Pruebas hechizas, base de procesos del 68
Documentos corroboran que el Campo Militar Número
Uno fue gran prisión para estudiantes
GUSTAVO CASTILLO JESUS ARANDA Y VICTOR BALLINAS
Documentos de la Procuraduría General de la República
(PGR) depositados en el Archivo General de la Nación confirman que
el Campo Militar Número Uno fue usado como una gran prisión
para mantener detenidos a líderes estudiantiles de 1968; que en
esas instalaciones fueron interrogados por miembros del Ejército
y más tarde puestos a disposición de agentes del Ministerios
Públicos Federales auxiliares para dar apariencia de legalidad a
los procesos penales que se abrieron.
Los archivos sobre esa etapa serán abiertos a consulta
pública en los próximos días. Recientemente, el secretario
de Gobernación, Santiago Creel Miranda, precisó al respecto
que lo que se encuentra ahí no será necesariamente ''todo
cierto'' ni completo.
En los reportes oficiales se indica que al juez que llevó
la mayoría de las causas penales contra los estudiantes no se le
informó de la actuación del Ejército de manera detallada.
Tampoco se dio el número real de muertos, ni que los agentes de
la Policía Judicial Federal comisionados para informar de la manifestación
del 2 de octubre eludieron comentar, en sus ''partes informativos'', de
la posición de francotiradores en el mitin; de la revisión
que hicieron militares en las unidades habitacionales y de la coparticipación
de agentes de la PGR en esos cateos. Los muertos y heridos, según
estos informes, sólo fueron ''integrantes de seguridad''.
Raúl
Alvarez Garín, ex dirigente del Consejo Nacional de Huelga (CNH),
asegura que esta documentación, en poder de La Jornada, constituye
la primera evidencia oficial del uso de instalaciones militares con fines
represivos, y de la coordinación que hubo entre el Ejército,
la PGR y la Dirección Federal de Seguridad (DFS) en los hechos ocurridos
el 2 de octubre.
Quince expedientes de la PGR, de los cuales se obtuvo
copia, ponen a la luz que las reuniones de organizaciones sindicales, estudiantiles,
campesinas y juveniles, así como de intelectuales y dirigentes del
Partido Comunista de México, estuvieron vigiladas siempre por integrantes
de la Policía Judicial Federal, la DFS e incluso del Ejército,
quienes reportaban las actividades cotidianas de los líderes y de
los propios movimientos sociales y políticos.
Los informes policiacos indican cómo, desde febrero
de 1968, las actividades de los grupos estudiantiles en las universidades
públicas eran "monito-readas" por infiltrados, quienes en sus documentos
ponían énfasis en las consignas contrarias al gobierno y
la intención de "imponer un régimen comunista".
Las detenciones de líderes estudiantiles desde
julio de 1968 se fundamentaron -según la PGR- en los delitos de
rebelión, asociación delictuosa, sedición, daño
en propiedad ajena, despojo, ataques a las vías generales de comunicación
y robo. A partir del 2 de octubre se les añadieron otros cargos:
falsificación de documentos, homicidio y lesiones, acopio de armas
y despojo.
La constante para consignarlos y dictarles auto de formal
prisión fue su pertenencia y participación en organizaciones
estudiantiles y políticas. Según la autoridad, la prueba
contundente en su contra fue "que se hacen cargos mutuamente, aceptan en
forma pormenorizada la intervención de cada uno de ellos en las
reuniones, juntas, manifestaciones y mítines de carácter
subversivo que se llevaron a cabo desde el 26 de julio y culminaron con
los acontecimientos del 2 de octubre. En esas reuniones se planeó
todo, cada uno de los hechos constitutivos de delitos, los ejecutaron o
bien, indujeron a otros a cometerlos".
Las acciones del Ejecutivo Federal contaron con la complacencia
del Poder Judicial Federal por conducto del juez primero de distrito en
materia penal, Eduardo Ferrer MacGregor, quien consignó y dictó
autos de formal prisión en la mayoría de los casos.
Los detenidos en Tlatelolco fueron muchos, se desglosaron
por partes, se les agrupó en distintas averiguaciones previas. Pero
los que se mencionan como detenidos en el Campo Militar Número Uno
eran sobre todo dirigentes estudiantiles.
Según los documentos, lo ''sucedido el 26
de julio fue el pretexto para iniciar la campaña de desprestigio
contra el gobierno'' y enfrentarse a la policía preventiva.
Ese día ?fecha en que se celebró el 15 aniversario
del asalto al Cuartel Moncada, y el triunfo de la Revolución Cubana
es señalado como el inicio formal de los hechos que se fueron sucediendo
para ''quitar al gobierno constitucional'', hasta concluir en la matanza
del 2 de octubre.
En esa fecha se dio la detención de decenas de
dirigentes estudiantiles e integrantes del Partido Comunista por ''daños
en propiedad ajena, destrucción de casetas telefónicas''
y otros delitos. Entre ellos Arturo Zama Escalante, Salvador Ríos
Pérez, Arturo Martínez Nateras y Gerardo Unzueta, todos dirigentes
del Partido Comunista.
El 31 de julio se decretó auto de formal prisión
a los detenidos por sedición y asociación delictuosa.
