Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 27 de marzo de 2002
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Espectáculos
El teatro para niños es el menos apoyado y valorado, afirma Lourdes Pérez Gay

La tradición titiritera en México está en peligro de desaparecer

No hay escuela porque no se ha valorado, dice Lucio Espíndola, creador de Marionetas de la Esquina

MARIANA NORANDI ESPECIAL

Los títeres, esos muñecos con voz prestada y alma propia que, hasta mediados del siglo pasado, viajaban por el mundo y ocupaban las principales plazas de ciudades y pueblos robando las risas de los niños, hoy son personajes que están desapareciendo del universo cotidiano infantil.

Con la llegada de los videojuegos, las mega producciones cinematográficas y la televisión, los pequeños se han ido alejando poco a poco de aquellos entrañables seres de cartón, madera o trapo, que se movían, con hilos o con las manos, al son de sus creadores. En el siglo XX, en la medida en que se ha ido incorporando avanzada tecnología al entretenimiento infantil, se fue dejando al títere ?y al titiritero? en un concepto romántico del pasado. En 1968 Joan Manuel Serrat ya plasmaba esa imagen en su canción Titiritero: De aldea en aldea/ el viento te lleva siguiendo el sendero/ su patria es el mundo/ como un vagabundo va el titiritero. /Viene de muy lejos/cruzando los viejos/ caminos de piedra./ Es de aquella raza/ que de plaza en plaza/ nos canta su pena.

El teatro de títeres precede a cualquier obra escrita y se tiene conocimiento de él en el antiguo Egipto, la Grecia clásica y China. Dramaturgos como Federico García Lorca escribieron obras para guiñol en una época en la que este tipo de representación no era considerada exclusivamente para niños, como ocurre hoy en día, apreciación que nada ayuda al florecimiento de este género.

Los mexicanos, más movidos y más sueltos

En nuestro país, con una larga tradición de titiriteros, son escasos los espectáculos de marionetas que se pueden disfrutar y pocos los niños que tienen la oportunidad de conocer un buen espectáculo de títeres. Nuestro gran poeta Manuel Gutiérrez Nájera (1859-1895) dijo que los títeres mexicanos eran los mejores del mundo, más movidos y sueltos que los franceses y más ágiles que los italianos. "El títere mexicano es chispeante, agudo, decidor y muy patriota", observó en aquel entonces. A mediados del siglo XIX, México llegó a tener la compañía de marionetas más grande del continente americano con Rosete Aranda (1835-1947). Pero, ¿dónde quedó todo ese esplendor titiritero mexicano?

Lucio Espíndola, fundador de la compañía Marionetas de la Esquina, explica ese vacío: "Cuando fue importante ese tipo de teatro no se hizo escuela, y por ello en México desapareció casi toda la marioneta". Pero, ¿por qué no se hizo escuela? Sencillamente porque no se le valoró, como ahora también ocurre.

La compañía Marionetas de la Esquina fue fundada en Argentina, en 1973, por Lucio Espíndola, y en estos momentos no sólo es una de las más antiguas de nuestro país, sino una de las más profesionales y creativas.

A los pocos años de haber creado su compañía, Espíndola se instaló en México. Aquí continúa con su concepto teatral, al que se incorporaron integrantes como Lourdes Pérez Gay, quien dirige al grupo desde hace 25 años.

Marionetas de la Esquina lleva producidas 18 obras, de las cuales 16 fueron escritas y dirigidas por sus miembros. Actualmente presentan dos montajes en el teatro Orientación: El cielo de los perros y El siglo de mis abuelos, los dos escritos por Amaranta Leyva.

Las obras de esta compañía poseen arduo trabajo. El decorado es muy imaginativo y las historias que narra tienen contenido. Leyva comenta: "Desde que me dedico a escribir teatro para niños, siempre he querido plasmar lo que les pasa y no historias puramente fantásticas. Los niños tendrán su universo de palabras, ideas e imágenes mucho menor que el de los adultos, pero eso no significa que sean tontos o seres inferiores".

El niño, ser inteligente en proceso de formación

La autora trata al niño como un ser inteligente en proceso de formación y escribe desde su punto de vista. Por otro lado, acerca al niño a lugares donde la mayoría de los escritores se frenan. En El cielo de los perros, Leyva enfrenta al niño al tema de la muerte sin ningún tabú ni prejuicio de adulto. Se le habla con la verdad y a los padres se les obliga a explicar a sus hijos la realidad sin tapujos. Estas obras entretienen y divierten, pero también transmiten diversos valores humanos. Si hay algo que sobresale respecto de otros espectáculos para niños, es su acercamiento y conjugación con la expresión artística más genuina. En estos títeres se funden diversas artes como dramaturgia, pintura, escultura y poesía en su forma más pura. Por encima del discurso verbal e intelectual está el mensaje estético, que busca el acercamiento del niño al arte.

Espíndola define al títere como "un puente perfecto entre el niño y el arte". En estas obras ese puente se establece pero, según el creador, el problema es que "en México, como en Latinoamérica, el espectáculo para niños está subestimado y por eso se le exige una función didáctica más que artística".

Existen muchas concepciones equivocadas en torno al guiñol y ésas contribuyen a la situación de decadencia y la desaparición de esta expresión teatral. Asimismo, esas desacertadas ideas son adoptadas por los organismos oficiales de la cultura que poco apoyo brindan al guiñol.

Espíndola comenta: "Desde hace 15 años hemos intentado llenar los escenarios con la misma dignidad que los espectáculos para adultos, y eso todavía no se nos ha reconocido. Para los administradores culturales hay dos tabuladores: uno para los espectáculos de adultos y otro para el de niños. Razón por la que el espectáculo para niños no puede llegar a los niveles de las obras para adultos, ya que nosotros no tenemos los recursos suficientes para intentar mejores producciones".

Necesario educar para prosperar

Lourdes Pérez Gay opina que para que el teatro de adultos prospere es necesario que se eduque al niño a fin de que vaya y lo goce: "El teatro para niños es el menos apoyado y valorado. Pero la mayoría de la gente tendría que saber que, en la medida en que hagamos buen teatro infantil y tengamos público de niños, el teatro sobrevivirá. De nada van a servir producciones maravillosas y carísimas de adultos con teatros vacíos".

A excepción de algunos países de Europa del este, donde el guiñol cuenta con ayuda estatal, y de países asiáticos como China o Tailandia, el teatro de marionetas está desapareciendo. En México, después de haber tenido una gran tradición, se está dejando morir sin la menor tribulación. La pérdida de esta expresión teatral no sólo representará la extinción de una importante manifestación artística, centenaria en nuestro país y milenaria en el mundo, sino que con las marionetas quedan atrás aquellos momentos de alegría y risas que los títeres supieron extraer del público, en especial de los niños.

El siglo de mis abuelos: sábados 13 horas. El cielo de los perros: domingos 13 horas. Teatro Orientación (detrás del Auditorio Nacional). Entrada: 50 pesos.

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