Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 4 de marzo de 2002
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Cultura
El autor, premio Lya Kostakowsky con Latinoamericanos buscando lugar en este siglo

Artificial, que México se desprenda de AL en su conjunto: García Canclini

Voces indígenas, afros, campesinas y suburbanas se unen al debate sobre los retos de la región, sostiene en el texto galardonado

Cumplir con las promesas de la globalización, el pendiente

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

El futuro de América Latina depende de la capacidad de convertir las promesas de la globalización en acciones y programas compartidos por la sociedad; en la medida en que esto ocurra, el trabajo de los partidos políticos será más creíble y la acción de los empresarios será menos repudiada que en Seattle, Génova y otros escenarios globalifóbicos, advierte el escritor Néstor García Canclini, autor del ensayo Latinoamericanos buscando lugar en este siglo, ganador del octavo Premio de Ensayo Literario Hispanoamericano Lya Kostakowsky.

García Canclini cuestiona en las primeras páginas del texto "¿Qué significa ser latinoamericano a comienzos del siglo XXI?". Explica: "Este es un ensayo sobre la manera en que está cambiando la pregunta y se construyen nuevas respuestas. Aumentaron las voces que intervienen en este debate: indígenas y afroamericanas, campesinas y suburbanas, femeninas y provenientes de otros márgenes. Al mismo tiempo se expandió la escala: los movimientos unificadores nacionales, que integraban parcialmente a los actores y les asignaban lugares dentro de la primera modernidad, son redimensionados por la globalización".

Lo cultural vs lo económico

Para comenzar, el escritor precisa que existen dos formas de entender el concepto de globalización: algunos autores reducen este proceso al aspecto económico, pero también hay economistas, antropólogos e instituciones sociales que incluyen en la globalización las relaciones interculturales; así, "nos damos cuenta que la globalización no tiene sólo ese semblante abstracto que le dan los mercados financieros, sino que la concreción de estas relaciones sociales y culturales está muy presente en el modo en que organizamos el trabajo y los modos en que consumimos".

 ?¿Por qué se deja a un lado el aspecto cultural, cuando también forma parte de este proceso de globalización?

?En parte porque vivimos en una época en la que, como señala Ulrich Beck, lo cultural, lo social y lo político han sido reducidos a lo económico. Esto permite reorganizar las relaciones de hegemonía y de subordinación con más eficacia. Sin embargo, estamos en una situación diferente a la de hace 10 años, cuando el llamado pensamiento único, que es el neoliberalismo, arrasaba con las diferencias culturales y políticas.

''Los acontecimientos conflictivos que se han desarrollado a lo largo de los noventa, no sólo los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, han puesto en evidencia que los conflictos interculturales o las posibilidades de llegar a acuerdos, a intercambios productivos, requieren considerar esas diferencias entre culturas.

"Los acuerdos de libre comercio que se firman, por ejemplo, en América del Norte, u otros que se han firmado en América Latina, tienen muy poco en cuenta estas dimensiones culturales, son casi siempre acuerdos relacionados con los aspectos financieros".

En este proceso de globalización no es posible hablar de un futuro idéntico para América Latina por aspectos como la desigualdad histórica de los países latinoamericanos, los recursos con los que se enfrenta la mundialización y sus propias necesidades, añade García Canclini, argentino radicado en México desde 1976 y profesor-investigador en la Universidad Autónoma Metropolitana.

En este punto, señala: "en los últimos años hubo un descenso en el reconocimiento de la existencia de América Latina, incluso hubo dudas de si se podía hablar de latinoamericanos o de países que compondrían una unidad llamada América Latina. Esta semana el secretario de Economía, Luis Ernesto Derbez, declaró que México pertenece a Norteamérica, ya no tiene por qué preocuparse por crisis en Sudamérica o en Centroamérica. México efectivamente pertenece a Norteamérica y ha acrecentado sus relaciones en los últimos años, pero también tiene relaciones históricas con el conjunto de América Latina. Es artificial pretender desprenderse de ese involucramiento en el conjunto de la región, las crisis brasileña de 1998 o la argentina de los últimos meses han mostrado efectos sobre la economía mexicana, así como también es cierto que la recesión estadunidense nos ha perjudicado".

Tras el asalto neoliberal a las economías de todo el mundo, el investigador considera que México, Brasil y Chile logran sobrevivir de manera menos inquietante que el resto de los países de América Latina, sobre todo si se hace una comparación "con la catástrofe argentina o la de Ecuador hace dos años" y advierte: "En muchos países es previsible que en los próximos años haya un decrecimiento, una decadencia no sólo económica sino social como ya se está comprobando en muchos de ellos".

