CRONICAS TEXANAS
Molly Ivins, la temible pluma de Texas
La clase política, su principal blanco; ella bautizó
a George W. Bush como arbustito
JIM CASON Y DAVID BROOKS
Austin, Texas. Nadie se escapa de sus balas de
tinta y su filosa espada de humor sabio y atinado; le acomodó el
apodo de "arbustito" (shrub) al actual presidente, George W. Bush,
hijo del ex mandatario Bush (cuyo apellido quiere decir arbusto en inglés).
Durante décadas ha provocado el pánico de las clases políticas
texana y nacional, cuya hipocresía exhibe en columnas con sentido
común, ira y un agudo conocimiento del mundo que sólo podría
nacer en Texas. Sus comentarios han provocado tantas veces la reacción:
"Molly Ivins no puede decir eso, ¿o sí?"
Ese es el título de su best seller, una
colección de artículos y columnas sin las cuales uno no puede
entender este país, y mucho menos soportarlo.
Molly Ivins ha sido periodista política para diversos
diarios texanos, también para el New York Times y editora
de la revista Texas Observer. Es autora de varios libros; el más
reciente, con Lou Dubose, es una biografía política de George
W. Bush. Ahora es columnista sindicada y su voz progresista, una de las
más influyentes a escala nacional, es publicada por unos 300 periódicos
y revistas de todo el país. Es imposible entender Texas sin ella,
y con ella es más posible entender Estados Unidos.
"Cuando la gente intenta caracterizar a Texas, lo que
ocurre es que comienza intentando hacer estallar todos los mitos sobre
Texas y acaba accidentalmente reforzándolos", dice a La Jornada
en su casa en Austin. Y es que todos los elementos del estereotipo existen,
pero el estado no se limita a ellos. "Como escritora esto me volvía
loca, pero finalmente me di por vencida y acepté el hecho de que
en este estado hay algo un poco sobredimensionado. Los texanos son igualitos
a todos los demás, pero más, y como hay una cualidad del
'más que', eso aquí es extraordinario", señala.
"Siempre
empezamos intentando romper los estereotipos. Piensa en Texas: vaqueros
altos, forma de hablar, cerveza, música country, pozos petroleros,
ranchos, etcétera. Todo eso está aquí. Pero también
hay grandes sinfónicas, grandes universidades, y gente con doctorados
en estudios esotéricos y otros síntomas de civilización
que coexisten con el estereotipo... hay una civilización compleja",
agrega.
Ivins señala que muchos escritores siempre se preguntan
si sigue siendo Texas el viejo Texas, o si ya se perdió. "A mí
me da risa. Sí, el viejo Texas sigue por aquí. Creo que una
de las grandes divisiones en la sociedad estadunidense es la brecha entre
lo urbano y lo rural; pero la vida rural sigue presente en Texas. Claro,
la mayoría de los texanos vive en las ciudades, pero la cultura
rural sigue definiendo mucho de Texas".
Otra característica fundamental de los texanos,
dice, está marcada por sus orígenes petroleros. "En gran
medida, los texanos tienen la mentalidad de jugadores (de azar), ya que
el negocio del petróleo es una apuesta, y si uno juega a los dados
entiende que tarde o temprano va a perder, y así ocurre. Y aquí
no tienen esa tendencia de saltar por las ventanas, como se dice que muchos
lo hicieron después del crack de 1929; simplemente se levantan
y dicen: 'pues supongo que tendré que empezar de nuevo'. Los texanos
están acostumbrados a pasar por ciclos de auge y desastre, y somos
mucho más amables en tiempos de desastre. La mayoría de los
grandes ricos de Texas ha ganado y perdido sus fortunas en dos o tres ocasiones."
Uno de los amigos de Ivins, cuenta la periodista, resumió
la economía de Texas señalando que hay tres tipos de dinero.
"Hay el dinero que se genera de meter un sacacorchos en la tierra y permitir
que salga el líquido negro, y eso, pese a las consecuencias ecológicas
a largo plazo, es una forma bastante benigna de ganar lana.
"Bancos, aseguradoras, como las de Dallas, esas son el
segundo tipo de dinero, el tipo de riqueza que la gente genera con el cerebro,
pasándose toda la noche con sus computadoras y comerciando con fondos
internacionales y cosas así. El tercer tipo de riqueza es la que
se gana explotando el sudor de la gente pobre, lo que uno encuentra en
El Paso, en las maquiladoras."
