Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 5 de junio de 2002
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Política

Arnoldo Kraus

Enfermedad y pobreza

Los vínculos entre pobreza y enfermedad son innumerables. De hecho, la pobreza y las enfermedades son los factores más importantes para determinar el estado de salud de la población, no sólo en naciones subdesarrolladas, sino aun en las industrializadas. Si se acepta que la enfermedad produce desventajas y que la miseria se asocia con la exclusión comunitaria, Ƒqué oportunidad les queda a los indigentes cuando enferman para participar en un mundo tan competitivo como el actual? Y si además se considera la miseria una enfermedad per se, que se define, acorde con la sociología, no por la capacidad de consumo, sino por el grado de participación social, Ƒcuál es el futuro para 40 o 50 millones de connacionales irremediablemente enfermos?

Los benitosjuárez han sido magnífica entelequia e inmensa farsa de nuestros políticos. Cada año el número de mexicanos endeudados y enfermos se incrementa. Cada año las mentiras de la clase política hieden más. En la actualidad la mitad de la ciudadanía tiene una o dos enfermedades probablemente incurables y seguramente aditivas: pobreza y mala salud. No hablo de padecimientos crónicos, sino de alteraciones que merman lo suficiente la calidad de vida como para impedir el desarrollo normal de la persona. Esas alteraciones son sinónimo de las irresponsabilidades de nuestros gobiernos.

En el sexenio pasado a Ernesto Zedillo, al igual que a la mayoría de nuestros políticos "triunfalistas", le gustaba decir que en el país no había lugar para el escepticismo. A mí me gusta afirmar lo contrario: aunque sé que no existen estadísticas confiables, los Zedillos, los Salinas, los Echeverrías y todos los demás deberían mostrarnos números de lo que ha sucedido con los pobresenfermos. Sería bueno saber, por ejemplo, cuántos mejoraron su calidad de vida, cuántos dejaron de ser pobres, cuántos sanaron por haber vencido enfermedades propias de la miseria, cuántos terminaron la universidad, cuántos dejaron de mirar hacia el norte, cuántos son ministros en los últimos gobiernos, cuántos seguirán el destino de sus padres, y cuántos, habiendo nacido con desventajas, no trabajarán como semaforistas.

Interrumpir los vínculos entre pobreza y enfermedad debería ser una prerrogativa de cualquier gobierno, y una de las obligaciones morales de los servidores públicos, si no es que la más importante.

Es sabido que algunas diferencias en la salud están determinadas socialmente. Por ejemplo, existe una fuerte relación entre el lugar que ocupan las personas en la estructura de la sociedad y su estado de salud. Diversos estudios han demostrado que las tasas de mortalidad son tres veces mayores para quienes tienen las posiciones laborales más bajas.

Desde la perspectiva ética y de justicia las desigualdades sociales y las consecuentes patologías son responsabilidad del Estado. Esta afirmación se basa en diversos hechos. Enlisto siete: a) Algunas diferencias entre las clases sociales se vinculan con "la carga de enfermedad" y con la mortalidad. b) Las tendencias actuales en la distribución del ingreso sugieren que en el futuro no habrá mejoría en cuanto a morbilidad y mortalidad en las clases pobres. c) Las desigualdades en la salud, secundarias o no a la pobreza, limitan el acceso a una vida productiva. d) Las muertes tempranas por violencia o accidentes son más frecuentes en las clases pobres. e) Algunas enfermedades que producen decesos en la población infantil económicamente desprotegida -diarreas, neumonías, etcétera- suelen ser curables cuando existen servicios de salud asequibles y de buena calidad. f) La pobreza altera no sólo la longevidad, sino la calidad de vida, situación que repercute en múltiples esferas de la salud. g) La pobreza -y sus enfermedades- afecta cada vez más a los grupos jóvenes.

Los incisos previos son un somero resumen de los vínculos entre pobreza y enfermedad. Es evidente que la salud dependen de muchos factores. Al hablar de salud comunitaria, buena parte de sus posibilidades y baluartes dependen de un gobierno sano. Ante la miseria social nuestros políticos deberían cavilar dos veces cuando enarbolan sus banderas para hablar de oportunidades de vida, de justicia, de ética, de democracia o de compromiso con la nación. Mientras existan constantes que impidan que la mitad de la población acceda a una "vida normal", la salud de la nación seguirá siendo metáfora. El gobierno sabe que como resultado de la pobreza, el daño biológico durante la infancia impide que los adultos adquieran las herramientas necesarias para librarse de las adversidades de su ambiente. Dado que el Estado es uno de los principales responsables de los vínculos enfermedad y pobreza, su solución también depende de él.

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