Altos funcionarios denigran a los autores y arremeten contra el libro,
dijo el escritor
Pitol: el gobierno castiga a la cultura con ferocidad
nunca vista en México
Hay una ''ignorancia escalofriante'' entre los miembros del gabinete presidencial,
deplora
El Partido Acción Nacional nada ha expresado en defensa del conocimiento,
señala
ANASELLA ACOSTA NIETO
El Partido Acción Nacional (PAN) se suma a la ''avanzada"
contra la cultura en el país, dirigida por el actual secretario
de Hacienda, Francisco Gil Díaz, pues ninguno de sus miembros ha
defendido la importancia del libro y sus autores para la formación
y el imaginario de las instituciones y la sociedad mexicanas, manifestó
el escritor Sergio Pitol.
Durante su participación en el ciclo de conferencias
Ser escritor hoy, testigo y fabulador, la tarde del jueves en la
Casa Refugio Citlaltépetl, el autor de El arte de la fuga
expresó que los ''altos funcionarios gubernamentales han castigado
al libro y denigrado a sus autores con ferocidad nunca vista en México".
Hay una ''ignorancia verdaderamente escalofriante, sobre
todo en el titular de Hacienda; él y otros secretarios ignoran las
contribuciones del libro y los autores en la conformación de México,
de sus instituciones republicanas y de su imaginario. Nunca se había
registrado una saña tal contra el libro. Lo más asombroso
es que el partido en el poder también está de acuerdo, porque
ninguno de sus diputados, senadores o teóricos ha defendido el libro".
Desprecio por el humanismo
A
diferencia de uno de los fundadores del PAN, Manuel Gómez Morín,
quien figura entre los grandes intelectuales del siglo pasado, los actuales
panistas se muestran ''como personas que nunca han leído. Desconocen
la cultura mexicana y su prestigio en el exterior, donde se realizan numerosos
estudios sobre la literatura y los escritores de México; son otro
partido", señaló Pitol.
El escritor hizo un recuento del nacionalismo en México
a partir de la Independencia y la Revolución para llegar al tiempo
actual:
''En los recientes años, los de la globalización,
sorprende ver a los exponentes del viejo nacionalismo de extrema derecha
revestidos con nuevo disfraz. Hasta hace poco exaltaban los valores nacionales
más tradicionales y hacían culto supremo de la raza, la blanca
por supuesto. Su ideario no era propositivo sino restrictivo: combatir
y, si les era posible, suprimir cualquier acto y programa que pudiera poner
en duda la estructura de la religión, la tradición y la familia.
Funcionaban como fiscales o censores de la televisión, el cine,
la prensa, los espectáculos, las exposiciones y, sobre todo, las
costumbres. Su ideal era producir una parálisis de ideas y un entristecimiento
del lenguaje.
''En estos tiempos el panorama se ha modificado. Esa misma
obtusa mentalidad pareció de repente hartarse de exaltar los signos
más evidentes de la nacionalidad y ahora presume de una modernidad
a ultranza, descubre el placer de ser cosmopolita, cosa que no es, no hay
que creerle. En el fondo su mentalidad es la de siempre, aunque el ropaje
parezca diferente. Ahora se estimula el desprecio a la tradición
humanista y también a cualquier tipo de experimentación que
pudiera salir de los caminos admitidos, se ha llegado a atentar contra
la existencia del libro. Lo único que en verdad tolera este ignorante
es la lectura epidérmica, la llamada literatura light. Si
ese concepto triunfara nos habríamos internado en el mundo de los
robots.''
La literatura no desaparecerá
Pitol alertó sobre la importancia de preservar
la cultura nacional, cuya base, en México, es el indigenismo. Explicó
que los movimientos trasnacionales del espíritu, como el cristianismo,
la reforma, el renacimiento, el romanticismo, ''sólo fructificaron
en formas vivas donde hubo una cultura local que supo acogerlas y enriquecerlas.
Si la cultura receptora desapareciera podría producirse una tremenda
disecación de todo lo humano, el mundo se convertiría en
algo plano y extraordinariamente vulgar".
En defensa de las culturas locales, se refirió
a la tolerancia defendida por muchos humanistas como ''único y último
camino para llegar a la armonía", a pesar de ''los que detestan
el cambio libre de ideas y cuyo acervo intelectual son unas cuantas afirmaciones
que tratan de imponer a los demás dentro de un sistema cerrado,
en el que las ideas y los valores estéticos no tienen cabida".
Describió al intolerante en un padre de familia
que se enfurece porque su hijo lee una novela en vez de limitarse sólo
a los libros de texto, o estalla si en lugar de la novela descubre un poemario
y jura que si lo vuelve a encontrar con ''esas mariconadas" lo internará
en una correccional o en la academia militar ''para enseñarlo a
machito."
Pitol aludió a la quema de libros en la Alemania
nazi y en la Revolución Cultural en China. Pareciera que ''estamos
lejos de esos horrores, pero en los últimos tiempos altos funcionarios
han castigado al libro y denigrado a los autores con ferocidad nunca vista
en México".
Si bien ''la literatura no desaparecerá" por las
políticas fiscales, pues vivimos tiempos más extraordinarios,
imaginativos e innovadores, explica, sí habrá una pérdida
para la sociedad: quizá se publique menos, desaparezcan editoriales
mexicanas y dominen las grandes españolas, y lo más grave
es que seguramente se leerá menos.