El teatro para niños es el menos apoyado
y valorado, afirma Lourdes Pérez Gay
La tradición titiritera en México está
en peligro de desaparecer
No hay escuela porque no se ha valorado, dice Lucio
Espíndola, creador de Marionetas de la Esquina
MARIANA NORANDI ESPECIAL
Los títeres, esos muñecos con voz prestada
y alma propia que, hasta mediados del siglo pasado, viajaban por el mundo
y ocupaban las principales plazas de ciudades y pueblos robando las risas
de los niños, hoy son personajes que están desapareciendo
del universo cotidiano infantil.
Con la llegada de los videojuegos, las mega producciones
cinematográficas y la televisión, los pequeños se
han ido alejando poco a poco de aquellos entrañables seres de cartón,
madera o trapo, que se movían, con hilos o con las manos, al son
de sus creadores. En el siglo XX, en la medida en que se ha ido incorporando
avanzada tecnología al entretenimiento infantil, se fue dejando
al títere ?y al titiritero? en un concepto romántico del
pasado. En 1968 Joan Manuel Serrat ya plasmaba esa imagen en su canción
Titiritero: De aldea en aldea/ el viento te lleva siguiendo el
sendero/ su patria es el mundo/ como un vagabundo va el titiritero. /Viene
de muy lejos/cruzando los viejos/ caminos de piedra./ Es de aquella raza/
que de plaza en plaza/ nos canta su pena.
El teatro de títeres precede a cualquier obra escrita
y se tiene conocimiento de él en el antiguo Egipto, la Grecia clásica
y China. Dramaturgos como Federico García Lorca escribieron obras
para guiñol en una época en la que este tipo de representación
no era considerada exclusivamente para niños, como ocurre hoy en
día, apreciación que nada ayuda al florecimiento de este
género.
Los mexicanos, más movidos y más sueltos
En nuestro país, con una larga tradición
de titiriteros, son escasos los espectáculos de marionetas que se
pueden disfrutar y pocos los niños que tienen la oportunidad de
conocer un buen espectáculo de títeres. Nuestro gran poeta
Manuel Gutiérrez Nájera (1859-1895) dijo que los títeres
mexicanos eran los mejores del mundo, más movidos y sueltos que
los franceses y más ágiles que los italianos. "El títere
mexicano es chispeante, agudo, decidor y muy patriota", observó
en aquel entonces. A mediados del siglo XIX, México llegó
a tener la compañía de marionetas más grande del continente
americano con Rosete Aranda (1835-1947). Pero, ¿dónde quedó
todo ese esplendor titiritero mexicano?
Lucio Espíndola, fundador de la compañía
Marionetas de la Esquina, explica ese vacío: "Cuando fue importante
ese tipo de teatro no se hizo escuela, y por ello en México desapareció
casi toda la marioneta". Pero, ¿por qué no se hizo escuela?
Sencillamente porque no se le valoró, como ahora también
ocurre.
La compañía Marionetas de la Esquina fue
fundada en Argentina, en 1973, por Lucio Espíndola, y en estos momentos
no sólo es una de las más antiguas de nuestro país,
sino una de las más profesionales y creativas.
A los pocos años de haber creado su compañía,
Espíndola se instaló en México. Aquí continúa
con su concepto teatral, al que se incorporaron integrantes como Lourdes
Pérez Gay, quien dirige al grupo desde hace 25 años.
Marionetas de la Esquina lleva producidas 18 obras, de
las cuales 16 fueron escritas y dirigidas por sus miembros. Actualmente
presentan dos montajes en el teatro Orientación: El cielo de
los perros y El siglo de mis abuelos, los dos escritos por Amaranta
Leyva.
Las obras de esta compañía poseen arduo
trabajo. El decorado es muy imaginativo y las historias que narra tienen
contenido. Leyva comenta: "Desde que me dedico a escribir teatro para niños,
siempre he querido plasmar lo que les pasa y no historias puramente fantásticas.
Los niños tendrán su universo de palabras, ideas e imágenes
mucho menor que el de los adultos, pero eso no significa que sean tontos
o seres inferiores".
El niño, ser inteligente en proceso de formación
La autora trata al niño como un ser inteligente
en proceso de formación y escribe desde su punto de vista. Por otro
lado, acerca al niño a lugares donde la mayoría de los escritores
se frenan. En El cielo de los perros, Leyva enfrenta al niño
al tema de la muerte sin ningún tabú ni prejuicio de adulto.
Se le habla con la verdad y a los padres se les obliga a explicar a sus
hijos la realidad sin tapujos. Estas obras entretienen y divierten, pero
también transmiten diversos valores humanos. Si hay algo que sobresale
respecto de otros espectáculos para niños, es su acercamiento
y conjugación con la expresión artística más
genuina. En estos títeres se funden diversas artes como dramaturgia,
pintura, escultura y poesía en su forma más pura. Por encima
del discurso verbal e intelectual está el mensaje estético,
que busca el acercamiento del niño al arte.
Espíndola define al títere como "un puente
perfecto entre el niño y el arte". En estas obras ese puente se
establece pero, según el creador, el problema es que "en México,
como en Latinoamérica, el espectáculo para niños está
subestimado y por eso se le exige una función didáctica más
que artística".
Existen muchas concepciones equivocadas en torno al guiñol
y ésas contribuyen a la situación de decadencia y la desaparición
de esta expresión teatral. Asimismo, esas desacertadas ideas son
adoptadas por los organismos oficiales de la cultura que poco apoyo brindan
al guiñol.
Espíndola comenta: "Desde hace 15 años hemos
intentado llenar los escenarios con la misma dignidad que los espectáculos
para adultos, y eso todavía no se nos ha reconocido. Para los administradores
culturales hay dos tabuladores: uno para los espectáculos de adultos
y otro para el de niños. Razón por la que el espectáculo
para niños no puede llegar a los niveles de las obras para adultos,
ya que nosotros no tenemos los recursos suficientes para intentar mejores
producciones".
Necesario educar para prosperar
Lourdes Pérez Gay opina que para que el teatro
de adultos prospere es necesario que se eduque al niño a fin de
que vaya y lo goce: "El teatro para niños es el menos apoyado y
valorado. Pero la mayoría de la gente tendría que saber que,
en la medida en que hagamos buen teatro infantil y tengamos público
de niños, el teatro sobrevivirá. De nada van a servir producciones
maravillosas y carísimas de adultos con teatros vacíos".
A excepción de algunos países de Europa
del este, donde el guiñol cuenta con ayuda estatal, y de países
asiáticos como China o Tailandia, el teatro de marionetas está
desapareciendo. En México, después de haber tenido una gran
tradición, se está dejando morir sin la menor tribulación.
La pérdida de esta expresión teatral no sólo representará
la extinción de una importante manifestación artística,
centenaria en nuestro país y milenaria en el mundo, sino que con
las marionetas quedan atrás aquellos momentos de alegría
y risas que los títeres supieron extraer del público, en
especial de los niños.
El siglo de mis abuelos: sábados 13 horas.
El cielo de los perros: domingos 13 horas. Teatro Orientación
(detrás del Auditorio Nacional). Entrada: 50 pesos.