MEXICO-CUBA
La Habana consideró que todo se hizo a espaldas del presidente Díaz Ordaz
Hace 33 años, un diplomático mexicano acreditado en Cuba realizó labores de espionaje para la CIA
El gobierno de la isla se abstuvo de atacar al canciller Antonio Carrillo Flores, ante quien denunció ''las actividades'' realizadas por Humberto Juan José Carrillo Colón
GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL
La Habana, 1Ɔ de abril. Cuando Cuba comprobó hace 33 años que un diplomático mexicano acreditado en La Habana era agente de la CIA, hizo estallar un escándalo público como ahora, pero a diferencia de la crisis actual mantuvo entonces la tesis de que todo se hizo a espaldas del presidente Gustavo Díaz Ordaz y se abstuvo de atacar al canciller Antonio Carrillo Flores.
El 3 de septiembre de 1969 el embajador cubano en México, Joaquín Hernández de Armas, entregó a Carrillo Flores una nota diplomática denunciando ''las actividades'' de Humberto Juan José Carrillo Colón, consejero y agregado de prensa en la embajada mexicana en La Habana, ''al servicio de la Agencia Central de Inteligencia'' de Estados Unidos, de acuerdo con un dossier desclasificado del Ministerio de Relaciones Exteriores y la contrainteligencia cubanos.
''El gobierno de Cuba redactó la nota diplomática con sumo cuidado, en interés de facilitar al de México una solución adecuada y justa al desagradable incidente, sin hacer imputación alguna de responsabilidad a dicho gobierno'', agregó el reporte.
Entrega de nota diplomática
El mismo día, el presidente Osvaldo Dorticós y el primer ministro Fidel Castro recibieron en el Palacio de la Revolución al embajador mexicano en La Habana, Miguel Covián Pérez, y le entregaron la nota. Al día siguiente, a falta de reacción mexicana, Castro convocó nuevamente a Covián, ahora en el despacho del canciller Raúl Roa, y le manifestó preocupación por la inmovilidad.
Covián informó que tenía facultades discrecionales. Salió de la cancillería a la casa de Carrillo Colón. Ahí lo encontró, al mediodía de un jueves, y le pidió que lo acompañara a la residencia del embajador. En la madrugada del viernes 5 de septiembre, dos funcionarios de la misión mexicana, uno de ellos el cónsul Héctor Mena, sellaron puertas y ventanas del domicilio de su colega.
La mañana del mismo 5 de septiembre, Covián fue de nuevo a la casa de Calle 10 número 504, en el residencial barrio de Miramar, donde encontró antenas de transmisión en la azotea. Con otros funcionarios, el embajador regresó a su oficina con varios paquetes, de acuerdo con el informe.
Ese mismo viernes México devolvió la nota, con el argumento de que contenía imputaciones ''inaceptables''. Pero Cuba se empeñó en defender su protesta subrayando que exculpaba claramente a Díaz Ordaz: ''La misma es absolutamente respetuosa en todo instante con el Honorable señor Presidente de ese país, en cuya actuación, acorde a normas legales y morales ineludibles, se confiaba explícita e implícitamente''.
Por canales diplomáticos se litigó el desencuentro. Cuba informó entonces, sin aclaración posterior mexicana, que la devolución de la nota se debía a que el cargo de Carrillo Colón era por designación directa del presidente. ''Para el gobierno de Cuba era absolutamente obvio que el Honorable señor Presidente de México no habría nombrado jamás a dicho funcionario, de haber conocido o siquiera sospechado su papel de agente de la CIA.''
Sobrino incómodo
Cuba mantuvo la protesta limitada a las imputaciones a Carrillo Colón, a pesar de que el funcionario era sobrino del canciller e incluso por encima de las conclusiones de La Habana sobre el caso: a) el agregado de prensa ya era agente de la CIA antes de ser nombrado el 28 de febrero de 1968 en ese cargo, hasta entonces inexistente; b) no pertenecía al servicio exterior, pero logró colarse gracias a la capacidad de influencia estadunidense en México; c) se sentía respaldado por ''otros importantes funcionarios del gobierno'' de ese país, y d) disponía de una red de complicidades en la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Carrillo Colón fue cesado de inmediato. La cancillería mexicana ofreció una investigación de la que nunca se tuvo registro público, pero anunció que Díaz Ordaz estaba dispuesto a discutir el asunto. Los cubanos le tomaron la palabra y enviaron a Roa a México. El 12 de septiembre, el ministro expuso el caso ante el presidente, ''que lo recibió amistosa y amablemente'', se informó.
''Si en relación al gobierno y al pueblo de México nuestro país está dispuesto a guardar todo el respeto y las consideraciones debidas, ninguna circunstancia nos obliga a un silencio que sólo redundaría en beneficio de los autores de esta grave ofensa a nuestros dos pueblos'', señaló un preámbulo al informe, originalmente difundido en el diario oficial Granma.
