No veo la razón de la molestia, si nadie ha visto la película,
expresa el cineasta
El crimen del padre Amaro no es un ataque contra
la Iglesia católica: Carlos Carrera
Prejuicioso, el llamado de grupos religiosos para censurar la exhibición
de la cinta
La polémica sobre el largometraje se avivó a raíz
del anuncio de la visita del papa
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
La cinta El crimen del padre Amaro no constituye
un ataque contra la Iglesia católica y ''no veo por qué la
molestia: en primer lugar, nadie la ha visto; y en segundo, aunque toca
temas como el celibato de los sacerdotes o las narcolimosnas a través
de ciertos personajes, también hay otros que son honestos y siguen
al pie de la letra la religión", expresa el director Carlos Carrera,
respecto de la polémica generada por el próximo estreno de
su quinto largometraje.
Todo comenzó con una página en Internet
en la que se sostiene que la cinta ''está basada en una novela portuguesa
del siglo XIX completamente alterada", cuyo tema ''pone en duda el celibato
sacerdotal; da por hecho las narcolimosnas y acusa de abortistas
a los sacerdotes". Convoca: ''Evita la exhibición de la película
anticatólica El crimen del padre Amaro" y pide enviar cartas
al secretario de Gobernación, Santiago Creel.
La responsable de la publicación es Laura Mejía
Bañuelos y entre las firmas de quienes apoyan esta campaña
se encuentra Falange Mexicana, cuyo texto expresa, entre otros: ''También
nosotros nos unimos (sic) a esta afrenta grave contra nuestra religión.
Ya es hora de levantar la voz contra los enemigos de Dios y la patria,
la sangre cristera corre por nuestras venas".
Vigencia de una historia
El
presidente de la Comisión Episcopal de Educación y Cultura,
monseñor Ramón Godínez, manifiesta que la Iglesia
católica no interviene en materia de cine, sino que este movimiento
lo realizan ''organizaciones de católicos laicos que tienen el derecho
de intervenir", como el grupo A Favor de lo Mejor, dirigido por Francisco
González Garza, que hace unos meses actuó en contra del programa
Big Brother.
Sin embargo, el también arzobispo de Aguascalientes
reconoce que, hasta el sábado, no había leído la novela
de Eça de Queiroz escrita en 1875 en la que se basa la película,
ni consultado la página de Internet en la que se promueve la campaña,
y que los datos que tenía sobre la cinta provenían de notas
de prensa.
Calificó el guión, escrito por Vicente Leñero,
de ''negativo para nuestra tradición católica porque ridiculiza
la vida de un sacerdote y juega con los símbolos religiosos que
tenemos en mucho respeto los mexicanos".
-¿Aunque tenga que ver con problemas reales de
la Iglesia?
-Así es, son problemas de la humanidad, no de la
Iglesia. El crimen es parte de la humanidad y la Iglesia es parte de la
humanidad.
Respecto de las narcolimosnas, el religioso subrayó:
''Ni la palabra es correcta. Nos sostenemos por limosnas o por las ofrendas
de los fieles, independientemente de donde provengan. Uno generalmente
no investiga de dónde provienen cuando las ofrecen los fieles".
La Iglesia católica, asegura, no intervino de ninguna
manera en la campaña; ''yo sí la respaldo, pero no es iniciativa
nuestra. Es iniciativa de laicos sensibles y me parece digna de apoyo".
Leñero, además del guión, escribió
la introducción a la edición de Plaza & Janés
de la novela El crimen del padre Amaro, en cuya portada se encuentra
un fotograma de la cinta en la que aparecen Amaro (Gael García Bernal)
y Amelia (Ana Claudia Talancón) besándose en la boca.
En los párrafos finales de su introducción,
a la que titula ''Una historia explosiva", Leñero explica: ''Convencido
precisamente de la vigencia de esta historia, el productor de cine Alfredo
Ripstein vivió obsesionado con la idea de convertir en película
El crimen del padre Amaro. La había leído en su juventud
y siempre pensó, dice, trasladarla a la pantalla; no ubicándola
desde luego en la Leiría portuguesa de los años mil ochocientos,
sino en la provincia mexicana de nuestros días".
Pero ese proyecto se aplazó varios años
''luego de que Ripstein encargó a quien esto escribe la elaboración
de un guión cinematográfico sobre Amaro. Se trataba de eso:
de conservar el nudo central de la historia y de encontrar equivalencias
mexicanas a la galería de personajes y al complejo nudo de situaciones
que llenan las 500 páginas de la novela de Eça de Queiroz
(...) Luego, cuando la película fue encomendada al director Carlos
Carrera, pensamos juntos en radicalizar la visión del clero de provincia
para aludir también a problemas actuales de México como son
las narcolimosnas y los sacerdotes de la teología de la liberación.
''Aunque los lectores o relectores de esta novela serán
quienes juzguen la eficacia de la adaptación en términos
de su vigencia y el resultado de su puesta en pantalla, los que trabajamos
en esta película, desde el esforzado Alfredo Ripstein hasta los
actores y técnicos, estamos convencidos de haber realizado un trabajo
serio y respetuoso de la idea original."
Primero la libertad de expresión
Carlos Carrera, en entrevista, subraya: ''La película
empieza con un letrero donde se explica que es una adaptación de
una novela del siglo XIX e inmediatamente después ubicamos la cinta
en México, en el año 2002".
-¿Crees que la cinta es una agresión a la
Iglesia?
