La Orquesta Sinfónica Infantil de México comenzará
en Bellas Artes gira nacional
La mayoría de los niños se acerca al
arte sonoro por influencia familiar, dice experto
Fueron seleccionados 162 menores de todo el país para integrarse
al agrupamiento
Dedicarse a la música es lo que llena su vida de felicidad, coinciden
los pequeños
ANGEL VARGAS ENVIADO
Oaxtepec, Mor. A sus 13 años, Héctor
Acosta Osuna enfrenta un dilema: dedicar su vida a la música clásica
o a la comercial.
La música de concierto, platica, le ''gusta muchísimo,
porque suena requetebonito y hasta escalofríos me dan en todo el
cuerpo cuando la escucho". La música ''que sí deja dinero",
en tanto, le provoca ansias por seguir los pasos de su papá, quien
encabeza una ''tecnobanda"; aunque su anhelo va más lejos y se ha
propuesto materializar un sueño familiar de fundar ''una banda que
llegue a ser tan famosa como la de El Recodo, de don Cruz Lizárraga".
Originario de Mazatlán, Sinaloa, el joven artista
acaba de finalizar el primer nivel de educación secundaria y desde
hace tres años y medio estudia música en la escuela Enrique
Patrón de Rueda, actividad a la que dedica de dos a cuatro horas
diarias, según se ''quiebre" la cabeza con una obra.
Héctor es uno de los 162 niños de ocho
a 16 años de edad que fueron seleccionados de las 31 entidades y
el Distrito Federal para integrar este año la Orquesta Sinfónica
Infantil de México (OSIM) y que desde el pasado 14 de julio están
concentrados en un campamento de trabajo en Oaxtepec, con miras a la gira
nacional que la agrupación emprenderá el próximo día
28 con un magno concierto en el Palacio de Bellas Artes.
Lo suyo, expresa, son las percusiones, porque con ellas
''siento cómo me salta el corazón en el pecho, como si me
quisiera estallar de alegría", y lo mismo le emociona escucharlas
en un tema con banda que en una sinfonía.
Ser ''alguien en la vida''
La idea de Héctor Acosta Osuna de dedicar su vida
al arte sonoro no se la saca nadie de la cabeza, asegura, ''porque ser
músico es ser alguien en la vida; la gente los quiere, admira y
respeta", y su propósito estriba en combinar las facetas clásica
y comercial.
Junto a él, en la orquesta, Giovanni Mendoza Hernández,
originario de Ciudad Serdán, Puebla, también quiere ser músico
de concierto, en especial percusionista. Para ello, de sus 10 años
de vida ha dedicado los dos más recientes a prepararse en un proyecto
estatal de capacitación para músicos de banda, y con ese
afán ensaya cinco horas al día.
En su familia no hay antecedentes artísticos, sin
embargo sus padres lo enviaron a estudiar música, igual que a su
hermana mayor, ''porque las bandas musicales se están acabando;
en donde vivo sólo queda una y nos preocupa mucho que se pueda acabar
esa tradición".
Su escasa edad no le impide ser consciente de que la profesión
que tentativamente ha elegido le dará ''apenas para comer". Como
a la mayoría de sus actuales compañeros, el económico
no es un factor que por el momento parezca preocuparle, más aún
cuando tiene oportunidad de ''tocar obras tan bonitas y tan sentidas como
el Huapango de (José Pablo) Moncayo, Poeta y campesino
(de Franz von) Suppé o el Danzón número dos,
de (Arturo) Márquez".
Que la música sea una profesión ingrata
en el aspecto económico es una visión con la cual no comulga
la violinista María Isabel Avalos, de Colima, quien comenta que
a sus 15 años ya podría vivir de su trabajo, ''pues por tocar
en las misas me pagan 250 pesos por hora", además de formar parte
del Cuarteto de la Universidad de Colima.
El de María Isabel -quien cursa la especialidad
en el Instituto Universitario de Bellas Artes de su tierra natal- se suma
a los recurrentes casos en la OSIM que confirman la aseveración
del director del conjunto, Sergio Ramírez Cárdenas, de que
la mayoría de los infantes se acercan al arte sonoro por influencia
familiar, pues tanto su abuelo paterno como su papá son integrantes
de un mariachi.
A ellos, a los mariachis, debe el gusto por el violín,
pues no obstante que sus familiares tocan el guitarrón, aquél
ha sido siempre un instrumento emblemático en la familia, ''por
su sonido y las amplias posibilidades de expresión que encierra".
Alegría por el ejercicio musical
La responsabilidad de desempeñarse este año
como concertino de la OSIM no es algo que atemorice ni ponga nerviosa
a la quinceañera Paulina Sánchez, de Nayarit, quien está
a punto de comenzar sus estudios de nivel medio superior.
Su seguridad se explica si se considera que ha dedicado
más de la mitad de su existencia, para ser precisos ocho años,
al estudio musical y que, de hecho, ha participado ya como solista con
algunas agrupaciones profesionales. Además, cuenta con el respaldo
de pertenecer también a una familia de músicos.
Paulina, como sus demás compañeros de la
orquesta, no cambia por nada las alegrías que le ha brindado el
ejercicio musical, sin importar que desde muy pequeña ha debido
destinarle varias horas diarias y que fueron muchas las ocasiones en que
no pudo salir a jugar.
''No me arrepiento, pues creo que ha valido la pena",
enfatiza.
''Dedicarme a la música es lo que llena mi vida
de felicidad."