Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 23 de julio de 2002
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CRONICAS TEXANAS

Molly Ivins, la temible pluma de Texas

La clase política, su principal blanco; ella bautizó a George W. Bush como arbustito

JIM CASON Y DAVID BROOKS

Austin, Texas. Nadie se escapa de sus balas de tinta y su filosa espada de humor sabio y atinado; le acomodó el apodo de "arbustito" (shrub) al actual presidente, George W. Bush, hijo del ex mandatario Bush (cuyo apellido quiere decir arbusto en inglés). Durante décadas ha provocado el pánico de las clases políticas texana y nacional, cuya hipocresía exhibe en columnas con sentido común, ira y un agudo conocimiento del mundo que sólo podría nacer en Texas. Sus comentarios han provocado tantas veces la reacción: "Molly Ivins no puede decir eso, ¿o sí?"

Ese es el título de su best seller, una colección de artículos y columnas sin las cuales uno no puede entender este país, y mucho menos soportarlo.

Molly Ivins ha sido periodista política para diversos diarios texanos, también para el New York Times y editora de la revista Texas Observer. Es autora de varios libros; el más reciente, con Lou Dubose, es una biografía política de George W. Bush. Ahora es columnista sindicada y su voz progresista, una de las más influyentes a escala nacional, es publicada por unos 300 periódicos y revistas de todo el país. Es imposible entender Texas sin ella, y con ella es más posible entender Estados Unidos.

"Cuando la gente intenta caracterizar a Texas, lo que ocurre es que comienza intentando hacer estallar todos los mitos sobre Texas y acaba accidentalmente reforzándolos", dice a La Jornada en su casa en Austin. Y es que todos los elementos del estereotipo existen, pero el estado no se limita a ellos. "Como escritora esto me volvía loca, pero finalmente me di por vencida y acepté el hecho de que en este estado hay algo un poco sobredimensionado. Los texanos son igualitos a todos los demás, pero más, y como hay una cualidad del 'más que', eso aquí es extraordinario", señala.

"Siempre empezamos intentando romper los estereotipos. Piensa en Texas: vaqueros altos, forma de hablar, cerveza, música country, pozos petroleros, ranchos, etcétera. Todo eso está aquí. Pero también hay grandes sinfónicas, grandes universidades, y gente con doctorados en estudios esotéricos y otros síntomas de civilización que coexisten con el estereotipo... hay una civilización compleja", agrega.

Ivins señala que muchos escritores siempre se preguntan si sigue siendo Texas el viejo Texas, o si ya se perdió. "A mí me da risa. Sí, el viejo Texas sigue por aquí. Creo que una de las grandes divisiones en la sociedad estadunidense es la brecha entre lo urbano y lo rural; pero la vida rural sigue presente en Texas. Claro, la mayoría de los texanos vive en las ciudades, pero la cultura rural sigue definiendo mucho de Texas".

Otra característica fundamental de los texanos, dice, está marcada por sus orígenes petroleros. "En gran medida, los texanos tienen la mentalidad de jugadores (de azar), ya que el negocio del petróleo es una apuesta, y si uno juega a los dados entiende que tarde o temprano va a perder, y así ocurre. Y aquí no tienen esa tendencia de saltar por las ventanas, como se dice que muchos lo hicieron después del crack de 1929; simplemente se levantan y dicen: 'pues supongo que tendré que empezar de nuevo'. Los texanos están acostumbrados a pasar por ciclos de auge y desastre, y somos mucho más amables en tiempos de desastre. La mayoría de los grandes ricos de Texas ha ganado y perdido sus fortunas en dos o tres ocasiones."

Uno de los amigos de Ivins, cuenta la periodista, resumió la economía de Texas señalando que hay tres tipos de dinero. "Hay el dinero que se genera de meter un sacacorchos en la tierra y permitir que salga el líquido negro, y eso, pese a las consecuencias ecológicas a largo plazo, es una forma bastante benigna de ganar lana.

"Bancos, aseguradoras, como las de Dallas, esas son el segundo tipo de dinero, el tipo de riqueza que la gente genera con el cerebro, pasándose toda la noche con sus computadoras y comerciando con fondos internacionales y cosas así. El tercer tipo de riqueza es la que se gana explotando el sudor de la gente pobre, lo que uno encuentra en El Paso, en las maquiladoras."

