Brinkitos, golosina para adultos y Testitón, sólo
dos de las muchas marcas
Entre ambulantes del DF, Viagra chafa de 6 y
10 pesos
ARTURO CRUZ BARCENAS
Para revivir un pene muerto o sacar de la agonía
a ese músculo que normalmente -sano- se convierte en hueso, pero
que por problemas de próstata, sicológicos, de diabetes y
males crónico-degenerativos, de enfermedades venéreas, ya
no satisface a la pareja, creando situaciones de cama difíciles,
infidelidades justificadas y, en el peor de los casos, suicidios, en las
calles del Centro Histórico o en los tianguis defeños de
las colonias populares se ofrecen mil remedios.
Tal es el caso de Brinkitos, golosina para adultos,
en cuyo paquete aparece la figura de un hombre fuerte sobre un resorte
y las leyendas: "Contenido neto 1,5 mg/3 tabletas. Retarda la eyaculación
precoz, aumenta la erección. Modo de empleo: consumir las tres tabletas
una hora antes de esa actividad intensa o en el transcurso del día.
No produce efectos secundarios". Contiene calorías, proteínas
y otros. "Este producto no es un medicamento. El consumo de este producto
es responsabilidad de quien lo recomienda y de quien lo usa." Se elabora
en Naturales Roel, SA de CV, en Chalco Juchitepec.
Otro, el más vendido, según los jovencitos
(quienes hablan con aire doctoral, de especialistas; "¿qué
trae, qué busca, qué le vendo?") que lo ofrecen en la esquina
de Independencia y Balderas, es Testitón, en cuya envoltura aparece
un gallo cantando a los cuatro vientos. Contiene metiltestosterona, entre
otros. Se elabora en Laboratorios López, de San Salvador, El Salvador.
Estos son sólo dos, pero hay muchas más
marcas y precios. Es el viagra de los pobres, porque valen 10 y
6 pesos, respectivamente. "Lo compran mucho; se acaba pronto. Pero es muy
bueno", agregaron los chavos, de unos 20 años.
Compra sin receta
Para que un urólogo o andrólogo recete Viagra,
palabra mágica, panacea universal erótica, requiere estar
convencido de que el paciente lo requiere. Estudios clínicos van
y vienen, y no son baratos. El viagra, en su presentación de 50
miligramos, cuesta cien pesos la pastilla. Se toma, mínimo, una
hora antes del acto sexual. Se necesita estimulación. "Usted comprende",
observa el galeno. Hay una caja con cuatro que vale alrededor de 500 pesos,
o más. En las farmacias de la calle Newton, de Polanco, lo venden
sin receta.
Ante el elevado precio del Viagra, algunos bromean y señalan
que es mejor gastar cien o 200 pesos en un table dance. Cantantes
y compositores como Armando Manzanero y Martín Urieta han dicho,
en serio, que la mejor medicina es una mujer que guste, que prenda la libido.
La rutina enfría la pasión, agregan.
Cantantes considerados seductores, de esos a los que es
un peligro invitarlos a la casa, porque pueden gustarle a la mujer de cada
quien, señalan al Viagra como un avance de la ciencia de gran valor.
"Yo lo tomo y lo aconsejo", dijo a este medio en entrevista hace un tiempo
Joaquín Sabina.
Pero la crisis está gruesa y galopa en caballo
de hacienda. Y ese nicho de mercado lo ocupan productos de empresas nacionales
y extranjeras que distribuyen en tianguis, tiendas de productos naturales,
y en calles donde predomina el ambulantaje.
Si ya no bastan los ostiones y la polla matutina
ni el sexo oral; si se suda frío (calosfrío) o si se padece
insomnio, los magos de la farmacéutica donominada maravilla ofrecen
productos ilusión. Sobre Independencia, casi esquina Balderas, se
vende una serie de viagras piratas. "Bara, bara", gritan
los comerciantes.
Entre cajas de Power sex, tintas chinas, pomadas para
que crezca más la mazacuata, de pociones para provocar orgasmos
en serie, brillan los empaques de unos productos que parecen dulces, como
de esos que se venden afuera de las primarias. Es el viagra pirata,
"mucho mejor que los tacos con cebolla, me cae", dijo un chavo.