Iván Restrepo
Informes nada alentadores sobre medio ambiente
Con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente que se celebra el próximo miércoles, los organismos internacionales que estudian el estado de los recursos naturales y la contaminación divulgan informes detallados que dan cuenta del grave daño que sufre el planeta por la acción del hombre. Que yo recuerde en ninguno de los documentos preparados por expertos en los últimos 30 años hay buenas noticias. El panorama siempre es sombrío, pese a los programas para evitar el deterioro que anuncian los países en lo individual o los que son fruto de acuerdos internacionales. Una muestra de lo anterior es el último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), que advierte sobre los problemas que tendremos en el año 2032 si no se toman medidas drásticas.
Por principio el PNUMA sostiene que para ese año la mitad de la población del planeta sufrirá por falta de agua. La región más crítica será el oeste de Asia y la península arábiga, pero en América Latina el problema será también enorme, a pesar de que existen ríos con caudales impresionantes, imponentes áreas forestales que propician la humedad, el nacimiento de ríos y la infiltración de agua al subsuelo. Sin embargo, la deforestación, el mal uso y la contaminación del líquido, así como de los suelos, dejarán sentir sus efectos negativos sobre recursos naturales básicos.
Asimismo, las alteraciones ambientales afectarán la biodiversidad mundial, esa maravillosa cadena de especies animales y vegetales que interactúa sabiamente para hacer posible la vida en la Tierra. Baste señalar que hoy está en peligro de desaparecer más de la cuarta parte de las 4 mil especies de mamíferos y más de la décima parte de las 10 mil aves en peligro de extinción. Es el caso del tigre siberiano, del leopardo amur de Asia y de los rinocerontes negros de Africa.
El director del Museo de Historia Natural, con sede en Nueva York, Michael Novacek, es más pesimista: debido al deterioro de la tierra y los océanos, 30 por ciento de las especies dejará de existir a mediados de este siglo. Advierte el científico sobre la destrucción de los arrecifes en el Caribe (especialmente en la zona mexicana), la pérdida de peces en el Mediterráneo y la disminución de la fauna en el mar del sur de China. En todos los casos, por mala gestión de los recursos y la voracidad del ser humano.
Uno de los factores de más peso en el futuro deterioro ambiental será el acelerado y mal planificado proceso de urbanización y de la infraestructura correspondiente. Podría pensarse que si los gobiernos saben los daños que ocasiona la urbanización anárquica, tomarían cartas en el asunto para no repetir las malas experiencias. No es así: millones de pobres expulsados del campo engrosan a diario los cinturones de miseria de las ciudades, creando problemas en cuanto a empleo, vivienda, infraestructura y seguridad. Nadie estará exento de sufrir los efectos del crecimiento citadino desordenado, ni siquiera quienes viven en áreas privilegiadas, libres de pobres. Esa urbanización igualmente traerá problemas de contaminación por el transporte y los servicios y por las partículas suspendidas provenientes de la quema de combustibles fósiles, los incendios forestales y la erosión de los suelos.
Como sucede cada que hay celebraciones relacionadas con el medio ambiente y con los recursos naturales, las agencias especializadas se encargan de recordarnos los acuerdos suscritos por la comunidad internacional para detener el deterioro del planeta y evitar lo peor. Hay ahora referencias a lo acordado hace 10 años en la Cumbre de Río y se concluye que poco se ha hecho por cumplir lo que allí se aprobó. Por el contrario, los problemas aumentan porque las decisiones políticas, económicas y sociales se dejan a merced de las fuerzas del mercado, porque no hay una intervención gubernamental que, estrechamente vinculada con la sociedad, cambie la visión del crecimiento actual, depredador e inmediatista, y se convierta en un auténtico desarrollo en el que la calidad de vida de la gente sea lo primero.
Seguramente en los discursos oficiales del próximo miércoles se nos dirá que el futuro está a la vuelta de la esquina, pero no aparecerá la estrategia común para acrecentar la cantidad y calidad de los recursos naturales y garantizar una vida mejor a las nuevas generaciones. El tema ambiental seguirá, entonces, como una asignatura pendiente en la agenda mundial.