Otro elemento diferente en Texas, afirma Ivins, es su relación con los mexicanos y los latinos. "Creo que Texas y México están totalmente entrelazados, creo que hay una tercera cultura en la frontera, que la frontera es una cultura propia. Los texanos anglos consideran que la comida mexicana es algo de ellos, y también la música mexicana, y casi hablan igual."

Aunque en el pasado los texanos han sido muy racistas, y algunos siguen siéndolo, es menos común en estos días. La escritora señala que los cambios demográficos del estado, en particular la creciente presencia de los latinos, ofrecen un futuro muy diferente.

"Hay una diferencia muy marcada entre las actitudes de los californianos y las de los texanos hacia los latinos. Bush podría no ser la persona más inteligente, pero por lo menos logró ser diferente de Pete Wilson", afirma Ivins, y cuenta que estaba en California durante el debate de la antinmigrante propuesta 187, y en la radio bromeaba: "He escuchado este debate, de que todos sus problemas (en California) son por la presencia de demasiados indocumentados, y entiendo que su economía está en el escusado... En Texas tenemos muchos indocumentados mexicanos, pero no son directores de bancos, ni encargados de las fusiones empresariales que han costado miles de empleos, y en Texas tampoco son los encargados de industrias como la textilera, que está cesando a decenas de miles de empleados. No sé dónde consiguen ustedes a sus mexicanos ilegales, pero tal vez deberían buscar otros".

Hace años Ivins escribió: "Los políticos texanos no son estafadores; sólo tienen un sentido sobredesarrollado de la circunstancia extenuante. Como dicen en la legistura, si no puedes beberte su whisky, cogerte a sus mujeres, tomar su dinero y de todas maneras votar contra ellos, no perteneces al puesto".

Sí hay cambios políticos en Texas, afirma Ivins a La Jornada; el más visible es el grado de control que han logrado los republicanos. "Bueno, en los hechos no representa tanto cambio. Texas siempre fue gobernado por un partido conservador, y cuando había demócratas, eran de dos tipos, liberales y conservadores... Cuando los republicanos se volvieron el partido más conservador, los texanos comenzaron a votar por ellos."

Pero para Ivins, la creciente presencia latina y de otras minorías -que en conjunto están por superar el porcentaje de la población de anglos- brinda nueva vida y posibilidades a los demócratas y otras fuerzas liberales. Sin embargo, indica, otros son más pesimistas, y de todas maneras un demócrata como el actual candidato a gobernador Tony Sánchez también es miembro de ese partido conservador, simplemente con etiqueta de demócrata.

"Intenté advertirles"

Con todo, Ivins recuerda que Texas es el lugar de nacimiento del movimiento "populista" y que ese es tal vez "el movimiento más democrático que haya existido en este país; nació de una alianza entre granjeros y trabajadores, e inicialmente negros también". Para la escritora "es un movimiento que no ha sido bien entendido, el populismo se ha vuelto sinónimo de cualquiera que pueda mover un amplio grupo de forma efectiva y demagogia". El movimiento populista nació en Texas en los 1880, y Texas "sigue produciendo un populista de gran tradición casi con cada generación. Ralph Yarborough fue uno de ellos y ahora está Jim Hightower.

"Como saben", añade, "el problema con el sistema político estadunidense es la corrupción del dinero. Siempre ha sido un problema que no tengamos un partido de trabajadores, tenemos un partido del capitalismo, pero no hay uno de los trabajadores, y los demócratas son cada vez menos que eso."

Cuando se le señala que al mismo tiempo mucha gente fuera de Texas sigue intentando entender por qué el estado produce un político como Bush, ella responde: "Intenté advertirles". Pero en tono más serio indica que uno de los problemas más graves al promover un cambio aquí, como en Estados Unidos en general, es que "la gente se ha despolitizado". Señala que "la frustración es que la gente pobre no vota, los trabajadores", los que se están ahogando y los que más necesitan de un apoyo del gobierno.

-Pero ante las realidades que nos ha contado, ¿qué le alimenta ese optimismo?

