ASTILLERO
Julio Hernández López
POR SEGUNDA vez una elección partidista tiene como noticia de fondo un fuerte asunto policiaco de implicaciones políticas para los principales participantes de esas contiendas internas. Primero fueron los priístas, a uno de cuyos bandos en lucha por el liderazgo nacional le fue cargado el peso de la develación de las transferencias que llevaron de Pemex al PRI fondos para la campaña electoral labastidista. Ahora, la captura del máximo jefe del cártel de Tijuana fue la eventualidad que rozó al grupo de Diego Fernández de Cevallos y Luis Felipe Bravo Mena, sabido como era que en Atizapán, estado de México, se viven momentos delicados a causa de la presunta implicación de funcionarios municipales panistas con la familia Arellano Félix, al grado de que el asesinato de una regidora incómoda parecería estar inscrito en ese contexto mafioso (debe cuidarse Rosario Robles en estos días, pues, como se ve, los hados judiciales han mostrado especialísimo tino en abrir sus arcones de escándalo en momentos electoralmente favorables para los beneficiarios del buen ánimo presidencial, apellídense Madrazo o Medina y, en los comicios perredistas venideros, Ortega).
EN EL CASO de la detención de Benjamín Arellano Félix llama la atención la celeridad con que las autoridades la difundieron, pues apenas mediaron unas cuantas horas entre el momento oficial de la increíblemente tersa y silenciosa aprehensión de uno de los delincuentes más buscados del mundo (entiéndase que el mundo quiere decir, obviamente, Estados Unidos) y la llegada anunciadora del presidente Vicente Fox a la apertura del consejo nacional panista. Con una frecuencia que casi se ha vuelto norma, las autoridades policiacas y militares practican el cautiverio ilegal, sometiendo a familiares de los detenidos a infames peregrinaciones entre dependencias que niegan tener en su bitácora a los buscados, hasta que providencialmente aparecen, días o semanas después, luego de incomunicación, torturas y arreglo de declaraciones y diligencias a gusto de la autoridad. Pero en el caso del jefe del cártel de Tijuana todo ha sido apresurado y con sabor a azúcar artificial (endulzamientos al oído, como ese de dar por descabezado y virtualmente aniquilado al tal cártel, como si no se supiera que viene una guerra de reacomodos, con Baja California y Sinaloa como escenarios sangrientos, y que la guerra contra las drogas es una falacia mientras los consumidores estadunidenses sigan demandando la producción y tráfico que suministrarán unos u otros exportadores, con unos u otros apellidos; ni ha terminado el cártel de los Arellano, o de Tijuana, ni este importante golpe menguará el hecho institucional llamado narcotráfico, del que depende la estabilidad económica de México y muchos otros países).
HACIENDO A UN lado las anteriores minucias, debe reconocerse la importancia de la detención mencionada, que significa sin duda alguna el golpe más fuerte dado a la principal organización salinista de narcotráfico (nada que ver con la reaparición de las orejas parlanchinas que ahora asoman en Harvard presentando la versión en inglés de voluminoso libro expiatorio: se habla aquí de salinismo en cuanto a esa banda; es decir, la de los Arellano, parece sal contrastante con el azúcar artificial antes mencionada). Esa banda (la de los hermanos; es decir, los Arellano) había ganado primerísimo lugar en exportación y ventas durante el gobierno priísta de 1988 a 1994 -cuando toda acción importante iba contra los demás cárteles y no contra el virtualmente oficial- y había mantenido su liderazgo durante el zedillismo blandengue y en el inicio de la presente administración, que, continuista entre apariencias de cambio, hasta ahora tampoco había tocado estratégicamente más que a las mafias de Juárez y del Golfo, pero no en esos términos esenciales a la de Tijuana.
EL ENDULZAMIENTO artificial (contrario al regusto salado, salino) aparece, por lo demás, en los detalles oficiales de la captura. A pesar de que la Secretaría de la Defensa Nacional habla de que el más importante de los Arellano Félix eludía su persecución mediante "sofisticados" sistemas de seguridad, la manera en que fue detenido abona la hipótesis popular de que si alguien sabe con exactitud dónde están los capos del narcotráfico mexicano son las propias autoridades, en cuyos mandos altos, medios y bajos suele tejerse el más elaborado de los ingenios de protección, que no descansa en la cibernética, las artes marciales ni la inteligencia pura, sino en el expediente palmario de la corrupción y sus complicidades.
FUESE POR LOS artificios policiacos y militares exitosos (desarrollados durante cuatro meses), o por presión o información precisa de las autoridades estadunidenses, el temible capo internacional fue capturado sin que hubiera un solo tiro en un fraccionamiento de medio pelo de Puebla, que era atendido en su puerta de entrada por un par de empleados cuyo máximo poder parecía ser el de permitir el ingreso al vecindario, previa anotación en una hoja de registro. Manuel Treviño, que tal era el nombre usado por Benjamín, parecía a quienes allí le conocieron una persona común y corriente, con dinero, pero sin excesos. No sabían, por ejemplo, que en esa casa de 2.5 millones de pesos había un portafolio con 4 millones de dólares. Tampoco se enteraron de inmediato los habitantes del fraccionamiento privado de que su apacible vecino había sido detenido, ni siquiera los de la casa contigua que tuvieron fiesta esa madrugada.
Sean como hayan sido las cosas, el golpe ayudará al presidente Fox a levantar sus bonos en Estados Unidos, donde ha habido especial exigencia de combate a los Arellano Félix, ya sea embargando cuentas bancarias en aquella nación, o deteniendo a 26 personas en vísperas de la aprehensión de Benjamín. Otro momento clave fue el domingo de carnaval, en que mataron en Mazatlán a un hombre que se asegura era Ramón Arellano Félix. En cartera hay que poner el caso del asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, la tesis del nintendo de Jorge Carpizo, las visitas al nuncio Girolamo Prigione y el incumplimiento del salinismo (ahora sí el de Carlos) a la obligación de detenerlo en aquella visita a la casa vaticana. También será importante observar el desarrollo de la tesis militar de que los asuntos del narcotráfico le incumben directamente, por encima de la PGR, a la que sólo se agradece su colaboración.
šAH! ANTES de cerrar este cártel del astillero, sépase que Fox perdió y Diego ganó en la batalla de los panuchos. Ya hablaremos del significado de esos comicios internos del partido blanquiazul con los que el Presidente se aleja más de su objetivo de tener mayoría propia en el Congreso de 2003 y sacar adelante sus propuestas legislativas.
Y YA CON esta se retira por hoy esta columna que trafica con chismes, afligida por la posibilidad de que la canonización de Juan Diego-Hernán Cortés se haga vía satélite, a causa de los decaimientos papales de salud, y presta para escuchar las justificaciones con que los funcionarios foxistas integrados al CEN del PAN tratarán de convencernos de que esas dualidades son buenas en ellos, como malas fueron cuando las practicaban los priístas.
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