Octavio Rodríguez Araujo
Entre "progreso" y formas de vida
ƑQué es el progreso? Bien a bien no lo sé, aunque se han escrito libros y artículos al respecto. Pero preferiría contar dos pequeñas historias.
Está un hombre con una caña de pescar ante un río. Medio duerme, medio piensa. Está tranquilo y de vez en cuando voltea a ver hacia los árboles. Disfruta su momento. Al cabo de un rato llega un amigo y le dice que está perdiendo el tiempo, que con ese método logrará muy pocos peces.
-Si usas una red pescarás más -le dice
-ƑY para qué quiero más pescados? -le contesta el pescador.
-Si tienes más pescados, los vendes. Con ese dinero contratas gente que pesque por ti.
-ƑY luego? -le pregunta el otro.
-Haces dinero, si juntas suficiente pones una pescadería.
-ƑY luego qué sigue?
-Si te va bien, compras un frigorífico y amplías tu negocio. Podrás vender a otros comerciantes de pescados. Compras una casa, un carro, camiones.
-ƑY luego qué?
-Vamos hombre, pues ya que tengas mucho dinero podrás hacer lo que quieras.
-Pues eso es lo que estoy haciendo ahora, sin tantas complicaciones y sin esperar tanto tiempo.
ƑEl progreso es hacer dinero? ƑNo estaremos confundiendo el progreso con la adecuación a las condiciones de quienes imponen una visión de progreso basada en la acumulación de riquezas, en el consumo innecesario y superfluo? ƑY la realización personal, la felicidad?
Un amigo va a ver a un médico. Este le dice que si sigue fumando y tomando café va a vivir menos. Igual le dice que la carne, los quesos, los antojitos le aumentarán el colesterol y que así, con esos hábitos de alimentación, vivirá menos. Añade que tiene que hacer ejercicio, también para que viva más tiempo. Lo que el médico le ofrece a mi amigo, si le hace caso y sigue sus instrucciones, es cantidad de vida, más años. Y mi amigo piensa, y yo estoy de acuerdo con él, que lo importante es la calidad de vida, no la cantidad. Si él disfruta un café con cigarrillo, una copa de vino de vez en cuando, unos tacos al pastor con un refresco de naranja o pasarse horas leyendo y escribiendo en lugar de caminar, Ƒpor qué hacer otra cosa? Hay gente que disfruta el ejercicio, bien. Otros resuelven ser vegetarianos, bien. Algunos quieren una vida, según ellos, saludable y se pierden los que para otros serían modestos placeres, bien. Cada quien debe buscar lo que más le gusta. ƑO no se trata de vivir felices?
La cuestión es saber qué quiere uno, y tratar de conseguirlo. El progreso, por lo tanto, parece ser un tema que cae en la subjetividad, pero yo lo sintetizaría en una expresión: la realización personal. Y las opciones para la realización personal son casi infinitas y relativas a los intereses no alienados de cada quien.
Es evidente que uno tiene que hacer concesiones a otros, pues no vivimos aislados ni podemos ser autosuficientes tan fácilmente. Dependemos frecuentemente de los demás, o de algunos, de la misma manera que otros dependen de uno. Pero las concesiones nunca deben ser tantas que anulen los deseos íntimos de las personas, su posibilidad de ser felices, de realizarse como seres humanos. Si todos intentamos ser felices, realizarnos sin atropellar a los demás, que también tienen derecho a ser felices y a realizarse, la vida sería más armónica, habría menos conflictos. El problema surge cuando unos quieren imponer valores a otros, formas de vida y de consumo, o condiciones para desarrollarse o para realizarse. El colonialismo interno, diría González Casanova.
Estas reflexiones no significan que haya abrazado el existencialismo como filosofía de vida. Simplemente me quedé pensando si los pobladores de San Salvador Atenco y alrededores no tendrían derecho a vivir como les da la gana y si la construcción de un aeropuerto tiene que ser ahí porque se trata de un interés público definido por quienes consideran que el progreso está asociado a las ganancias (de unos cuantos, por cierto) y a la modernidad, también entendida de manera interesada por quienes disfrutan y se benefician de ella.
Con las ofertas que está haciendo el gobierno es obvio que quiere y puede tentar a los pobladores de Atenco y alrededores, como lo intentó Zedillo en la zona rebelde de Chiapas. Pero no podemos pasar por alto que lo que les están ofreciendo parece ser otra forma de vida y que tal ofrecimiento tiene -de hecho- todas las características de una imposición. Quizá me equivoque, pues yo no vivo ni trabajo ahí. Pero sí sé que si alguien intentara construir el aeropuerto en Ciudad Universitaria y me "ofrecieran" cambiar mi status de profesor por cargador de maletas o despachador de boletos yo me rebelaría. Además de defender a la UNAM, no sería lo que escogí como forma de realización personal. El progreso, sea lo que sea, debe ser una opción, nunca una imposición.