Se argumentó que ''al término de la manifestación
del 26 de julio secuestraron autobuses y trolebuses, los quemaron y provocaron
daños diversos con bombas incendiarias a edificios, asaltaron comercios
y atacaron a la policía''.
El 26 de septiembre se inició proceso penal contra
decenas de intelectuales y académicos que apoyaban el movimiento
estudiantil, entre ellos: Eli de Gortari, Manuel Lerma Kirchner, Julio
Boltvinik, Renán Enrique Cárdenas, Adela Salazar, Sergio
Rodríguez... acusados todos de rebelión, asociación
delictuosa, sedición y ataques a las vías generales de comunicación.
En su declaración, transcrita en tercera persona,
al igual que la de José Revueltas, Eli de Gortari ''admite que es
miembro coordinador de la Coalición de Profesores de Enseñanza
Media y Superior; otra prueba la constituyen los partes rendidos por la
Policía Judicial Federal en los que se señala al indiciado
que presidió la asamblea del 8 de agosto en el Auditorio Justo Sierra
de la UNAM, en el que se acordó realizar un paro nacional de maestros;
integrar un tribunal para juzgar a las autoridades por violaciones a la
Constitución y a la autonomía universitaria; organizar un
acto que resulte tumultuario para expresar solidaridad con los estudiantes...''
Bastaba la confirmación de asistencia a las marchas
y su militancia en organizaciones estudiantiles para que la justicia federal
considerara esos hechos como prueba contundente. Según el parte
informativo de los agentes de la Policía Judicial Federal números
283, 413, 419 y 549, en la Plaza de las Tres Culturas ''se reunieron aproximadamente
4 mil personas, entre estudiantes y gente del pueblo en general''.
A las 17 horas comenzó el mitin y quien era el
presentador de los oradores ''expuso que sobre la calle de Mosqueta se
encontraba un gran contingente de soldados con tanques, lo cual sería
motivo de suspensión de la manifestación''.
Luego hablarían tres oradores, uno de ellos de
la Escuela Superior de Economía.
A las seis de la tarde con 10 minutos ''miembros del Ejército
Mexicano empezaron a concentrarse en la Plaza de las Tres Culturas por
las avenidas San Juan de Letrán Norte y Sur, y los curiosos que
estaban sobre dicha avenida empezaron a dar la voz de alerta y a dispersarse
de inmediato; mientras tanto, el orador en turno les pedía que guardaran
calma y que no aceptaran provocaciones, ya que nada pasaría, pero
en esos momentos se lanzaron dos luces de bengala de color verde al aire,
mismas que cayeron entre los asistentes al mitin.
''En el edificio Chihuahua (donde estaban concentrados
los oradores del CNH) empezaron a partir ráfagas de diferentes calibres
y el Ejército se parapetó de inmediato generalizando posteriormente
la balacera con duración aproximada de una hora.
''Durante el tiroteo, aproximadamente en el décimo
piso del edificio Chihuahua, empezaron a salir llamaradas, lo cual provocó
pánico entre los habitantes de la unidad.''
A las 20:30 horas, ''en la esquina de Lerdo y Nonoalco
fueron incendiados dos autobuses por elementos desconocidos. Se escucharon
tiros aislados que motivaron que toda la gente se parapetara entre los
automóviles y en los departamentos del ISSSTE y del Banco Nacional
Hipotecario''.
A las 23:30 horas, ''nuevamente se generalizó el
tiroteo abarcando toda la zona, con motivo, al parecer, por la salida de
las personas que habían sido detenidas''.
Cerca "de las dos horas (del 3 de octubre), la calma prácticamente
fue completa. Las ambulancias de las cruces Roja y Verde estuvieron en
completa actividad recogiendo a las personas heridas y a las que al parecer
estaban muertas''.
Decenas de personas fueron detenidas y enviadas al Campo
Militar Número Uno, y en ese lugar ''se dio fe de una gran cantidad
de armas, pistolas, rifles y metralletas, así como cartuchos, binoculares,
radios transmisores y receptores y otros objetos relacionados, todo ello
recogido por elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional el
2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas y en diversas unidades habitacionales
próximas a la mencionada plaza'', indica el informe enviado al juzgado
primero de distrito como parte de las pruebas con las que se inició
proceso penal a los estudiantes detenidos.
La PGR también entregó al juez Eduardo Ferrer
Mac Gregor ''actas y certificados médicos y de autopsias, relativos
a personas que resultaron muertas y lesionadas en los acontecimientos'';
ello, como parte de la acusación por ''lesiones y homicidio contra
agentes de la autoridad''.
Entre los documentos entregados destaca el siguiente informe:
''El 2 de octubre de 1968, en la Plaza de las Tres Culturas de la Unidad
Habitacional Nonoalco Tlatelolco, y sus alrededores, fueron detenidas varias
personas por miembros del Ejército Nacional, las cuales fueron puestas
a disposición de la Procuraduría General de la República
en el Campo Militar Número Uno, en donde les tomaron sus respectivas
declaraciones a: Sócrates Amado Campos Lemus, Gilberto Ramón
Guevara Niebla, Pablo Gómez Alvarez, Luis Oscar González
de Alba'' y al menos otras 27 personas, señalan las ''pruebas documentales''
aportadas por la PGR al juzgado primero de distrito para iniciar el proceso
penal 272/68 en contra de los líderes del CNH.