ATENCO EL CONFLICTO
Funcionario aseguró a abogados de dirigentes detenidos que comenzarían
negociaciones
Fracasa maniobra del gobierno estatal para permitir
ingreso de la PFP a zona controlada por atenquenses
Adán Espinoza e Ignacio del Valle, mal heridos y sin atención
médica, aseguran sus defensores
JAIME AVILES ENVIADO
Texcoco, 13 de julio. Jesús Adán
Espinoza e Ignacio del Valle, máximos dirigentes del movimiento
campesino de San Salvador Atenco detenidos desde el jueves en el reclusorio
Molino de las Flores de este municipio, comunicaron a La Jornada
que se encuentran mal heridos, con fracturas y golpes contusos, pero que
hasta el momento no han recibido atención médica.
Mediante
sus abogados Damián Camacho Guzmán y Leonel Rivero Rodríguez,
los líderes informaron, desde la celda de aislamiento donde se encuentran,
que el próximo martes el juez primero de lo penal en este distrito
iniciará una sesión de desahogo de pruebas por los cinco
cargos que les imputan, pero ante las circunstancias, agregaron, "todo
indica que este proceso será una farsa".
Acusados de robo de maquinaria, hurto con violencia, ultraje,
privación ilegal de la libertad y ataques a las vías generales
de comunicación, que son cinco delitos distintos, tendrán
una hora para desahogar las pruebas correspondientes a cada cargo. Por
ejemplo, en el caso de robo de maquinaria tendrán que declarar al
respecto siete taxistas, dos agentes de la Policía Judicial del
estado de México y un agente de la Secretaría de Gobernación.
Todos ellos dispondrán en conjunto de una hora para rendir sus testimonios.
"Esto quiere decir que cada declarante tendrá poco
más de cinco minutos para rendir su deposición, cosa que
evidentemente le quita toda seriedad al juicio", explicaron los abogados.
Doce horas de vida
Camacho y Rivero narraron que después de la agresión
brutal que Ignacio del Valle sufrió en el municipio de Acolman a
manos de la policía mexiquense, fue llevado al consultorio de un
médico particular y éste, al revisarlo, le dijo que era tal
su gravedad que le quedaban 12 horas de vida.
Alarmado por este diagnóstico, Del Valle pidió
que lo trasladaran a un hospital cercano y su compañero Jesús
Adán Espinoza lo acompañó. Cuando ambos se encontraban
en el nosocomio, cuyo nombre no fue proporcionado, fueron aprehendidos
por la Policía Judicial del estado.
En el camino del hospital al reclusorio Molino de las
Flores, los agentes quitaron a Del Valle la cánula de la botella
de suero que le habían dado los médicos, y lo golpearon hasta
que terminó el viaje.
Jesús Adán Espinoza, por su parte, tiene
fracturadas dos costillas, pero la única atención médica
que ha recibido ha sido una inyección de analgésico para
calmarle el dolor. "No lo han vendado ni le han tomado radiografías",
denunciaron los abogados. "Ayer (viernes) cuando vinieron los visitadores
de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, ni siquiera mencionaron
el hecho de que los compañeros están mal heridos y requieren
hospitalización", agregaron los juristas.
Interviene James Bond
Molino
de las Flores es un penal con capacidad para mil 200 internos, enclavado
en la punta de una loma en las afueras de Texcoco. Práctivamente
en medio de la desolación. Vigilado por unos 200 agentes de la policía
mexiquense, ha sido ignorado hasta el momento por los medios informativos
que cubren el conflicto que estalló el jueves. Unicamente La
Jornada estuvo ayer en ese lugar. Al solicitar una entrevista con Ignacio
del Valle y Jesús Adán Espinoza, este enviado fue eludido
con excusas por tres dependencias del gobierno del estado de México.
En la última, Rodolfo Silva, director de comunicación de
la Secretaría de Gobierno, aseguró telefónicamente
que la única persona capaz de autorizar que los dirigentes hablaran
con este diario "es el procurador general de la República". Por
lo tanto, aunque recibieron la visita de sus familiares y abogados, ante
la prensa Adán Espinoza y Del Valle se encuentran prácticamente
incomunicados.
Como a las 18 horas, sin embargo, llegaron al reclusorio
cinco vehículos de la Policía Judicial del estado, en uno
de los cuales venía Víctor Manuel Torres, director de Inteligencia
y Estrategia para el Combate a la Delincuencia del gobierno estatal, una
especie de James Bond del subdesarrollo, que entre cuernos de
chivo y pistolas de escuadra se abrió paso al interior del penal
donde sostuvo una conversación con los dirigentes detenidos y les
hizo una oferta para iniciar las negociaciones que pudieran solucionar
el conflicto.
Básicamente ofreció garantizarles un juicio
justo y liberar inmediatamente al resto de los militantes del movimiento
de San Salvador Atenco detenidos en Tlalnepantla, si a cambio los campesinos
entregaban a los seis funcionarios de la procuraduría que esta noche
aún mantenían en su poder. La propuesta fue rechazada. No
obstante, el funcionario salió, no sin antes afirmar a este enviado
que la negociación comenzaría en 45 minutos después.
Era una maniobra.
Los abogados de los dirigentes fueron engañados,
al indicarles que la supuesta negociación se iba a realizar en el
poblado de Tocuila. Los defensores trasmitieron la noticia vía telefónica
a los pobladores que resguardan San Salvador Atenco y todos muy pronto
descubrieron que se trataba de un engaño para sacarlos de la zona
que controlan y permitir que en esos momentos entrara la Policía
Federal Preventiva.
Esta noche hay reportes de que un fuerte destacamento
del Ejército Mexicano se encuentra en el poblado El Tejocote, a
escasos kilómetros de Texcoco, en espera de instrucciones para avanzar
hacia San Salvador Atenco. Así se escucha insistentemente en las
frecuencias radiales de la policía local.