EL SECRETO BANCARIO DE LOS DELINCUENTES
A
pesar de la resolución emitida por el Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación (TEPJF), en la que se ordena a la Comisión
Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) colaborar con el Instituto Federal
Electoral en la investigación por las presuntas irregularidades
en el financiamiento de las campañas de Francisco Labastida Ochoa
y de Vicente Fox en las elecciones de 2000, el organismo presuntamente
regulador del sector financiero sigue negándose a proporcionar al
instituto electoral la documentación requerida y se aferra para
ello a argucias legales tan indecorosas como exigir que el TEPJF emita
una nueva resolución en la que desglose y detalle, casi papel por
papel, los documentos que deben ser puestos a disposición del IFE.
Así lo expresó ayer el presidente de la CNBV, Jonathan Davis,
quien exhibió la inexplicable renuencia de esa institución
a participar en el esclarecimiento de los presuntos delitos electorales
y comunes que pudieron haberse cometido en las campañas políticas
de 2000.
Desde el sexenio pasado, la Secretaría de Hacienda
y Crédito Público (SHCP) y la CNBV han invocado el secreto
bancario para encubrir a los defraudadores del Fobaproa, y ahora para obstaculizar
la investigación de las posibles irregularidades electorales de
priístas y panistas. Con ello han desvirtuado el sentido y el espíritu
de ese principio jurídico, concebido para proteger la privacidad
de los ahorradores, no para extender impunidades a los delincuentes de
cuello blanco y soslayar mapacherías electorales. Banqueros, autoridades
hacendarias y comisión bancaria han presentado en este punto un
sólido frente contra las clamorosas exigencias ciudadanas de esclarecer
y sancionar los gigantescos desfalcos perpetrados al amparo de la privatización
bancaria salinista y del posterior "rescate" de los banqueros, ideado por
Ernesto Zedillo, Guillermo Ortiz y José Angel Gurría, y legalizado
por los priístas y los panistas de la legislatura pasada.
El círculo del contubernio entre banqueros y autoridades
federales ?financieras y penales? parece cerrarse en los intentos de la
SHCP y de la Procuraduría General de la República (PGR) por
acudir al rescate de las sucursales bancarias capitalinas amenazadas de
clausura por sus propias e inadmisibles fallas de seguridad. Ante el cierre
de establecimientos bancarios por parte de autoridades delegacionales y
del Gobierno del Distrito Federal, fundamentado en el incumplimiento de
la Ley de Establecimientos Mercantiles, la PGR ha interpuesto ante la Suprema
Corte de Justicia de la Nación (SCJN) una querella contra las autoridades
capitalinas, argumentando "invasión de atribuciones". La semana
pasada, la SHCP, por su parte, había propuesto medidas de seguridad
mucho más laxas que las exigidas por el gobierno urbano.
De esta manera, las autoridades federales se colocan del
lado de los intereses de los banqueros y en contra de la integridad de
los ahorradores. No debe ignorarse, por último, la generalizada
sospecha de que una parte significativa de los asaltos que sufren los ciudadanos
en las inmediaciones de los bancos, una vez que han realizado retiros de
efectivo, se cometen con la complicidad de empleados de mostrador que ponen
sobre aviso a los delincuentes. Pero esa clase de violaciones al secreto
bancario no quita el sueño a los directivos de la CNBV ni a los
funcionarios de Hacienda.