Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 14 de marzo de 2002
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Espectáculos

Buena acogida a la cinta argentina El verano de Ana

El caso Pinochet levantó los ánimos del festival de cine de Mar del Plata

FABRIZIO LEON DIEZ ENVIADO

Mar del Plata, Argentina, 13 de marzo. Hoy fue un día afortunado para el Festival Internacional de Cine de Mar de Plata (FICMP) pues sé exhibió dentro de la sección oficial la más reciente producción de Jeanine Meerapfel, directora argentina radicada en Alemania, El verano de Ana, protagonizada por la española Angela Molina. También fue presentado el documental El caso Pinochet, del chileno Patricio Guzmán, dentro del ciclo Historias de la revolución, las cuales fueron muy bien recibidas, no corriendo la misma suerte el filme hindú El nombre del río, de Anup Singh.

El verano de Ana es la historia de una mujer que vive sola en la casa de sus abuelos alfonsinamonumnetoy padres en Grecia. Todos han muerto y más recientemente su pareja. Gracias a los recuerdos y a varias experiencias con su padre recorre su vida rodeada de los detalles de su vida cotidiana y la revisión de un viejo baúl. La primera imagen detalla el envejecimiento de su ombligo y el diálogo permanente con sus fantasmas: su padre, la amante de él, la abuela y su marido. Sin un orden cronológico convencional la directora explica que "fue la emoción lo que me importó, más que el argumento lineal", justificando la hipótesis de la película en el sentido de no haber respetado el cambio de fisonomía de los personajes, cuando estos han dado saltos importantes en el tiempo. El padre es igual cuando Ana es niña y a la hora de su muerte, por ejemplo. "Los recuerdos así son, uno siempre ve con la misma imagen algo que quiere." El origen sefardí del padre da pie para que la pista musical recupere esta parte de la música judía, mezclada con notas griegas y un poco de tango, fusión afortunada y que resalta en mucho la factura del filme.

Por su parte, El caso Pinochet, del reconocido documentalista Patricio Guzmán, es una puntual crónica del tramite jurídico que llevó a Pinochet a perder su inmunidad y llevarlo a la corte. Son los testimonios de los familiares de desaparecidos y la búsqueda de los cuerpos en el sur de Chile. Es una reflexión inteligente sobre la búsqueda de la justicia en España e Inglaterra, no habiéndola en su propio país y es la continuidad de un largo trabajo de Guzmán, luego de aquella trilogía llamada La batalla de Chile, realizada en los años duros del país andino.

Alfonsina, el café y un robo

En la esquina de Hipólito Irigoyen y San Martín hay un café llamado Alfonsina, una de las pocas referencias a la poetisa Alfonsina Storni, conocida en nuestra generación sólo por la famosa canción Alfonsina y el mar. También frente a la playa La Perla existe un monumento a su memoria. En ese lugar fue hallado su cuerpo, luego de suicidarse arrojándose por el muelle, que todavía existe. Fue en 1938 cuando la escritora salió de su hotel por la madrugada, luego de varios días en que los tremendos dolores en su cuerpo y mente agotaron sus fuerzas. Storni fue de las primeras feministas del siglo que se distinguió por su estilo "preciso y sarcástico"y la permanente crítica a la concepción patriarcal del amor del hombre hacia la mujer. Pero sobre todo puso acento en "las dificultades que a la relación le traen la soberbia masculina y su incapacidad de lealtad", según cuenta Josefina Delgado en la biografía que escribe sobre Alfonsina, publicada en la editorial Planeta.

En su poema Capricho, Storni dice: Dame a beber veneno, el malvado veneno/ que te moja los labios a pesar de ser bueno.

Deprimida por su cáncer, la neurastenia que la postra y por el suicidio de sus amigos Horacio Quiroga y Leopoldo Lugones, a los 45 años de edad Alfonsina Storni muere en octubre ahogada en las frías aguas de Mar del Plata, no sin antes dejar escrito un previsorio poema que la retrata en toda su magnitud, sobre todo pensando en que su hijo la buscaría por teléfono en la habitación donde se hospedaba, la mañana siguiente:

 

Voy a dormir; nodriza mía, acuéstame

Ponme una lampara a la cabecera;

Una constelación; la que te guste;

Todas son buenas; bájala un poquito.

 

Déjame sola: oyes romper los brotes...

Te acuña un pie celeste desde arriba

Y un pájaro te traza unos compases

 

Para que olvides. Gracias... Ah, un encargo:

Si él llama nuevamente por teléfono

Le dices que no insista, que he salido...

 

Frente al café que lleva su nombre, Alfonsina, una hermosa mesera en la puerta ve sorprendida cómo un hombre sale corriendo llevando en la mano el bolso de una señora que tranquilamente tomaba un café, junto a otras. "El pibe se ha shevado la cartera", gritó. La afectada buscó a un policía en vano. En cinco dias no hemos visto ninguno. Dentro del café nadie se alteró, pero la indignación era tan nueva como premonitorios los escritos de Storni, cuando describió nuestra condición en Hombre pequeñito, uno de sus poemas singulares.

La sensible y extraordinaria historia de Alfonsina se une al paisaje bucólico que en medio de la bruma envuelve a Mar de Plata por la madrugada.

Terminan los días soleados en La Feliz y se tornan grises... pero el viejo casino Central, uno de los símbolos de la ciudad, abre hasta las tres de la mañana.

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