El autor, premio Lya Kostakowsky con Latinoamericanos
buscando lugar en este siglo
Artificial, que México se desprenda de AL en
su conjunto: García Canclini
Voces indígenas, afros, campesinas y suburbanas
se unen al debate sobre los retos de la región, sostiene en el texto
galardonado
Cumplir con las promesas de la globalización,
el pendiente
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
El futuro de América Latina depende de la capacidad
de convertir las promesas de la globalización en acciones y programas
compartidos por la sociedad; en la medida en que esto ocurra, el trabajo
de los partidos políticos será más creíble
y la acción de los empresarios será menos repudiada que en
Seattle, Génova y otros escenarios globalifóbicos,
advierte el escritor Néstor García Canclini, autor del ensayo
Latinoamericanos
buscando lugar en este siglo, ganador del octavo Premio de Ensayo Literario
Hispanoamericano Lya Kostakowsky.
García Canclini cuestiona en las primeras páginas
del texto "¿Qué significa ser latinoamericano a comienzos
del siglo XXI?". Explica: "Este es un ensayo sobre la manera en que está
cambiando la pregunta y se construyen nuevas respuestas. Aumentaron las
voces que intervienen en este debate: indígenas y afroamericanas,
campesinas y suburbanas, femeninas y provenientes de otros márgenes.
Al mismo tiempo se expandió la escala: los movimientos unificadores
nacionales, que integraban parcialmente a los actores y les asignaban lugares
dentro de la primera modernidad, son redimensionados por la globalización".
Lo cultural vs lo económico
Para
comenzar, el escritor precisa que existen dos formas de entender el concepto
de globalización: algunos autores reducen este proceso al aspecto
económico, pero también hay economistas, antropólogos
e instituciones sociales que incluyen en la globalización las relaciones
interculturales; así, "nos damos cuenta que la globalización
no tiene sólo ese semblante abstracto que le dan los mercados financieros,
sino que la concreción de estas relaciones sociales y culturales
está muy presente en el modo en que organizamos el trabajo y los
modos en que consumimos".
?¿Por qué se deja a un lado el aspecto
cultural, cuando también forma parte de este proceso de globalización?
?En parte porque vivimos en una época en la que,
como señala Ulrich Beck, lo cultural, lo social y lo político
han sido reducidos a lo económico. Esto permite reorganizar las
relaciones de hegemonía y de subordinación con más
eficacia. Sin embargo, estamos en una situación diferente a la de
hace 10 años, cuando el llamado pensamiento único, que es
el neoliberalismo, arrasaba con las diferencias culturales y políticas.
''Los acontecimientos conflictivos que se han desarrollado
a lo largo de los noventa, no sólo los atentados del 11 de septiembre
en Estados Unidos, han puesto en evidencia que los conflictos interculturales
o las posibilidades de llegar a acuerdos, a intercambios productivos, requieren
considerar esas diferencias entre culturas.
"Los acuerdos de libre comercio que se firman, por ejemplo,
en América del Norte, u otros que se han firmado en América
Latina, tienen muy poco en cuenta estas dimensiones culturales, son casi
siempre acuerdos relacionados con los aspectos financieros".
En este proceso de globalización no es posible
hablar de un futuro idéntico para América Latina por aspectos
como la desigualdad histórica de los países latinoamericanos,
los recursos con los que se enfrenta la mundialización y sus propias
necesidades, añade García Canclini, argentino radicado en
México desde 1976 y profesor-investigador en la Universidad Autónoma
Metropolitana.
En este punto, señala: "en los últimos años
hubo un descenso en el reconocimiento de la existencia de América
Latina, incluso hubo dudas de si se podía hablar de latinoamericanos
o de países que compondrían una unidad llamada América
Latina. Esta semana el secretario de Economía, Luis Ernesto Derbez,
declaró que México pertenece a Norteamérica, ya no
tiene por qué preocuparse por crisis en Sudamérica o en Centroamérica.
México efectivamente pertenece a Norteamérica y ha acrecentado
sus relaciones en los últimos años, pero también tiene
relaciones históricas con el conjunto de América Latina.
Es artificial pretender desprenderse de ese involucramiento en el conjunto
de la región, las crisis brasileña de 1998 o la argentina
de los últimos meses han mostrado efectos sobre la economía
mexicana, así como también es cierto que la recesión
estadunidense nos ha perjudicado".
Tras el asalto neoliberal a las economías de todo
el mundo, el investigador considera que México, Brasil y Chile logran
sobrevivir de manera menos inquietante que el resto de los países
de América Latina, sobre todo si se hace una comparación
"con la catástrofe argentina o la de Ecuador hace dos años"
y advierte: "En muchos países es previsible que en los próximos
años haya un decrecimiento, una decadencia no sólo económica
sino social como ya se está comprobando en muchos de ellos".
