Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 14 de julio de 2002
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Editorial
IRAK: EL DESPRECIO POR LA HUMANIDAD

mesa;É;SOL CORNISA 1El gobierno de Estados Unidos, entre todos los estados a los que intimida con una guerra decretada unilateralmente y sin agresión o amenaza previa, ha puesto en primer plano a Irak so pretexto de derrocar a Saddam Hussein, presidente de ese país. Sin preocupación por la legalidad internacional, pone así en vigencia el principio nazi de la responsabilidad colectiva de los pueblos. Sobre esa base, como en Yugoslavia o en Afganistán, organiza bombardeos masivos, matanzas de civiles, invasiones a la nación víctima desde otros países cercanos, cuya soberanía es pisoteada e ignorada. Además, declara -en tiempos de paz- que prepara el asesinato del presidente del país que agredirá y organiza, con sus servicios diplomáticos y de inteligencia, el cuerpo de nativos Quislings, de futuros colaboracionistas con la invasión, tal como hicieron en su tiempo los ocupantes hitleristas.

El ataque a Irak, país petrolero, es una amenaza a Irán, que también lo es pero posee además inmensas reservas de gas (más preciado que el oro negro); es una amenaza a Rusia, Francia y Alemania, que han hecho negocios con los gobiernos de Teherán y de Bagdad (que, por otra parte, firmaron un pacto); es una amenaza a la soberanía de los países árabes, que ya están profundamente desestabilizados por la continua ocupación israelí de los territorios palestinos, por la amenaza de Tel Aviv de expulsar a millones de palestinos hacia Egipto, Líbano, Siria o Jordania, y por el descarado apoyo de la Casa Blanca a Ariel Sharon en su política de racismo y apartheid antiárabe. Por eso a las declaraciones del Pentágono, de que lanzaría la agresión contra Irak también desde bases en Jordania, la conservadora y proestadounidense monarquía de ese país opuso una negativa rotunda, mientras el descontento de Hosni Mubarak, el rais de Egipto, se evidenció en el papel protagónico que dejó tuviera el libio Muamar Kadafi en la constitución de la Unión Africana junto al líder de la lucha antiapartheid, Nelson Mandela, mientras Egipto marchaba en segunda fila.

El plan de ataque a Irak tiene como primera víctima, antes de los bombardeos, la legalidad internacional. La segunda es la Organización de las Naciones Unidas, ninguneada y tratada con la punta de la bota. La tercera son los derechos democráticos en Estados Unidos, anulados mediante decretos liberticidas emitidos so pretexto de combatir en defensa de la nación supuestamente en peligro. La cuarta es la relación de consulta que se supone debería existir entre los miembros del G8, a los que Washington pone ante hechos consumados y trata como súbditos. La quinta es la idea misma de democracia, es decir, de solución política, pacífica y negociada entre las partes. Sólo después vendrán los asesinados, la barbarie tecnológica en nombre de la democracia y el Bien, representados por el equipo de beneficiarios de Enron.

No es de extrañar, pues, que los planes de George W. Bush encuentren resistencia en todas las capitales e incluso en el Pentágono, donde saben que las guerras con países como Irak no se ganan desde el cielo, con aviones o cohetes, sino que se deben ganar conquistando el terreno, con infantes que morirán en duros combates. México, que tiene un importante papel en la ONU, hasta ahora ha callado frente a los planes bélicos de Bush, proclamados a los cuatro vientos. Sería hora de al menos tener la misma actitud prudente de los generales estadunidenses que se oponen a la aventura y dejar a salvo los principios de la convivencia internacional para no colaborar en la creación de un nuevo precedente colonialista que algún día podría resultar funesto para América Latina.
 

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