Gabriela Rodríguez
El paraíso de los pederastas
ƑEs usted pederasta? ƑTiene deseos incontenibles de penetrar a niños y adolescentes menores de edad? ƑGoza de abusar del cuerpo de los inocentes en contra de su voluntad? ƑSabe usar la fuerza física y emocional para imponerse? Si su respuesta es afirmativa, lo que más le conviene es hacerse sacerdote católico.
La Iglesia católica, sus seminarios, conventos, universidades y escuelas confesionales son auténticos paraísos para los abusadores sexuales.
La institución le ofrece: prestigio internacional, encubrimiento, pago del silencio a familiares, protección legal, y un amplio mercado de víctimas: estudiantes de diversas edades y ambos sexos (en primarias, secundarias, universidades). Tendrá acceso a niños y niñas provenientes de familias muy católicas, con padres que los han educado para callar y negar los actos sexuales, formados en la importancia de la abstinencia sexual hasta el matrimonio, y con disposición para ofrecer servicios sexuales a seminaristas y sacerdotes, auténticos soldados cristianos que se afanan en vivir como espíritus puros y conscientes de la importancia de nunca recurrir al condón ni a los métodos anticonceptivos ni al aborto, actos que tanto ofenden a Dios.
Entre todos los paraísos, las escuelas de los legionarios de Cristo ofrecen los servicios de mejor calidad. Fundadas por uno de los más grandes líderes de los pederastas mexicanos, Marcial Maciel, tiene amplia trayectoria comprobada de abuso sexual a estudiantes y seminaristas. Maciel fue acusado por un grupo de sacerdotes de haber sido forzado durante años a ofrecerle servicios sexuales cuando eran seminaristas y tenían entre 12 y 16 años de edad. Gracias a sus influencias con los empresarios y políticos, este jerarca ha sido ascendido a una altísima posición muy cercana a Juan Pablo II en Roma, después de silenciar las denuncias expuestas en La Jornada y en Canal 40, única televisora que dio espacio a tales acusaciones en 1997. La clase política actual ha sabido silenciar magistralmente los actos de abuso sexual, ligada a empresarios y panistas cristianos, que han puesto en manos de Marcial Maciel la educación de sus hijos en la Universidad Anáhuac, y en escuelas y universidades que los legionarios de Cristo están comprando en todo el país.
Organizados en la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF), los padres de familia que encubren a Maciel son los mismos que desde 1917 se opusieron a la educación laica y que hoy defienden afanosamente la importancia de extender la educación religiosa a las escuelas públicas, después de todo, Ƒpor qué excluir del abuso sexual a los más pobres? Los líderes de la UNPF están representados en el Congreso federal en la propuesta de Acción Nacional para revisar el artículo 3Ɔ constitucional que garantiza la educación laica, para incluir en el artículo 21 de la Ley General de Educación requisitos de "reputación y modo honesto de vivir" entre los maestros (como la reputación de sus sacerdotes-profesores defendidos), y para modificar el artículo 67, que busca dar mayor impulso a las asociaciones de padres de familia, no a los derechos de niños, niñas y adolescentes. La UNPF hoy también está en la Asamblea del Distrito Federal, representada por los asambleístas del PAN, para oponerse a la Ley de Sociedades de Convivencia, que consideran peligrosa, toda vez que se trata de que voluntariamente las parejas homosexuales decidan sus derechos patrimoniales, así, parejas que abiertamente tienen sexo por gusto y decisión personal, pero Ƒsin secreto? ƑNi abuso sexual? ƑNi violencia, como en las escuelas confesionales?
La sexualidad placentera es inaceptable dentro de un orden patriarcal y sexofóbico que caracteriza a la religión católica. Pero la extensión de la pederastia en estos ambientes, dominados por hombres con votos de pobreza y celibato, hunde sus raíces en la necesidad de controlar las conciencias de los demás, y ha generado paraísos muy atractivos a los abusadores sexuales. Sobre todo ha permitido el control sobre los bienes, sí, de los bienes patrimoniales de la Iglesia. Costó siglos a la Iglesia prohibir el matrimonio a los sacerdotes, se trataba de evitar derechos de herencia entre esposas y descendientes. Decía el Sínodo de Bremen en 1266: "Los subdiáconos y los clérigos mayores que hayan tornado para cohabitar con ellos una mujer bajo el nombre de esposa y con la que, de hecho, mantienen relaciones maritales, serán despojados para siempre de todos los ministerios eclesiásticos. Los hijos nacidos de estos clérigos concubinos no tienen derecho alguno a los muebles de sus padres y cuanto dejaren a su muerte se repartirá entre el obispo y el pueblo".
PD: La Red Democracia y Sexualidad invita a hombres, mujeres, niños, niñas, jóvenes seminaristas y a todo aquel que haya sido víctima de abuso sexual de sacerdotes, acudan a denunciarlo (servicios espirituales en CDD. Tel: 55 54 57 48 y 56 59 28 43). 180 organizaciones civiles los apoyan y la Fiscalía de Delitos Sexuales del Distrito Federal puede recibir denuncias penales.