Integrar pero con sentido

Pese a esta posibilidades, en su ensayo destaca que América Latina aún tiene gran variedad de recursos naturales, sociales y culturales como para competir de manera exitosa y digna en el mercado internacional en materia musical, producción literaria y televisiva, que revelan "no sólo una enorme creatividad, sino una capacidad de motivar el interés por esos productos en el conjunto de América Latina y en otras regiones del mundo. Pero es muy difícil que los países latinoamericanos ganen con este uso de sus recursos históricos si la mayor parte, por ejemplo, de la música mexicana se edita en Los Angeles y Miami, si gran parte de la producción de Caetano Veloso, Mercedes Sosa, Carlos Vives, Shakira, se hace fuera de América Latina, en transnacionales que incluso inducen en algunos, como en estos dos últimos artistas, adaptaciones de sus estilos para volverlos más compatibles, más mercadeables.

"No vería ninguna objeción a que se transformen las tradiciones, porque gran parte de la mejor música producida en América Latina, de Agustín Lara a Piazzolla, pasando por los músicos cubanos, brasileños y colombianos, se ha hecho fusionando tradiciones distintas e innovando para salirse de lo que esas tradiciones prescribían. Lo que me preocupa es que cada vez menos esto es una decisión de los autores, que ceden el diseño final a los ingenieros de sonido, a los que estudian la repercusión en los mercados. No sólo hay una pérdida cultural, también hay en muchos de estos artistas recientes que han aceptado las reglas de empresarios como los Estefan y los productores de Los Angeles, una pérdida estética, una pérdida de la posibilidad de innovar y recrear".

Ello no significa que la cultura sea un mero producto de consumo si bien, aclara, esa es la aspiración de las grandes editoras de libros y de productos televisivos. ''Lo cierto es que muchos artistas tienen la capacidad de resistirse o reinventar esos condicionamientos y existe un público que pide variedad al mercado, y eso podemos verlo en el éxito que han tenido los conciertos en el Zócalo: Madredeus convocando 80 mil personas en Centro Histórico de la ciudad de México o Joaquín Sabina o Fito Páez o Mercedes Sosa son testimonios de esta pluralidad de las audiencias, y por eso surgen junto a las grandes marcas de edición musical las editoras independientes, locales, los festivales donde se va a escuchar y bailar", subraya el escritor que en 1980 obtuvo el Premio Casa de las Américas y nueve años después el Premio Iberoamericano Book Award.

Pérdida de proyectos nacionales

"Estamos entre las promesas del cosmopolitismo global y la pérdida de proyectos nacionales". Esta es una de las principales hipótesis que el autor de Culturas híbridas y La Globalización marginada analiza en su ensayo premiado.

Al respecto, puntualiza que no es globalifóbico y hace una diferencia entre la crítica al neoliberalismo y el rechazo a su poder destructivo y la globalización, a la que define "como un proceso que acentúa las interdependencias recíprocas entre las sociedades de todo el mundo" pero que ocurre "en medio de una decadencia de los proyectos nacionales, y de las capacidades de los Estados y de las sociedades para gestionar su propia producción histórica, sus recursos, su patrimonio y la vida de sus habitantes".

Aquí, indica, deberíamos reconocer la responsabilidad regulatoria de los Estados. Aunque el gobierno estadunidense es el principal adversario de que los organismos públicos regulen los mercados y la vida social, tras los atentados del 11 de septiembre la administración del presidente George W. Bush concentró la información para vigilar a la disidencia, limitar los riesgos de la multiculturalidad dentro de su propio territorio y en el ajeno, y para proteger los negocios, no a los ciudadanos.

Tras el relativo éxito estadunidense al exportar su agenda interna al mundo, que sólo duró unas semanas, los países están más preocupados por resolver sus propios problemas que por la "guerra internacional contra el terrorismo" que comenzó en Afganistán. Esto ocurre también dentro de Estados Unidos, donde "estuve hace 10 días dando unas conferencias en la Universidad de Austin y encontré que en los aeropuertos las playeras y sudaderas con leyendas de orgullo nacional habían bajado de 9.95 a 4.95 dólares".

Para saber qué es ser latinoamericano, finaliza, hay que entender que América Latina no está contenida entera en el continente latinoamericano; está nombrada desde muchas zonas del mundo, "desde el archipiélago de las migraciones", y el reto "no es encontrar una definición, sino saber cómo articular de un modo creativo y productivo las múltiples definiciones que andan circulando".

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