Otro elemento diferente en Texas, afirma Ivins, es su
relación con los mexicanos y los latinos. "Creo que Texas y México
están totalmente entrelazados, creo que hay una tercera cultura
en la frontera, que la frontera es una cultura propia. Los texanos anglos
consideran que la comida mexicana es algo de ellos, y también la
música mexicana, y casi hablan igual."
Aunque en el pasado los texanos han sido muy racistas,
y algunos siguen siéndolo, es menos común en estos días.
La escritora señala que los cambios demográficos del estado,
en particular la creciente presencia de los latinos, ofrecen un futuro
muy diferente.
"Hay una diferencia muy marcada entre las actitudes de
los californianos y las de los texanos hacia los latinos. Bush podría
no ser la persona más inteligente, pero por lo menos logró
ser diferente de Pete Wilson", afirma Ivins, y cuenta que estaba en California
durante el debate de la antinmigrante propuesta 187, y en la radio bromeaba:
"He escuchado este debate, de que todos sus problemas (en California) son
por la presencia de demasiados indocumentados, y entiendo que su economía
está en el escusado... En Texas tenemos muchos indocumentados mexicanos,
pero no son directores de bancos, ni encargados de las fusiones empresariales
que han costado miles de empleos, y en Texas tampoco son los encargados
de industrias como la textilera, que está cesando a decenas de miles
de empleados. No sé dónde consiguen ustedes a sus mexicanos
ilegales, pero tal vez deberían buscar otros".
Hace años Ivins escribió: "Los políticos
texanos no son estafadores; sólo tienen un sentido sobredesarrollado
de la circunstancia extenuante. Como dicen en la legistura, si no puedes
beberte su whisky, cogerte a sus mujeres, tomar su dinero y de todas maneras
votar contra ellos, no perteneces al puesto".
Sí hay cambios políticos en Texas, afirma
Ivins a La Jornada; el más visible es el grado de control
que han logrado los republicanos. "Bueno, en los hechos no representa tanto
cambio. Texas siempre fue gobernado por un partido conservador, y cuando
había demócratas, eran de dos tipos, liberales y conservadores...
Cuando los republicanos se volvieron el partido más conservador,
los texanos comenzaron a votar por ellos."
Pero para Ivins, la creciente presencia latina y de otras
minorías -que en conjunto están por superar el porcentaje
de la población de anglos- brinda nueva vida y posibilidades
a los demócratas y otras fuerzas liberales. Sin embargo, indica,
otros son más pesimistas, y de todas maneras un demócrata
como el actual candidato a gobernador Tony Sánchez también
es miembro de ese partido conservador, simplemente con etiqueta de demócrata.
"Intenté advertirles"
Con todo, Ivins recuerda que Texas es el lugar de nacimiento
del movimiento "populista" y que ese es tal vez "el movimiento más
democrático que haya existido en este país; nació
de una alianza entre granjeros y trabajadores, e inicialmente negros también".
Para la escritora "es un movimiento que no ha sido bien entendido, el populismo
se ha vuelto sinónimo de cualquiera que pueda mover un amplio grupo
de forma efectiva y demagogia". El movimiento populista nació en
Texas en los 1880, y Texas "sigue produciendo un populista de gran tradición
casi con cada generación. Ralph Yarborough fue uno de ellos y ahora
está Jim Hightower.
"Como saben", añade, "el problema con el sistema
político estadunidense es la corrupción del dinero. Siempre
ha sido un problema que no tengamos un partido de trabajadores, tenemos
un partido del capitalismo, pero no hay uno de los trabajadores, y los
demócratas son cada vez menos que eso."
Cuando se le señala que al mismo tiempo mucha gente
fuera de Texas sigue intentando entender por qué el estado produce
un político como Bush, ella responde: "Intenté advertirles".
Pero en tono más serio indica que uno de los problemas más
graves al promover un cambio aquí, como en Estados Unidos en general,
es que "la gente se ha despolitizado". Señala que "la frustración
es que la gente pobre no vota, los trabajadores", los que se están
ahogando y los que más necesitan de un apoyo del gobierno.
-Pero ante las realidades que nos ha contado, ¿qué
le alimenta ese optimismo?
