Protagonizan gresca con policías auxiliares en calles del Centro Histórico; 3 heridos

Se engallan ambulantes a quienes incautaron mercancía

ELIA BALTAZAR

Una vez más el Centro Histórico fue ayer escenario de una gresca entre vendedores ambulantes y policías auxiliares, que se inició en la calle Palma y se extendió luego a la esquina de Bolívar y 16 de Septiembre.

El enfrentamiento se inició cuando aproximadamente 20 elementos de seguridad, acompañados de inspectores de vía pública de la delegación Cuauhtémoc, llevaban a cabo los operativos de retiro de decomiso de mercancías.

La respuesta de los comerciantes fue inmediata y la violencia vino acompañada de palos, tubos, piedras y hasta bloques de hielo, que comenzaron a volar sobre la cabeza de los policías.

Estos últimos, sin embargo, también aportaron su cuota de golpes sobre la humanidad de algunos de los comerciantes, quienes mostraban las huellas de la batalla en sus cabezas hendidas y sangrantes.

Uno de los tres heridos fue Oswaldo López, vendedor de gorras, de 21 años, quien mostraba en las costillas los golpes de las botas de los policías, mientras otro de los comerciantes, también muy joven y se negó a dar su nombre, llevaba en la mano un trozo de hielo y presentaba una herida en la cabeza.

Aunque al lugar llegaron las ambulancias del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas, los vendedores se negaron a ser atendidos y trasladados al hospital de Balbuena. Desconfiados de las autoridades, prefirieron subir a un automóvil particular.

Esta vez no hubo bajas del lado de la policía, pero muy disminuida se ve su fuerza ante la capacidad de reacción y organización que muestran los ambulantes, que se convierten de inmediato en ejército de ataque frente a los escudos de policías, que emprendieron retirada bajo las órdenes de sus superiores.

Aunque los operativos de decomiso son constantes, lo cierto es que poco pueden las autoridades frente a la infraestructura de comunicaciones y vigilancia con que cuentan los comerciantes, organizados ya a tal punto que se puede ver a algunos colocados en diferentes esquinas del primer cuadro, radio en mano, listos para prevenir la llegada de las autoridades.

Esta vez, sin embargo, fueron sorprendidos. Y sobre sus mercancías arremetió la policía, que una vez más tuvo que pagar el precio de su osadía, pues el retiro de puestos de los llamados toreros significó la reacción en cadena del resto de los ambulantes.