Integrar pero con sentido
Pese a esta posibilidades, en su ensayo destaca que América
Latina aún tiene gran variedad de recursos naturales, sociales y
culturales como para competir de manera exitosa y digna en el mercado internacional
en materia musical, producción literaria y televisiva, que revelan
"no sólo una enorme creatividad, sino una capacidad de motivar el
interés por esos productos en el conjunto de América Latina
y en otras regiones del mundo. Pero es muy difícil que los países
latinoamericanos ganen con este uso de sus recursos históricos si
la mayor parte, por ejemplo, de la música mexicana se edita en Los
Angeles y Miami, si gran parte de la producción de Caetano Veloso,
Mercedes Sosa, Carlos Vives, Shakira, se hace fuera de América Latina,
en transnacionales que incluso inducen en algunos, como en estos dos últimos
artistas, adaptaciones de sus estilos para volverlos más compatibles,
más mercadeables.
"No vería ninguna objeción a que se transformen
las tradiciones, porque gran parte de la mejor música producida
en América Latina, de Agustín Lara a Piazzolla, pasando por
los músicos cubanos, brasileños y colombianos, se ha hecho
fusionando tradiciones distintas e innovando para salirse de lo que esas
tradiciones prescribían. Lo que me preocupa es que cada vez menos
esto es una decisión de los autores, que ceden el diseño
final a los ingenieros de sonido, a los que estudian la repercusión
en los mercados. No sólo hay una pérdida cultural, también
hay en muchos de estos artistas recientes que han aceptado las reglas de
empresarios como los Estefan y los productores de Los Angeles, una pérdida
estética, una pérdida de la posibilidad de innovar y recrear".
Ello no significa que la cultura sea un mero producto
de consumo si bien, aclara, esa es la aspiración de las grandes
editoras de libros y de productos televisivos. ''Lo cierto es que muchos
artistas tienen la capacidad de resistirse o reinventar esos condicionamientos
y existe un público que pide variedad al mercado, y eso podemos
verlo en el éxito que han tenido los conciertos en el Zócalo:
Madredeus convocando 80 mil personas en Centro Histórico de la ciudad
de México o Joaquín Sabina o Fito Páez o Mercedes
Sosa son testimonios de esta pluralidad de las audiencias, y por eso surgen
junto a las grandes marcas de edición musical las editoras independientes,
locales, los festivales donde se va a escuchar y bailar", subraya el escritor
que en 1980 obtuvo el Premio Casa de las Américas y nueve años
después el Premio Iberoamericano Book Award.
Pérdida de proyectos nacionales
"Estamos entre las promesas del cosmopolitismo global
y la pérdida de proyectos nacionales". Esta es una de las principales
hipótesis que el autor de Culturas híbridas y La
Globalización marginada analiza en su ensayo premiado.
Al respecto, puntualiza que no es globalifóbico
y hace una diferencia entre la crítica al neoliberalismo y el rechazo
a su poder destructivo y la globalización, a la que define "como
un proceso que acentúa las interdependencias recíprocas entre
las sociedades de todo el mundo" pero que ocurre "en medio de una decadencia
de los proyectos nacionales, y de las capacidades de los Estados y de las
sociedades para gestionar su propia producción histórica,
sus recursos, su patrimonio y la vida de sus habitantes".
Aquí, indica, deberíamos reconocer la responsabilidad
regulatoria de los Estados. Aunque el gobierno estadunidense es el principal
adversario de que los organismos públicos regulen los mercados y
la vida social, tras los atentados del 11 de septiembre la administración
del presidente George W. Bush concentró la información para
vigilar a la disidencia, limitar los riesgos de la multiculturalidad dentro
de su propio territorio y en el ajeno, y para proteger los negocios, no
a los ciudadanos.
Tras el relativo éxito estadunidense al exportar
su agenda interna al mundo, que sólo duró unas semanas, los
países están más preocupados por resolver sus propios
problemas que por la "guerra internacional contra el terrorismo" que comenzó
en Afganistán. Esto ocurre también dentro de Estados Unidos,
donde "estuve hace 10 días dando unas conferencias en la Universidad
de Austin y encontré que en los aeropuertos las playeras y sudaderas
con leyendas de orgullo nacional habían bajado de 9.95 a 4.95 dólares".
Para saber qué es ser latinoamericano, finaliza,
hay que entender que América Latina no está contenida entera
en el continente latinoamericano; está nombrada desde muchas zonas
del mundo, "desde el archipiélago de las migraciones", y el reto
"no es encontrar una definición, sino saber cómo articular
de un modo creativo y productivo las múltiples definiciones que
andan circulando".