ESPAÑA: ¿DEMOCRACIA SOCAVADA?
Ayer,
el Tribunal Supremo de Justicia de Andalucía (TSJA) dio la razón
al gobierno de José María Aznar contra el Foro Social de
Sevilla y ratificó la prohibición de la manifestación
convocada por esa organización para el 22 de junio en Sevilla, en
contraposición a la cumbre europea que habrá de realizarse
en la capital andaluza en esa fecha.
El episodio podría interpretarse como una simple
medida gubernamental para preservar el orden público, pero el Foro
Social de Sevilla no es la primera ni la única agrupación
social de España que denuncia la "criminalización de los
movimientos ciudadanos" por parte del Estado español.
Anteayer, en Bilbao, decenas de miles de personas protestaron
por la ley de partidos políticos específicamente diseñada
para prohibir las expresiones partidistas del independentismo vasco y homologarlas
de manera automática con el terrorismo de ETA.
A la ofensiva de La Moncloa contra las libertades de expresión
y manifestación -Sevilla- y contra los derechos de asociación
política -País Vasco- debe sumarse el intento de reducción
legal de los derechos laborales que ha generado una movilización
sindical como no se veía en España desde hace años;
que ha desembocado en la convocatoria a un paro general, a realizarse el
próximo jueves 20.
Si a esos escenarios de estricta política interna
se agrega la ofensiva legal y policial del Estado español contra
los inmigrantes -especialmente, contra los procedentes de Africa y de América
Latina-, que es claramente violatoria de los derechos humanos, cabe preguntarse
adónde se dirige el Estado español de la postransición
democrática.
En un entorno europeo en el que las expresiones neonazis
y de ultraderecha generan una justificada alarma, el gobierno del Partido
Popular, nieto ideológico del franquismo, ha pasado, hasta ahora,
inadvertido. Sin embargo, las reformas antidemocráticas en las que
está empeñado el régimen que preside Aznar cumplen,
en buena medida, con los lineamientos xenófobos autoritarios y coercitivos
que pregona, en la vecina Francia, Jean-Marie Le Pen.
Pero el Estado español es mucho más extenso
que el partido de Aznar. Debe señalarse que a diferencia de lo que
ocurre con la mayor parte de los países europeos en los que las
ultraderechas y los movimientos neonazis amenazan las libertades civiles
los derechos humanos y la institucionalidad democrática, en España
existe la coartada del terrorismo etarra, y esa coartada ha colocado a
la mayor parte de la clase política madrileña (e incluso
se extiende a toda la española) en posiciones políticas que
difícilmente podrían calificarse de democráticas.