Cirugía del cerebro sin dolor, sin sangre, sin infecciones
Se inaugura en octubre el búnker neuroquirúrgico en instituto de la Ssa
ARTURO JIMENEZ
En palabras del neurólogo Julio Sotelo Morales, ahora una cirugía del cerebro en México será como ir a retratarse a un centro comercial: "Uno llega, se sienta y listo, se puede regresar a su casa".
Y es que en el sistema de salud pública del país ya podrán practicarse rápidas y delicadas operaciones en el cerebro sin necesidad de abrir el cráneo del paciente y sin causarle dolor.
La tecnología mundial más avanzada para intervenciones neuroquirúrgicas que buscan la cura de diversas enfermedades llega a la medicina pública del país con la inauguración, a más tardar en octubre, de la Unidad de Radioneurocirugía.
Luego de más de un año de preparativos del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN), de la Secretaría de Salud (Ssa), ya se construye el "búnker neuroquirúrgico" en el que se instalarán dos sofisticados equipos traídos de Alemania.
Uno de ellos, conocido como de resonancia magnética, se encarga de captar imágenes tridimensionales del cerebro de manera precisa, mientras el otro, un acelerador lineal modelo Novalis, realiza la neurocirugía mediante radiación.
A la Unidad de Radioneurocirugía, que será la más importante de América Latina y una de las mejores del mundo, el paciente llegará caminando, le harán los estudios previos, luego la cirugía y, una hora después, podrá irse a casa sin ser hospitalizado.
Durante la intervención la persona estará consciente y no experimentará molestia alguna. Sólo se le fijará la cabeza, se ubicará la imagen de la lesión cerebral y se le aplicará radiación concentrada en el punto elegido.
"Es una filigrana de cirugía sin lesiones, sin sangre y sin riesgo de infecciones posteriores", destaca el neurólogo Julio Sotelo Morales, director del INNN y distinguido este año con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de ciencias físico-matemáticas y naturales.
Miguel Angel Celis, neurocirujano experto en radiocirugías, quien será el jefe de la unidad correspondiente, destaca por su parte que esta nueva área ayudará a desahogar la sobredemanda que experimenta el hospital del INNN.
Confirma que el paciente será atendido en poco tiempo, aunque aclara que quizá algunos de los estudios de imagen sean previos y se guarden en archivos de computadora para el momento de la operación.
Ocho veces más rápido
Celis señala que en un turno diario de ocho horas, que es como comenzará a funcionar la unidad, se podrá atender a ocho enfermos, aunque al principio serán entre dos y cuatro.
Para dar una idea, recuerda en contraparte que una neurocirugía convencional a cráneo abierto consume al menos ocho horas, más la hospitalización posterior de la persona intervenida, por lo menos durante una semana.
Los pacientes, agrega el especialista, no tendrán que acudir a terapia intensiva ni desarrollarán complicaciones posquirúrgicas que ameriten medidas como entubación, relajación, mayor vigilancia o días de internamiento; tampoco estudios extras de laboratorio o de imagen ni transfusiones sanguíneas.
Abunda sobre una de las ventajas más importantes de la radioneurocirugía: no ser dolorosa.
"Lo único que es un poquito molesto son los puntos de incisión para colocar el equipo de estereotaxia, pero eso se reduce con anestesia local. Al día siguiente el paciente podrá continuar con sus actividades normales."
En cuanto al seguimiento médico de la persona intervenida, el doctor Miguel Angel Celis precisa que es riguroso pero que se lleva a cabo mediante sus citas normales en la consulta externa.
El doctor Julio Sotelo señala que ya existen dos equipos de radioneurocirugía en el país, pero el que se inaugurará es el "non plus ultra", además de crearse para el beneficio de los usuarios del sistema de salud pública del país.
Desde tumores hasta epilepsia
El doctor Miguel Angel Celis comenta que las enfermedades susceptibles de tratarse mediante la radioneurocirugía son, en primer lugar, las relacionadas con las lesiones tumorales, es decir, los tumores primarios o propios del sistema nervioso, y los secundarios o que se contagian al cerebro desde otros órganos.
Ejemplos de estos últimos se presentan cuando un paciente padece cáncer en la próstata, el riñón, el pulmón, la glándula mamaria o la piel, y después se disemina por el cuerpo para generar "depósitos secundarios o metástasis" a nivel cerebral.
