Expone en el Franz Mayer Peregrina de arte
popular
En su foto, Lechuga rechaza documentos fríos
MERRY MAC MASTERS
La coleccionista e investigadora Ruth D. Lechuga se disculpa
por el "saqueo" que han sufrido las paredes de su casa ?el espacio de tres
departamentos? ubicada en el edificio Condesa que desde 1995 funciona como
el Museo Ruth D. Lechuga de Arte Popular. La razón es que ha prestado
piezas de su colección de cerca de 10 mil artesanías, tanto
al Museo Regional de Puebla como a la Fundación Herdez. Sólo
después de mirar una y otra vez los muros de su casa, atiborrados
en principio por una infinidad de máscaras, salta a la vista algún
clavo pelón.
También
faltan los objetos facilitados al Museo Franz Mayer para complementar la
exposición Ruth Lechuga, peregrina del arte popular, que
resalta su faceta como fotógrafa, que fue inaugurada el jueves en
el recinto de avenida Hidalgo 45, Centro Histórico. Los curadores
fueron, en la parte fotográfica, José Antonio Rodríguez,
y en la parte de arte popular, Martha Turok con la misma coleccionista.
Para seleccionar las 72 imágenes, de las cuales 14 son vintage,
es decir, copias de época, hubo que revisar un acervo de más
de 20 mil negativos y positivos.
Aunque doña Ruth nunca se ha considerado realmente
fotógrafa, asegura que sí trataba de hacer imágenes
que "dijeran algo", que no fueran "un documento frío". Cree haber
logrado ese contacto con las personas, porque "el año pasado que
estuve tan enferma ?ahora, a sus 82 años, carga con oxígeno?,
de todo México me hablaban los artesanos para preguntar cómo
seguía y para desearme una rápida recuperación".
Oriunda de Viena, Austria, Ruth Deutsch llegó a
México en 1939 como refugiada política. Aquí estudió
la carrera de medicina en la UNAM y durante muchos años trabajó
en un laboratorio de análisis clínicos. También comenzó
sus viajes por el territorio nacional. Sus primeras fotografías
se remontan a 1947. Las tomaba como documento visual, pero con la premisa
de "nunca ser agresiva con la gente".
Es decir, "no llegar a plantar la cámara en frente
y párate ai, ni mucho menos. Sino encontrar el contacto con la gente
y formar parte de lo que ellos hacían, de cómo vivían.
Y, no tomar nunca fotos posadas, sino como se daban las cosas". Y, si le
pedían que no retratara algo, respetar la solicitud que no era común:
"En muchas partes donde no se le permitía a la gente tomar fotos,
a mí sí".
Al viajar, primero compró "cosas chiquitas". Conforme
estudiaba las artesanías ?es autora de libros como El traje indígena
en México (1982)?, se interesó más, así
que empezó a hacer una colección "más concreta de
todas aquellas cosas que la gente hacía para su propio uso, que
era lo más frecuente cuando empezaba". Hoy día esta situación
ha cambiado: "Ahorita, muchas cosas se hacen simplemente para vender, por
una necesidad básica que antes no había. Antes la gente tenía
tierras; ahora, les han expulsado de las mejores tierras y están
en el monte. Además, antes los pueblos estaban aislados y eran autosuficientes:
hacían lo que necesitaban para su vida".