Alberto Aziz Nassif
La política de tres bandas
Un Senado plural, con instrumentos anquilosados (autorizar salir del territorio nacional al Presidente fue establecido desde la Constitución de 1824), una tensión creciente por la nueva política exterior panista, agravios y desencuentros entre legisladores de oposición y el gobierno federal, así como un cúmulo de detalles, pretextos y grillas dieron como resultado una carambola de tres bandas: la primera negativa del Senado para autorizar un viaje de 48 horas del presidente Fox a Estados Unidos y Canadá.
La molestia priísta porque ahora no hace la política exterior es un foco de tensión permanente. Los múltiples viajes de Fox al extranjero generaron una oportunidad única para decir no al Presidente de la República. Un PRI que siempre fue sumiso y servil con los presidentes emanados de su partido ahora se convierte en un juez severo y burlón. El PRD primero pidió tiempo, pero terminó sumado a la locomotora del PRI, y no faltó el pilón acomodaticio del PVEM que, despechado por falta de posiciones en el gobierno, también pasa su factura y se suma al tricolor. El PAN, que pudo haber maniobrado, simplemente no quiso negociar y perdió la votación. El golpe al Presidente estaba dado. Las razones se multiplicaron al calor del debate, dentro y fuera del Senado, y la oposición lanzó su grito de independencia y multiplicó sus quejas: "no nos informan suficientemente", "el canciller no vino al Senado", "no se defienden los derechos de los migrantes", etcétera. Mas el contragolpe no se calculó, fue una pelota que le dio el Senado al Presidente, la primera de su gobierno. Esa misma noche en cadena nacional y en horario triple A, el presidente Fox se subió al ring y respondió como en los tiempos de campaña, o tal vez para dar inicio a la campaña. El mensaje fue: el PRI no me deja cumplir compromisos y promesas; en pocas palabras, no me deja gobernar. Luego vinieron reacciones de todo tipo, pero la opinión pública le dio la razón al Presidente; sondeos y encuestas mostraron que la acción foxista funcionó, el presidente se anotó un gol gracias al Senado y subió su popularidad. Nadie supo para quién trabajó.
La obligación del Senado de analizar la política exterior quedó en litigio, para unos como ordenamiento para planear y establecer el comportamiento de México en el mundo; para otros, simplemente como mecanismo de contrapeso al Poder Ejecutivo, responsable de hacer la política exterior. Son dos sentidos que tienen consecuencias e implicaciones diferentes. El PRI en el Senado tuvo la experiencia de gozar la mayoría de edad y acotar al Presidente, pero la decisión supo más a cuentas pendientes que a contrapeso, tuvo olor a revanchismo y por eso se revirtió. También, por primera vez en lo que va de este gobierno, Fox recibe y responde rápido. Puede ser el inicio de una estrategia de recuperación o simplemente una respuesta de momento sin mayores consecuencias.
Con este desencuentro entre poderes el tono republicano quedó lastimado; el Presidente institucional se subordinó al operador político; el discurso se modificó y la confrontación se impuso. ƑSe trata de dejar atrás la apuesta por un consenso que ha sido imposible y arriesgar lo que queda de capital político o de desplegar una estrategia política para ganar 2003? El PRI sabe que Fox está de regreso con una respuesta a la beligerancia que han mostrado priístas y perredistas, después de medio barrer su desastre de elecciones internas. El PRD sabe que no ganó gran cosa con sumarse al PRI, salvo el gusto instantáneo de decir no al Presidente. El PAN se ha dado cuenta de que no basta con un perfil de independencia del gobierno y del primer mandatario, y que su mayor capital para 2003 puede ser de nuevo Vicente Fox.
La necesidad de un golpe de timón está a la vista, hay que dejar la lentitud de los ritmos burocráticos y volver a posicionarse como el Presidente de la transición, retomar la iniciativa de cambios y fijar el mapa de adversarios y aliados. La disputa no ha dejado de ubicarse entre democracia y restauración como ejes del debate político. La ventaja será la claridad en el debate y la posibilidad de recuperar terreno perdido, pero también hay desventajas, como la polarización, que de todas formas seguirá. Pero el gobierno de Fox, a diferencia de la campaña de 2000, necesita apoyar su estrategia en resultados claros y visibles, y las posibilidades abundan; sólo como ejemplos baste decir que urge democratizar la materia laboral, que sigue presa del corporativismo, y recuperar la política científica, secuestrada por los tecnólogos. Continuar en la inercia sólo llevará a una derrota y tarde o temprano a la restauración del PRI.