-No. Creo que los autores son libres de exponer lo que
quieran. Por ejemplo, está el guión que hicieron Jean Claude
Carrière y Luis Buñuel, donde el personaje principal vende
su alma al diablo y al vendérsela se convierte en Papa; corte directo
está en San Pedro. Hasta este tipo de manifestaciones son válidas,
son parte de la libertad de expresión y en el caso de El crimen
del padre Amaro no veo por qué la molestia.
El proyecto de la película llegó cuando
terminó su cinta Un embrujo. Alfredo Ripstein, ''que tenía
varios años queriendo hacer la adaptación, me llamó.
El proyecto pasó por varios directores antes de que yo lo tomara.
Me interesó el asunto después de platicarlo con Leñero,
quien tenía una adaptación de la novela y a partir de ahí
empezamos a trabajar, surgieron varias ideas para actualizar la anécdota
y a partir de ahí me interesó más todavía".
A Carrera, premiado con la Palma de Oro en Cannes por
su corto El héroe, señala que su interés como
director era ''contar la historia de estos personajes complejos, que entran
en contradicciones al no poder seguir los lineamientos que marca la Iglesia
católica y buscar la manera, más bien hipócrita, de
manter las apariencias".
El cineasta reconoce que la polémica antes de un
estreno es buena publicidad, como ocurrió con La ley de Herodes,
Y tu mamá también y La habitación azul,
pero considera que El crimen del padre Amaro no necesita este tipo
de ayuda: ''Espero que la película se sostenga sola. Es una historia
para el cine y que, independientemente del tema que aborda, está
bien contada, es interesante, intensa, fuerte, y creo que eso debería
ser suficiente; además, tenemos un reparto muy conocido que puede
llamar mucho público".
Señala que si bien el estreno de la cinta se aplazó
para el 16 de agosto, después de la visita de Juan Pablo II, esto
respondió a una estrategia de mercadotecnia por parte de Columbia,
porque ''no había tiempo suficiente para hacer una campaña
de publicidad fuerte y prefirieron dejarlo para después". Fuentes
de esa distribuidora señalaron que ''no nos pareció correcto
estrenarla justo antes o durante la visita del Papa''.
Por conducto de Eva San Martín, coordinadora de
Prensa de Columbia, la empresa subrayó que no recibió presión
alguna de RTC o algún grupo católico y que toda ''mención
de la película a favor o en contra genera mayor conocimiento e interés
público''.
Opiniones a priori
El
crimen del padre Amaro recibió de la Dirección General
de Radio, Televisión y Cinematografía (RTC) la clasificación
B15, ''que no es ni B ni C, pero está bien", expresa Carrera, porque
''curiosamente esta cinta, a pesar de que el Reglamento de Cine es un poco
extraño, no entra en ninguno de los criterios de clasificación
C: no se dicen demasiadas palabras soeces -que no sé qué
sea eso hasta la fecha-; no hay consumo de drogas, no hay muchos desnudos
y no hay sexo explícito, aunque sea muy fuerte".
Carrera, quien conoció de la página de Internet
mucho antes de que la información saliera a la luz pública,
expresa que ''es algo increíble que se sigan esas cosas, que a estas
alturas se opine así, sobre todo sin información suficiente,
con prejuicio". Hasta el momento, los únicos que han visto la cinta
son personas que ''de alguna manera participaron en ella o algunas revistas
que tenían que sacar la información para agosto, pero no
se ha mostrado al público", precisa el director.
De RTC, añade, ''no hay traba alguna" contra la
cinta, que se filmó con recursos del Fonds-Sud (del Ministerio de
Relaciones Exteriores de Francia); del Fondo para la Producción
Cinematográfica de Calidad, Alameda Films, la española Wanda
Visión, Cinecolor y el gobierno de Veracruz, entre otros. El costo
aproximado fue de 18 millones de pesos, de los cuales 3.5 millones fueron
aportados por Foprocine.
En Internet (www.lacartita.es.vg) se argumenta que el
dinero utilizado para el rodaje de la película es del Estado mexicano
y advierte: "No permitas que con tus impuestos se ataque a la Iglesia católica".
Víctor Ugalde, director de la rama de cine de la
Sociedad General de Escritores de México (Sogem), subraya: ''Los
argumentos que utilizan para mandar la dichosa cartita son que se usa dinero
público para atacar a la Iglesia. No es verdad, es dinero para garantizar
la libertad de pensamiento y expresión y simplemente nos muestran
que no han salido del siglo XIX. Quieren tapar con presiones cosas que
todo mundo sabe y que se discuten en los medios".
Carrera y Ugalde coinciden en que la religión es
uno de los temas tabús dentro del cine, aunque ya ha sido tratado
en varias películas. El director mexicano expresa que ''si El
crimen del padre Amaro sale sin problemas ya no va a ser tabú,
sólo falta el Ejército".
La de Carrera, afirma Ugalde, ''es la primera película
que muestra algo (creo que lo hace más El padrino III). Debemos
pensar que ya con la revolución mediática y la globalización
todos los temas pueden ser posibles de tocar, no puede haber castas ni
privilegios".
Estas campañas ''afectan la libertad de expresión
y de pensamiento, tratan de frenar la libertad de elección del espectador
porque nadie va al cine a fuerzas. Se pone un producto en las salas y las
personas deciden qué ver. Los católicos no la quieren ver,
pues que no vayan".