El reporte se imprimió y circuló en Cuba y en México días después de la entrevista de Roa con Díaz Ordaz. Según el prontuario, la pista apareció el 7 de abril de 1968, dos semanas después de que Carrillo Colón llegó a La Habana y casi un año y medio antes de la denuncia. La contrainteligencia cubana captaba mensajes radiales cifrados, a fecha y hora fijas, emparentados técnicamente con emisiones de la CIA desde Florida y Bahamas.
Desde finales de 1968, los mismos servicios cubanos advirtieron respuestas desde La Habana, también sistemáticas, cuyo origen fue localizado en una planta clandestina en la casa de la Calle 10. El informe agregó que, durante su estancia en Cuba, el funcionario hizo un viaje de entrenamiento en la CIA, del que volvió con equipo de transmisión radial.
Según el dossier, Carrillo Colón informaba a la CIA prácticamente de toda clase de tópicos sobre la situación en Cuba y de Castro, envió fotos de objetivos militares y colaboró ''en planes de sabotaje y bloqueo a la economía cubana y en la realización de... objetivos de subversión con vistas al derrocamiento del gobierno revolucionario'' de la isla.
Bebedor obnubilado
También reportaba a la agencia estadunidense sobre las actividades de Covián, del movimiento en la embajada, de los periodistas que viajaban a México y de los que venían de ese país a la isla; además, de opciones de reclutamiento para la CIA en el servicio diplomático y de un sinnúmero de detalles de la vida cotidiana y de sus viajes en ese país. El informe cubano cataloga a Carrillo Colón como un bebedor habitual fuerte y obnubilado por su admiración a Estados Unidos.
Además de las transmisiones radiales, Juan José Carrillo Colón usaba la valija diplomática, el apoyo de correos diplomáticos mexicanos y papel especial para escritura secreta, según el expediente cubano, que registró detalladamente, entre otras, estas operaciones:
-Entre el 7 de abril y el 25 de diciembre de 1968, su primera salida de la isla, Carrillo Colón recibe 13 mensajes radiales de la CIA; algunos de los textos descifrados son guías de temas de investigación, que abarcan virtualmente toda la situación interna de Cuba, fichas biográficas de los dirigentes y relaciones de la nación caribeña con terceros países. En esa época no tiene transmisor y envía sus reportes por valija diplomática.
-Otra pista para los cubanos fue el empleo de música mexicana. Las instrucciones del exterior se anunciaban con un trozo de Cielito lindo. Si no había órdenes tocaban La paloma.
-En un mensaje del 13 de septiembre de 1968, Carrillo Colón pide a la CIA que se gestione el envío de su correspondencia directamente a las manos de Joaquín Cisneros, secretario particular del presidente Díaz Ordaz.
-En otro, del 1Ɔ de febrero de 1969, pide a la Agencia Central de Inteligencia que haga contacto con el entonces secretario de Gobernación, Luis Echeverría, y Covián, para ''establecer contraseña especial en telegrama de solicitud de visas'', a fin de sacar de Cuba hacia México a un ''colega'' (otro agente).
-En uno más, que aparece sin fecha, Carrillo Colón describe detalladamente actividades que le imputa al diplomático Carlos Sandoval Muciño en la embajada mexicana; incluso un episodio de contrabando de tintes de pelo, y afirma que ''al parecer'' estuvo involucrado el funcionario de la misión Gustavo Iruegas, hoy subsecretario de Relaciones Exteriores.
''Destruye todo''
El viernes 5 de septiembre de 1969, cuando Carrillo Colón estaba en la residencia del embajador mexicano, cesado en sus funciones diplomáticas, su casa sellada y la denuncia de su caso en manos del gobierno de México, la contrainteligencia cubana interceptó el último de los mensajes:
''MSJ. Treinta y tres. Destruye todo equipo y papeles inmediatamente. Esto es por razones de seguridad. Toma medidas de precaución, pero mantén rutina normal para no llamar atención. Tú sabes de la situación. Recuerdos. Enrique.''
La introducción del informe público cubano concluyó así:
''Aquí no se ha publicado más que una parte del copioso material sobre el caso de que dispone el gobierno revolucionario cubano. En poder de Cuba quedan, además, pruebas adicionales de su criminal actividad.
''El espía no llegó a sospechar ni una sola vez que todos sus actos estaban bajo rigurosa y constante observación. šAlguacil, alguacilado!
''Si el espía Humberto Carrillo Colón escapa o no al castigo que merece por su doble traición a los pueblos de Cuba y México al servicio de una potencia extranjera, desde ahora ello será por entero responsabilidad del gobierno de México.''