-La desesperanza es el único pecado -responde-. Una razón por la cual me gusta estar en Texas es que aún es como un frente de guerra. Los buenos usan sombrero blanco y los malos sombrero negro, y no hay tantos matices de grises, son los matices de gris los que lo cansan a uno.

En otro momento, responde: "Soy optimista al punto de la idiotez, creo que es un problema congénito. Muchos en otras partes del país me preguntan cómo puedo mantenerme tan feliz ante tantos problemas, y les digo que soy una liberal en Texas, práctica, práctica, práctica.

"Creo que la lucha es la misma de siempre: la justicia. Mi generación participó en el movimiento de los derechos civiles y el gran movimiento de lucha por los derechos de los chicanos, y cuando era directora del Texas Observer de eso se trataba la política. Creo que la era macartista impuso una especie de cortina de hierro sobre este país y como resultado, a menos que uno fuera criado en un lugar como Nueva York o San Francisco, en Texas no supimos de otros progresistas antes de 1960. Creo que sigue siendo una lucha populista, contra el gran dinero. Uno de los grandes problemas de esta sociedad es que los ricos son extremadamente ricos, mucho más que los demás. Si uno describiera esto en cualquier país latinoamericano, la gente diría 'oye, va a haber una revolución ahí'. Hay indiferencia ante el sufrimiento realmente atroz, y no es que la mayoría de los estadunidenses no sea gente buena, es que simplemente no lo ve. En esta lucha uno está intentando crear una sociedad justa... Aquí tenemos una oligarquía manejada por gente rica, igual a la que se rumoreaba que existía en México."

Regresando a Texas, Ivins ofrece una última caracterización, luego de contar varias anécdotas sobre las locuras políticas de este estado, y una advertencia. "Los texanos tienden a ser más divertidos que otros estadunidenses. Los texanos son buenísimos para divertirse. Y le ponen muchas ganas. Nadie tiene miedo de ser un asno al continuar la parranda, lo cual me parece algo muy bueno. Pero hay una cosa con los texanos. Son muy ruidosos, gritan, corean chocando sus botellas de cerveza y todo lo demás. Es un lata estar con texanos. Pero cuando se enojan cae un silencio, y uno sabe que cuando cae el silencio es el momento de salir de una cantina, ya que eso implica que habrá una pelea y que alguien va a morir."

Espada de humor

El título del libro Molly Ivins Can't Say That, Can She? ("Molly Ivins no puede decir eso, ¿o sí?") recuerda un incidente ocurrido cuando trabajaba en el Dallas Times Herald y en su columna escribió así sobre un político local: "Si su nivel de inteligencia baja más, lo tendremos que regar dos veces al día". Esto causó una ola de protestas que incluyó un boicot de anunciantes y la cancelación de varias suscripciones, pero su periódico la defendió y rentó anuncios espectaculares en los que declaró: "Molly Ivins no puede decir eso, ¿o sí?".

Su libro más reciente, con Lou Dubose, es "Shrub: the Short but Happy Political Life of George W. Bush". Una de sus más recientes columnas se titula Holy Smoking Goat Gonads (traducción casi imposible, algo así como "Sagrados huevos humeantes de chivo", en el que habla del alcalde del pueblito fronterizo de Lajitas, en Texas, un chivo alcohólico, involuntariamente castrado, y la investigación policiaca para resolver el crimen. Y con el pretexto de contar el crimen, Ivins ofrece una severa crítica de las políticas migratorias y de control fronterizo de Washington.

"En mi juventud aspiraba a ser una gran periodista. George Orwell, Albert Camus y I. F. Stone eran mis héroes. Grandes escritores e intelectuales que ayudaron a iluminar sus tiempos. Pero, miren a esos tipos: Dios les dio el fascismo, comunismo, colonialismo y macartismo contra los cuales luchar. Lo único que a mí me dieron fue Lubbock (pueblo de Texas). No es mi culpa", ha escrito Ivins.

Entre las armas de la gran periodista Ivins, la más poderosa y más temida (por los políticos), está su espada de humor, templada en los fuegos de Texas. ¡Aguas con esta mujer!

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