-La desesperanza es el único pecado -responde-.
Una razón por la cual me gusta estar en Texas es que aún
es como un frente de guerra. Los buenos usan sombrero blanco y los malos
sombrero negro, y no hay tantos matices de grises, son los matices de gris
los que lo cansan a uno.
En otro momento, responde: "Soy optimista al punto de
la idiotez, creo que es un problema congénito. Muchos en otras partes
del país me preguntan cómo puedo mantenerme tan feliz ante
tantos problemas, y les digo que soy una liberal en Texas, práctica,
práctica, práctica.
"Creo que la lucha es la misma de siempre: la justicia.
Mi generación participó en el movimiento de los derechos
civiles y el gran movimiento de lucha por los derechos de los chicanos,
y cuando era directora del Texas Observer de eso se trataba la política.
Creo que la era macartista impuso una especie de cortina de hierro sobre
este país y como resultado, a menos que uno fuera criado en un lugar
como Nueva York o San Francisco, en Texas no supimos de otros progresistas
antes de 1960. Creo que sigue siendo una lucha populista, contra el gran
dinero. Uno de los grandes problemas de esta sociedad es que los ricos
son extremadamente ricos, mucho más que los demás. Si uno
describiera esto en cualquier país latinoamericano, la gente diría
'oye, va a haber una revolución ahí'. Hay indiferencia ante
el sufrimiento realmente atroz, y no es que la mayoría de los estadunidenses
no sea gente buena, es que simplemente no lo ve. En esta lucha uno está
intentando crear una sociedad justa... Aquí tenemos una oligarquía
manejada por gente rica, igual a la que se rumoreaba que existía
en México."
Regresando a Texas, Ivins ofrece una última caracterización,
luego de contar varias anécdotas sobre las locuras políticas
de este estado, y una advertencia. "Los texanos tienden a ser más
divertidos que otros estadunidenses. Los texanos son buenísimos
para divertirse. Y le ponen muchas ganas. Nadie tiene miedo de ser un asno
al continuar la parranda, lo cual me parece algo muy bueno. Pero hay una
cosa con los texanos. Son muy ruidosos, gritan, corean chocando sus botellas
de cerveza y todo lo demás. Es un lata estar con texanos. Pero cuando
se enojan cae un silencio, y uno sabe que cuando cae el silencio es el
momento de salir de una cantina, ya que eso implica que habrá una
pelea y que alguien va a morir."
Espada de humor
El título del libro Molly Ivins Can't Say That,
Can She? ("Molly Ivins no puede decir eso, ¿o sí?") recuerda
un incidente ocurrido cuando trabajaba en el Dallas Times Herald
y en su columna escribió así sobre un político local:
"Si su nivel de inteligencia baja más, lo tendremos que regar dos
veces al día". Esto causó una ola de protestas que incluyó
un boicot de anunciantes y la cancelación de varias suscripciones,
pero su periódico la defendió y rentó anuncios espectaculares
en los que declaró: "Molly Ivins no puede decir eso, ¿o sí?".
Su libro más reciente, con Lou Dubose, es "Shrub:
the Short but Happy Political Life of George W. Bush". Una de sus más
recientes columnas se titula Holy Smoking Goat Gonads (traducción
casi imposible, algo así como "Sagrados huevos humeantes de chivo",
en el que habla del alcalde del pueblito fronterizo de Lajitas, en Texas,
un chivo alcohólico, involuntariamente castrado, y la investigación
policiaca para resolver el crimen. Y con el pretexto de contar el crimen,
Ivins ofrece una severa crítica de las políticas migratorias
y de control fronterizo de Washington.
"En mi juventud aspiraba a ser una gran periodista. George
Orwell, Albert Camus y I. F. Stone eran mis héroes. Grandes escritores
e intelectuales que ayudaron a iluminar sus tiempos. Pero, miren a esos
tipos: Dios les dio el fascismo, comunismo, colonialismo y macartismo contra
los cuales luchar. Lo único que a mí me dieron fue Lubbock
(pueblo de Texas). No es mi culpa", ha escrito Ivins.
Entre las armas de la gran periodista Ivins, la más
poderosa y más temida (por los políticos), está su
espada de humor, templada en los fuegos de Texas. ¡Aguas con
esta mujer!