Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 24 de julio de 2002
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Editorial
 
LA "GRAN VICTORIA" DE SHARON

Macintosh HD;É;SOL CORNISA 1A comienzos de esta semana, la comunidad internacional percibió signos concretos de distensión en el conflicto palestino-israelí. Aparte de los contactos entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina, uno de los datos más notorios de la distensión fue la declaración del jefe espiritual de Hamas, el jeque Ahmed Yassin, en el sentido de que esa organización -una de las más radicales e intransigentes del fundamentalismo palestino- estaba dispuesta a poner fin a sus criminales atentados terroristas contra blancos civiles israelíes, si el régimen de Tel Aviv retiraba sus tropas de Cisjordania. Unas horas más tarde, un avión israelí de fabricación estadunidense, en una operación autorizada por el primer ministro Ariel Sharon, redujo a escombros media docena de edificios en la ciudad de Gaza. En la acción murieron 15 personas, entre ellas 10 bebés y niños, y resultaron heridas cerca de 150. Todas las bajas eran civiles inermes, a excepción de un líder local de Hamas, al cual Israel le atribuía la planeación de muchos ataques terroristas, y que resultó muerto en el operativo.

En medio de un coro mundial de expresiones de repudio e indignación, Sharon se felicitó por el resultado de la matanza y la calificó de una de "nuestras grandes victorias". De alguna manera torcida y perversa, la apreciación del gobernante israelí es correcta: su más reciente acto genocida representa un palpable triunfo de los partidarios de la guerra en ambos bandos; el integrismo terrorista palestino cuenta ahora con sobrados pretextos para recrudecer sus ataques contra civiles israelíes, y con ello el grupo de criminales de guerra que encabeza Sharon puede argumentar su propia necesidad, mantenerse en el gobierno de Israel y proseguir e intensificar, desde allí, el exterminio del pueblo palestino.

La "gran victoria" de Sharon conlleva, sin embargo, el riesgo de transformar el creciente aislamiento político de Tel Aviv en la arena mundial en alguna medida internacional de protección a los palestinos que vaya más allá de la retórica. No es un dato menor el que el propio gobierno de Estados Unidos, cómplice y encubridor perenne de las atrocidades israelíes, se haya visto obligado, en esta ocasión, a deslindarse de la carnicería perpetrada en Gaza. La Unión Europea, en conjunto y en voz de cada uno de sus integrantes, ha manifestado, de manera menos ambigua, repugnancia ante la matanza, la cual demuestra, una vez más y en forma contundente y trágica, la necesidad de enviar una fuerza multinacional de interposición entre Israel y los palestinos como única forma de poner fin a los atentados terroristas, preservar la vida de los civiles en los territorios reocupados y establecer, de una vez por todas, el Estado palestino en la totalidad de Cisjordania, Gaza y Jerusalén oriental, en cumplimiento de los mandatos de la ONU.

Pero si la Unión Europea y los estados que conforman el Consejo de Seguridad de la ONU persisten en su abulia ante el conflicto, la indiferencia de la comunidad internacional frente a la tragedia actual de los palestinos terminará por parecerse al vergonzoso silencio mundial que hace seis décadas acompañó al exterminio de los judíos en Europa.
 

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