ESTADOS UNIDOS LIQUIDA TAMBIEN A LA ONU
¿Por
qué el presidente George W. Bush desconoce los planteamientos de
Naciones Unidas que sin embargo han estado siempre tan alineadas con todas
las políticas de Washington? Es que la ONU, por su estructura misma,
no es ya el instrumento adecuado para Washington.
La Asamblea General vota cada vez más resoluciones
contrarias a los deseos de Washington y, aunque las mismas no tienen poder
ejecutivo, tienen en cambio fuerza moral.
De modo que la ONU resulta buena para Estados Unidos sólo
cuando lo secunda en la guerra del Golfo o en Afganistán, pero no
le es totalmente fiel ni sigue sin chistar la política belicista
a escala mundial que caracteriza a la administración Bush.
Por eso, para Washington, el total apoyo a Ariel Sharon
no es sólo una reafirmación de su política de guerra,
es igualmente un tiro de gracia a la legalidad internacional, a las negociaciones
multilaterales y a la idea misma de un árbitro entre los países,
pues dicha figura establece reglas obligatorias para todos.
Estados Unidos se ha puesto deliberadamente fuera de la
legalidad internacional y ha dado un verdadero golpe de Estado mundial
al declarar la guerra en todo el planeta en los tiempos y contra los objetivos
que fijen la Casa Blanca y el Pentágono, a espaldas de la comunidad
internacional. Washington declara igualmente estar pronto a atacar con
armas nucleares a países que forman parte del Consejo de Seguridad.
Entonces, ¿por qué necesita a Naciones Unidas,
a las que ni siquiera paga ya su cuota de Estado miembro y cuyas resoluciones
desconoce? Estados Unidos necesita siervos, no iguales en el concierto
de las naciones. No servirá de nada a la ONU callar y engullir sus
declaraciones en favor de la paz en Palestina.
Bush ha decidido ya --y lo ha dicho-- escoger el camino
de la guerra mundial supuestamente contra un mal definido como terrrorismo,
porque ese es el único que le puede permitir mantener su hegemonía
frente a los países europeos, a China, a Rusia y a las protestas
sociales en el resto del mundo. Para Bush defender los derechos humanos,
tratar de lograr la paz, hablar de la autodeterminación de los débiles
como hace la ONU es, lisa y llanamente, sostener a quienes él declara
terroristas.
No le molestan mucho las contradicciones, ya que mientras
adopta tales posiciones belicistas apoya el terrorismo de un Estado armado
con bombas nucleares que causa destrucciones y matanzas cotidianas y que,
con la opresión y el racismo, empuja hacia un callejón sin
salida de una nueva guerra a todos sus vecinos árabes y musulmanes.
Una vez cancelado el sistema internacional nacido de la
derrota del fascismo y del nazismo en la Segunda Guerra Mundial, una vez
destruida la posibilidad misma de que la comunidad internacional pueda
discutir y resolver los grandes problemas que aquejan al mundo, desaparece
en los hechos la ONU y, con ella, las reglas internacionales sobre la paz
y la guerra. Este es un hecho gravísimo que afecta a todos los países
y todos los continentes ¿De qué soberanía nacional
se podrá hablar en el futuro si los países miembros de la
ONU no denuncian y rechazan urgentemente la política imperial de
George W. Bush?