstas, obligan a la comunidad a pugnar por una institución mejor y más fuerte que preserve sus principios y valores, señala la consejera académica.

Pero en el congreso habrá de dirimirse también el inicio de un verdadero diálogo entre los universitarios. La profesora manifiesta que muchos -incluyéndose ella- no están de acuerdo con la compcongreso_unam_feb3osición de la CECU y ante ello lo "más fácil es marginarse de cualquier discusión, cuando lo más importante debería ser organizarse y discutir".

La lógica neoliberal busca justamente el inmovilismo de sus opositores para que "no hagan nada y todo pase cupularmente". Por ello califica de "grave" que quienes han reivindicado el congreso no participen en él, pues "no sólo están coincidiendo con los grupos conservadores", sino también "están dejando espacios que serán ocupados por quien sea".

Por eso considera necesario avanzar poco a poco, pues la otra alternativa es quedarse "en la posición del todo o nada". Enfatiza que el congreso tampoco será la "varita mágica que resuelva todo". Puede ser el inicio de una discusión entre los universitarios y representar la posibilidad de llegar a acuerdos mínimos, lo cual no significa "transar ni vender nada".

Para el director del Instituto de Matemáticas, José Antonio de la Peña, en las elecciones de hoy está en juego que la UNAM pueda demostrar que puede "discutir civilizadamente" quiénes serán sus representantes en la CECU. Pero también se evidenciará el interés de los universitarios en el proceso.

Considera que en el congreso se dirimirá la posibilidad de construir un futuro "de manera más consensuada y representativa de los diferentes sectores que componen la institución, pero también más académico y con un mejor funcionamiento que el actual".

Además, añade, se ventilará la posibilidad "de transitar ordenadamente en cambios que son necesarios para la universidad". Si el congreso se realiza en forma "civilizada, ordenada e inteligente" tendrá repercusiones importantes en la gobernabilidad de la institución, pero si las cosas no suceden así también tendrá un impacto, apunta.

En contraposición, el consejero estudiantil Juan Manuel Contreras considera que lo único que está en juego es "el proyecto de las autoridades, porque la universidad en su conjunto es indiferente y se siente excluida.

"No es la reforma de la comunidad, sino la de rectoría. Este es un congreso de cúpulas: por un lado está el grupo de Juan Ramón de la Fuente; por otro, los que siempre se han opuesto al congreso y además están los directores, unos con el rector y otros no. De la Fuente quiere un congreso para consolidar su relección el próximo año y busca un reacomodo, pues ya no tiene el apoyo del Presidente."

En tanto, el consejero estudiantil de la Facultad de Derecho, Mao Sáenz, considera que sin lugar a dudas la UNAM se juega su futuro en este congreso porque "viene arrastrando una serie de deficiencias que incluso la hacen ingobernable". Manifiesta que las "severas" imperfecciones en los órganos de gobierno para responder a las necesidades organizativas y de inquietud de los miembros de la comunidad han traído en consecuencia la falta de acuerdos y que los universitarios recurran a las movilizaciones y a los medios de comunicación para hacer valer sus derechos ante la carencia de mecanismos institucionales.

Afirma que la estructura y el funcionamiento de los órganos de gobierno están hechos "para que exista el control de un mismo grupo" y "no hay quien controle a las autoridades, porque el Consejo Universitario (CU), que debería ser contrapeso, está manejado por el rector por el simple hecho de que ya de entrada tiene a su favor a los 50 directores que lo integran.

"Si la universidad se hace ingobernable habrá caos, y si hay caos la institución no puede cumplir con sus fines de docencia, investigación y difusión de la cultura porque hay inestabilidad y violencia", indica. Por otro lado, también se ventilará la relección del rector en el congreso, porque "si sale mal o no sale, la capacidad de gobierno de De la Fuente quedaría en tela de juicio", opina.

ƑA quiénes conviene o no el congreso? Depende de qué tipo sea, responde José Antonio de la Peña. Un acto organizado, representativo e inteligente, en el que se dirima la mejora de la academia, le beneficia a la universidad, a su futuro y a quienes están comprometidos con la institución; no es bueno para "pequeños grupos de interés políticos y partidarios que quieren controlar la universidad con amenazas e imposición". Pero si "es un congreso desorganizado, a gritos y sombrerazos, no le conviene a nadie que esté preocupado por el futuro académico de la universidad".

En opinión del alumno Juan Manuel Contreras, un congreso "verdaderamente democrático" favorece a toda la universidad, pero uno "como el que están organizando las autoridades, excluyente y controlado, no le conviene a la comunidad y, en cambio, beneficia" a la administración central.

La académica Carola García Calderón expone que el congreso es positivo para todos los que estuvieron de acuerdo en defender el proyecto de universidad humanista, pública y con valores nacionales, y no es del agrado de quienes detentan el poder en las dependencias y no quieren que se modifique nada que interfiera con sus acuerdos cupulares y amplíe la esfera de participación y decisión de la comunidad.

Por último, el estudiante Mao Sáenz considera que el congreso no es visto con agrado por quienes le apuestan "al caos y a la violencia" y a quienes desde adentro y afuera de la institución ven el riesgo de que la "universidad se transforme para bien, sea más grande y más fuerte".

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