Una bibliotecaria peculiar
A la entrada de la biblioteca del Centro Femenil de Readaptación Tepepan está Graciela. Repasa un libro de matemáticas. Lleva nueve años presa, acusada de matar a su hija. "Soy inocente", dice mientras sus ojos se cristalizan.
Tiene seis meses al frente de la biblioteca. Se encarga de hacer los registros de los libros que entran y salen, así como de vigilar que se les dé un buen uso.
"Para mí la literatura ha sido una salida y quisiera que mis compañeras encontraran en ésta una alternativa a su desesperación, pero más allá de ser un escape, me gustaría que pudieran aprender algo que fuera útil para sus vidas."
Los autores preferidos de Graciela son Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez, Simon de Beauvoir, Eric Fromm y Michel Foucault.
''La educación es muy relevante -dice-, pero en el país no se le da la importancia que merece. Las escuelas pierden tiempo en ceremonias para festejar a la madre o al padre. Su concepto de lo que es un buen ciudadano tiene como base la apariencia.
Esta peculiar bibliotecaria celebra la existencia de los talleres de creación literaria: escribir es algo esencial para cualquier persona porque es una forma de expresar claramente tus emociones, pensamientos y fantasías. "Creo que a través del arte se puede sublimar todo el perjuicio que le puede causar a una persona el estar privada de su libertad."
Graciela estudia diseño de modas por correspondencia y ya tiene planes para cuando salga de prisión. Por lo pronto, su vida transcurre en la biblioteca, en las clases de alfabetización y matemáticas que imparte a sus compañeras, en el estudio y la lectura. ANASELLA ACOSTA N.