Agrega que pocas veces se presentan como lesiones únicas, pues casi siempre son múltiples. "Para el cirujano no era fácil estar operando a cráneo abierto ambos lados del cerebro de manera simultánea para quitar esas metástasis. Pero ahora ya se puede aplicar un tratamiento conveniente para ese tipo de tumores".
En cambio, Celis señala que se han explorado poco los trastornos funcionales como la epilepsia o el mal de Parkinson, además de los trastornos siquiátricos.
"Son pacientes que han sido manejados con uno, dos o tres medicamentos durante uno o más años, por más de un médico y ya están desesperados porque no se controlan bien de ese modo. A ellos se les podría proponer la radioneurocirugía."
Entre los males siquiátricos difíciles menciona el trastorno obsesivo compulsivo. "En estos casos la radioneurocirugía no es el tratamiento ideal, sino una opción para cuando han fracasado otros métodos".
Por otro lado, resalta que el nuevo equipo de radiocirugía es muy versátil y se pueden realizar intervenciones en casi cualquier parte del cuerpo, no sólo en el cerebro.
Por ejemplo, podrán tratarse problemas del sistema nervioso central a nivel raquídeo o medular, en el cuello, el tórax y la región lumbar o parte baja de la espalda. "Son también áreas muy delicadas y tradicionalmente eran inaccesibles a la radiocirugía".
Pero aparte de sus aplicaciones quirúrgicas, la nueva Unidad de Radioneurocirugía generará en el país nuevos conocimientos sobre el cerebro al poder observar mejor su funcionamiento. Celis ilustra esto con otro ejemplo:
"Necesitamos conocer mejor cómo las reacciones de la epilepsia se desencadenan a partir de un foco o de un grupo de células nerviosas o neuronas, que eléctricamente comienzan a disparar mensajes de forma desordenada. Debemos identificar ese grupo de neuronas precozmente, apagarlas y evitar que se propague ese desorden eléctrico que causa las convulsiones."
Las X y las Y en pos de un tumor
En cuanto a la calidad de las neuroimágenes, primero tomadas mediante tomografías y después con equipos de resonancia magnética, Celis comenta:
"Ahora son imágenes totalmente precisas en las que las patologías, tumores, malformaciones o incluso los centros cerebrales de control del movimiento, del habla o de la coordinación pueden observarse muy bien."
Esa calidad de imagen aumenta para el caso del equipo de resonancia magnética de la Unidad de Radioneurocirugía, pues tiene una potencia medida en "tres tedslas" mientras los pocos aparatos existentes en México y la mayoría en el mundo son de 1.5 tedslas.
Señala que la mayor precisión se consigue mediante las técnicas de estereotaxia. "Es un concepto muy simple a través de dos coordenadas cartesianas. En una el eje de las X y en otro el eje de las Y, para determinar un punto en el espacio dentro del cerebro. A eso se le añade una coordenada más de profundidad o Z. Así se define un punto de manera volumétrica, en tres dimensiones".
En cuanto a los aceleradores lineales, comenta: "Ahora es posible hacer campos con mucha seguridad y estar seguros que la radiación requerida es la que se está aplicando para no generar efectos tóxicos colaterales en el paciente ni en el personal".
Sin embargo, cómo es que la radiación no afecta las zonas sanas del cerebro al pasar por ellas en su trayecto hacia el punto de cirugía. Celis explica ese asunto cercano a la ciencia ficción.
"La radiación se atenúa porque se irradia todo el campo pero con miles de puentes o haces de radiación muy pequeñas que convergen en el punto seleccionado. Además, van girando en semicírculos o diademas que penetran el cráneo por diferentes puntos. De igual manera, las salidas de la radiación son múltiples."
Cuál es entonces el efecto de esa radiación en el punto elegido.
"El objetivo es dañar las células de, por ejemplo, un tumor. La radiación altera el ADN, la estructura química del mensaje genético, para que la célula se equivoque y se rompan esas cadenas. Esa célula vivirá un caos químico y, finalmente, morirá. Lo que quedará ahí será una cicatriz."
Menciona otro efecto de la radiación llamado ionizante, porque produce alteraciones químicas a nivel del agua.
"Descompone la molécula del agua y produce iones de hidróxidos, libres de oxígeno. Y eso es sumamente tóxico para las células. Ese es tal vez el efecto mayor. Así, el efecto iónico y el efecto sobre el ADN producirán la muerte de las células cerebrales dañinas."
Celis y su equipo amplían su capacitación y para fin de año ya deberán estar realizando las primeras radioneurocirugías a pacientes que acudirán al INNN como irse a tomar una foto a un centro comercial.