Javier Aranda Luna
Los caros despapuchos * de Gil Díaz
Lo supieron los griegos: el bien supremo de la sociedad debe ser la concordia. Sólo un déspota o un tirano puede gobernar sin ella. Para Antifón, brillante rival de Sócrates, la concordia no significaba que todos pensaran igual, tuvieran los mismos gustos, buscaran cosas idénticas. Para él los ciudadanos y gobernantes debían estar unidos en lo esencial y separados en lo accesorio. Debo decir que para Antifón lo esencial era el cumplimiento de la ley. Y la ley, la unión de voluntades para el bien común.
Aunque en México la transición democrática es un hecho, necesitamos fortalecerla invocando la concordia. Sólo así podremos conjurar la tentación autoritaria, esa peste que acecha a las sociedades contemporáneas y que empieza haciendo piras con los libros.
El secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, parece estar empeñado en conseguir lo contrario. Sus roces con otros miembros del gabinete y con el gobernador del Banco de México así lo muestran. Los desacuerdos con su jefe, el presidente Vicente Fox, también. Hace unos días provocó con unos balbuceos irresponsables que el peso se devaluara frente al dólar al comparar la situación mexicana con la que se vive en Argentina. Su despapucho, digamos, nos salió caro. Pero no sólo a nosotros: el presidente Fox tuvo que salir al quite para evitar mayores daños.
La militancia antintelectual de Gil Díaz también ha afectado la línea dictada por el Presidente en materia de cultura. Hace unos meses Vicente Fox instruyó a su secretario para no gravar con el IVA a los libros y, días después del anuncio de un ambicioso plan de apoyo a la lectura, Hacienda dio a conocer lo contrario: desaparecía el régimen de tasa cero a la industria editorial. El malestar que provocó la medida hizo aparecer de nuevo al Presidente para calmar los ánimos. De manera pública ordenó al titular de Hacienda instrumentar un programa de estímulos fiscales que contrarrestaran los terribles efectos de la aplicación del IVA en los libros.
Todavía no conocemos la respuesta del funcionario. Sabemos, en cambio, que no saldrá barato el paquete de ''estímulos" a los editores: para hacerse efectivo se deberá navegar en el poco estimulante pantano de la burocracia hacendaria que comanda, claro, Gil Díaz y que todos pagamos con nuestros impuestos.
Para hacer efectivo el paquete, Ƒqué les pedirá Gil Díaz a los editores? ƑNo publicar pornografía? Porque para él ''con excepción de algunas revistas que son semipornográficas, que son las de mayor circulación, prácticamente no leemos en nuestro país". El secretario de Hacienda, Ƒpodría decirnos qué o quién define lo pornográfico y lo semipornográfico? ƑLa dependencia a su cargo creará una oficina clasificatoria en caso de que ningún mortal sensato acepte tan singular tarea? ƑLa Sociedad Bíblica podrá hacer efectivos esos estímulos a pesar de que entre sus publicaciones se encuentra El Cantar de los cantares? Los nuevos censores hacendarios, Ƒperdonarán a Santa Teresa, al padre Manuel Ponce -sí, el del ciclo de las vírgenes con sus maravillosas quillas-, o a San Juan de la Cruz? O los editores deberán demostrar con gráficas cómo los libros que publican combaten el analfabetismo. Porque el secretario esgrimió como argumento, no se debe olvidar, que ''un tratamiento privilegiado a la industria editorial en impuesto sobre la renta y del valor agregado no ha mejorado el nivel cultural" de México. Como si las obligaciones de los editores fueran las de la Secretaría de Educación Pública, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes o las de la propia Secretaría de Hacienda, que poco ha apoyado los programas educativos. El secretario Gil, Ƒse atreverá algún día a reprocharles a los productores de alimentos chatarra la obesidad y malnutrición de los mexicanos?
Un coro escuálido de dos o tres despistados han apoyado a Francisco Gil Díaz en su cruzada antintelectual. Todos, al parecer, militantes del Partido Acción Nacional. No me extraña: la veta antintelectual de ese partido es antigua y se confunde con la reacción del clero católico ante el pensamiento crítico. Algunos de sus miembros han alzado piras para quemar libros. No hace mucho, si acaso un par de años después de la muerte de Carlos Castillo Peraza, los dirigentes del Partido Acción Nacional decidieron cerrar el centro de estudios que dirigía el político yucateco. Esa solitaria célula intelectual incrustada en el PAN se extinguió, prácticamente, con la muerte de su creador. Es una lástima.
Poco están haciendo Francisco Gil Díaz y su coro de sandios en favor de la concordia. Después de tantos desatinos el secretario de Hacienda parecería ser el peor enemigo de Vicente Fox, como bien ha señalado el poeta José Emilio Pacheco en estas páginas. Si Vicente Fox nombró a Gil Díaz para dar seguridad a los mercados internacionales, es hora de que reconsidere su decisión. El secretario da más problemas que soluciones, provoca más discordias que acuerdos y eso, en los mercados financieros, se nota, como lo señaló el pasado domingo The Washington Post en un editorial.
Contribución que demuestra que los libros son útiles: ''Despapucho: Sandez, disparate". Pequeño Larousse Ilustrado, México, 1985, p. 348.